El día que buscaron un tesoro en un cementerio de Latinoamérica: del escándalo papal a una fortuna inexplicable

Búsqueda del tesoro de las hermanas Masilotti

Montevideo, capital del Uruguay, fue fundada el 24 de diciembre de 1726. Entre sus siglos de historia hay uno que aún hoy llama la atención de locales y turistas que por primera vez escuchan lo que podría ser un episodio sacado de cualquier película de misterio: excavar en un cementerio para dar con un tesoro.

El Cementerio Central de Montevideo fue fundado en 1835, pero nada lo tendría preparado para lo que ocurrió en la década de los 50s con la llegada de las hermanas Clara y Laura Masilotti, de nacionalidad italiana, arribaron al país con un solo objetivo: buscar un tesoro que -decían- se encontraba allí.

La prensa no tardó en enterarse y terminó por siendo de lo más comentado, surgiendo diferentes teorías que tenían su origen en el Barrio Palermo. Sucedía que Clara tenía un mapa muy viejo de su padre, escrito de su puño y letra con las posibles coordenadas del lugar exacto donde estaba el ansiado tesoro: calles Gonzalo Ramírez, Yaguarón y Ejido.

Cementerio Central en la actualidad

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El origen, ¿papal? del tesoro

Hay varias versiones sobre el origen de este relato y uno tiene una relación más que particular con el Vaticano. Todo comenzó cuando llegó a Montevideo Don José María Mastai, quien pasó a la historia como Pío IX, se dice que tuvo un romance con una chica de aquella capital de la cual nació un hijo. Mastai debió viajar a Italia, pero mandó el tesoro como un obsequio para el niño que, años después, se transformó en el padre de las hermanas Masilotti.

Pío IX

La otra versión es que el abuelo de las hermanas era en realidad un cardenal de Italia, excomulgado por la iglesia católica y quien posteriormente engañó a la gente pidiendo donaciones. Así fue formando un enorme tesoro, pero cuando levantó sospechas debió huir al Uruguay y para pasar desapercibido, se alistó al regimiento de Garibaldi, escondiendo el tesoro en la casa del famoso italiano hasta que falleció una de las pequeñas hijas de este y fue enterrada con el motín dentro del ataúd.

Cuando se hicieron reformas en el Cementerio Central, muchos cuerpos fueron trasladados, entre ellos el tesoro del cardenal, por lo que las coordenadas quedaron envueltas en un misterio.

Búsqueda de un tesoro que se "esfumó"

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La lucha de las hermanas Masilotti

Teniendo el respaldo de prestigiosos abogados, movilizaron al gobierno para comenzar los trámites judiciales que generaron varias polémicas.

Primero, la iglesia católica calificó una "profanación" realizar excavaciones en suelo sagrado. Por un lado apoyaban al clero y otros querían que las hermanas tengan un final feliz. Finalmente, la Justicia dio fallo a favor de ellas y comenzó la primera excavación el 21 de mayo de 1951, sobre el lado oeste del cementerio.

Mucha gente curiosa se trepaba por los muros para ver la evolución de las excavaciones; habían periodistas de todas partes, ya que la noticia tuvo trascendencia, era un constante bullicio durante el día. Se decidió cerrar el cementerio al público y hasta cambiar las tareas para hacerlas de noche.

Clara Masilotti viajó a Montevideo con su hermana

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Paradero del tesoro

Las Masilotti tenían el dato que debían recorrer cierto túnel, llevando a una escalinata, para taparse con una pared de loza. Llegaron hasta allí, pero no se encontró ningún tesoro.

La principal hipótesis es que las coordenadas que figuraban en el mapa confundieron a las hermanas: antiguamente la puerta principal de acceso al cementerio no era por la calle Gonzalo Ramírez, sino que se ingresaba por el costado. También en el mapa figuraba una capilla, pero en el camposanto no se encontró ninguna.

Un enigma en el Cementerio Central de Montevideo

El lugar pudo haber sido sobre la Rambla 25 de Agosto, entre las calles Juan Carlos Gómez e Ituazingó. Allí está la antigua casa de Ximenes, donde se hospedó con su comitiva Mastai y ahí sí figuraba una capilla.

La búsqueda duró cerca de veinte años, pero nunca lo encontraron. El barrio Palermo no olvida y sostiene que sí existió, pero que manos negras se lo habían llevado antes de que el par de hermanas llegara a reclamarlo.

Los vecinos siempre transmitieron la misma versión: existió allí una fábrica de jabón y se cree que en el momento en que realizaban reformas para ampliarla, descubrieron los túneles subterráneos y hallaron el tesoro. Los dueños viajaron a Europa y regresaron siendo millonarios, una fortuna que nunca pudieron justificar ante el ojo público, por lo que todos apuntaba a este hallazgo.