Cuánto contamina una taza de café: 3 grandes ideas para minimizar tu impacto ambiental
En Argentina se consumen 200 tazas de café por persona por año, lo que equivale a 1.6 millones de vasos descartables anuales, del que se recicla menos del 1%. ¿Y las cápsulas, son reciclables? Cómo seguir disfrutando del café minimizando la generación de resíduos.
Un hábito cotidiano y aparentemente “inofensivo” como tomar un café al paso puede ser una fuente de residuos y contaminación que perdura por siglos. Vasos descartables, tapas, fundas térmicas, cucharitas y muchos otros residuos derivados de la producción y el transporte acumulan una cantidad enorme de plástico, del que solo se recicla una mínima parte.
Según un informe del Instituto de Tecnología de la UADE, en Argentina se consumen 200 tazas de café por persona por año. Teniendo en cuenta que más del 60% del café que se toma en oficinas, bares y la vía pública se consume en envases de un solo uso, esto equivaldría a 1615 millones de vasos descartados anualmente, que si se apilaran, ocuparían unos 387.750 metros cúbicos, equivalentes al volumen de 29 Obeliscos como el de la Ciudad de Buenos Aires.
El problema es que, si bien los vasos plásticos se denominan “reciclables”, menos del 1% de estos recipientes se recicla efectivamente, ya que en su mayoría están hechos de “polipapel”, un material compuesto de fibras de celulosa y polietileno, difícil de separar para poder ser procesado.
La realidad es que la gran mayoría de estos envases termina en rellenos sanitarios, quemas a cielo abierto, basurales o directamente en el ambiente. Diversos estudios muestran que los materiales plásticos tardan más de 500 años en degradarse. Y cuando lo hacen, liberan microplásticos al ambiente, con efectos tóxicos sobre los organismos vivos.
El informe “COntaminación plástica: una amenaza silenciosa para la salud”, de la Plásticos, elaborado por WWF (representada en Argentina por Fundación Vida Silvestre), y la Universidad de Birmingham, muestra que los micro y nano plásticos (MnP) y los aditivos químicos que contienen, están vinculados a alteraciones endócrinas, cánceres relacionados con hormonas (como el de mama y testículo), problemas reproductivos, infertilidad y afecciones respiratorias crónicas.
En definitiva, un residuo pequeño y cotidiano, multiplicado por millones, tiene un impacto ambiental enorme. Y esto sin contar las tapas, las fundas térmicas, las cucharitas plásticas ni los residuos derivados de la producción y transporte de estos envases, cuya huella de carbono también es significativa.
Del desecho al insumo
El problema de los recipientes plásticos de un solo uso requiere acciones urgentes. No hay una solución única sino que implica “una combinación de: cambios de hábito, políticas públicas e innovación”, destaca el informe de la UADE.
Con esta lógica, un proyecto de alumnos de esta universidad convierte desechos de café en envases y embalajes biodegradables, a partir de la borra de café generada en la cafetería universitaria.
La iniciativa involucra a docentes y estudiantes de las carreras de Diseño Industrial, Diseño Textil e Indumentaria y Licenciatura en Biotecnología. Liderado por la diseñadora Camila Castro Grinstein, busca transformar residuos orgánicos en recursos mediante investigación aplicada.
En este proceso, los estudiantes combinan desechos de café con otros componentes naturales para crear nuevos biomateriales capaces de reemplazar plásticos y cartones convencionales. “Los primeros resultados muestran materiales resistentes, moldeables y completamente biodegradables, ideales para aplicaciones en envases, utensilios y accesorios de diseño”, afirma Castro Grinstein. “El café que antes era basura ahora puede volver al circuito productivo en forma de objetos útiles y sustentables”, destaca la diseñadora.
Así nació la firma Etimo, que desarrolla biomateriales con residuos gastronómicos y creó una “taza-borra” a partir de la borra de café. A partir de convenios con cadenas de cafeterías como Starbucks, Full, Cabrales y Evaristo, la firma retira los residuos, produce los biomateriales y los convierte en tazas reutilizables que al final de su vida útil se pueden compostar, aportando nutrientes al suelo.
Cápsulas recargables y compostables
Una tendencia creciente es la preparación de café en cápsulas individuales de aluminio, cuyo impacto ambiental es significativo, dado que cada cápsula tarda más de 150 años en degradarse.
Frente a este desafío, la marca de cafés de especialidad Caffettino desarrolló cápsulas recargables que se pueden reutilizar y compostables que se desechan junto a la borra. Las cápsulas están elaboradas con biopolímeros de almidón de papa, selladas herméticamente con filtros del mismo biomaterial.
“A diferencia de las cápsulas tradicionales de plástico o aluminio –que pueden tardar entre 150 y 500 años en degradarse–, las cápsulas compostables se descomponen entre 6 y 12 meses, ayudadaspor el residuo orgánico del café que contienen” explica Christian Faraoni, fundador de Caffettino.
La compañía produce más de 12.000 cápsulas por día en su planta de la localidad de Villa Lynch, y proyecta duplicar esa cifra en los próximos meses y fabricarlas también para otras marcas.
Café circular
Más allá de la innovación y el desarrollo de nuevos biomateriales compostables, la solución al problema de los envases de un solo uso pasa por un cambio cultural. En esta búsqueda, la plataforma “café circular” propone la reutilización de los vasos de café en una red de cafeterías adheridas a lo largo del país.
La plataforma propone que los clientes paguen una seña para llevar su vaso con tapa y cucharita reutilizables, que luego pueden devolver en otra cafetería de la red y obtener un reembolso; o un descuento en el próximo café llevando su propia taza.
La iniciativa responde a un modelo de economía circular, que -a diferencia de la actual economía lineal basada en la extracción de recursos, producción, consumo y descarte- promueve la reutilización de los materiales o su transformación en materias primas para nuevos procesos productivos.
En este camino, la suma de decisiones y acciones cotidianas, como reutilizar las tazas de café, separar los residuos y compostarlos, hacen la diferencia.