Ronaldinho VS Zidane: La mente contra la alegría

Zinadine no está más con nosotros. No, no se murió, sino que se retiró y su elegante porte en la cancha no podrá ser vista. Supo ser campeón mundial y casi lo vuelve a ser en el último campeonato del mundo, pero una roja le impidió despedirse con todos los laureles.

Arrancando en el Cannes y pasando por el Girondis de Burdeos, “Zizou” pegó el salto a la liga italiana, y ganó absolutamente todo la Juventus.

Después llegaría su paso por el Real Madrid. De hecho, con él empezó la camada de “galácticos” en el conjunto madrileño. Los resultados no fueron los mejores, pero siguió demostrando que dentro de una cancha era el mejor, más allá de que sus compañeros estén arriba de una nube.

Con Francia hizo revivir el fútbol de la “Blue”, hasta lograr un campeonato del mundo y una Eurocopa. Supo ser elegido mejor jugador FIFA en tres oportunidades, y balón de oro en otra.

Le llegó el retiro, con un Mundial que se rendía a sus pies, en Alemania. No fue el mejor, Francia perdería el título ante Italia, y él se iría expulsado minutos antes del final del encuentro, después de un “mediático” cabezazo a Matterazzi.

Se fue un grande, quizás el mejor de los últimos 10 años.

Y apareció otro, un brasileño que no sólo sonríe, sino que también divierte al público. También compartió partidos con Zidane, pero está claro que si hay alguien que es el sucesor para ser el mejor, es él.

Después de un gran paso por el Gremio, su casa futbolísticamente hablando, tuvo ofertas de hasta €78 millones de euros, pero se inclinó por ir al PSG, de Francia. Otro punto de encuentro con Zidane.

Con grandes actuaciones en la selección brasileña, se fue a probar suerte a París. Después llegaría la final de la Copa Mundial 2002, y el título. Más tarde se peleó con el DT del PSG, Luis Fernández y decidió irse a otros pagos.

Barcelona sería su nueva casa, con muchos títulos que vendrían, y consagraciones como el mejor del mundo en dos oportunidades.

Dos grandes, dos que derrochan alegría en el fútbol. Uno se fue, el otro se queda un rato más, por suerte.