El DT olímpico de Beijing: Batista el "junta talentos"

Alguna vez fue un indiscutido en la Selección Nacional. Hoy es uno de los DT que hizo historia y se colgó la dorada para retornar con toda la gloria.

Sergio Batista sabe muy bien lo que es sortear obstáculos y ganarle la pulseada al destino. Cuando apareció con toda su juventud en la Primera de Argentinos se tuvo que acomodar a un puesto en el que muchos pensaban que le quedaba grande.

Según publica el matutino mendocino Los Andes, el técnico campeón olímpico no sólo triunfó e hizo historia sino que dejó una dinastía a sus espaldas. Porque el Checho fue el primero de los grandes número cinco que salió del semillero de La Paternal.

Después seguirían sus pasos Redondo, Cambiasso, Herrón, Markic, Biglia, Ledesma y siguen las firmas.

Ese brillante desempeño en el Argentinos de los 80 lo llevó a la Selección que se preparaba para el Mundial 86. Allí subió escalón por escalón y quedó como titular en un plantel al que le esperaba la gloria en México. Sin embargo, a diez días de empezar el Mundial, una noche, en Barranquilla, después de un cero a cero discreto con el Junior, en el último partido

preparatorio, el Checho le confesaba a sus íntimos con una mezcla de dolor y bronca: “Mañana me vuelvo a Buenos Aires y dejo la Selección porque como me hacen jugar acá voy a fracasar”.

Batista estaba acostumbrado a actuar como patrón del medio campo y, estaba claro, le costaba convertirse en una pieza de un engranaje más complejo. Pero la llamada telefónica de José Batista -su papá- lo convenció para que siguiera en la huella. Y no se equivocó. Un mes después el Checho celebraba el acierto de aquella decisión levantando la Copa del Mundo.

Así siguió por el camino del éxito y llegó a River, donde también salió campeón y regresó finalmente a Argentinos para cerrar su carrera el ascenso con Nueva Chicago y All Boys.

No tardó en transformarse en técnico. Otra vez Argentinos, Talleres de Córdoba, Nueva Chicago y bajó un escalón para convertirse en ayudante de campo de Oscar Ruggeri en San Lorenzo. Y el destino volvió a llamarlo para cosas grandes cuando estaba dirigiendo a Godoy Cruz en la B Nacional.

Ese desafío le ponía en sus manos a la Selección Juvenil Sub 20. Arrancaba otro camino. Esa Selección Juvenil iba a representar a la Argentina en los Juegos Olímpicos. Pero hubo un cambio de planes. Julio Grondona recibió la sugerencia del Gobierno de ir a los Juegos con el equipo más competitivo posible. Y la historia cambió. Ya no eran los Juveniles sino una selección de lujo la que tenía en el horizonte. Por supuesto con Román Riquelme, Lionel Messi, Javier Mascherano, Lavezzi, Agüero, Ustari y compañía.

Batista demostró que puede manejar los nombres más rutilantes, armó un equipo con la esencia de nuestro juego, cuando se le cayeron uno por uno los defensores centrales sacó de la galera a Nicolás Pareja para convertirlo en una auténtica revelación. Checho hizo lo suyo. Y volvió a ganarle al destino. Como cuando empezó. Como siempre.