Esta infección viral puede afectar simultáneamente el sistema respiratorio, digestivo y nervioso. Detectarla de forma temprana es fundamental para prevenir daños neurológicos graves y reducir el riesgo de mortalidad.
Por Canal26
Domingo 15 de Junio de 2025 - 20:00
Las vacunas son la herramienta más efectiva para proteger a perros y gatos. Foto: Unsplash.
Aunque la medicina veterinaria avanzó notablemente, enfermedades como el moquillo siguen circulando tanto en zonas urbanas como rurales. Esta patología viral puede ser especialmente peligrosa en animales jóvenes o que no se vacunaron.
Las vacunas son la herramienta más efectiva para proteger a perros y gatos frente a enfermedades infecciosas potencialmente mortales. Por eso, respetar el calendario de vacunación desde temprana edad y aplicar los refuerzos anuales es clave para mantener a las mascotas sanas y frenar la transmisión de virus de alta contagiosidad.
Las vacunas son la herramienta más efectiva para proteger a perros y gatos. Foto: Unsplash.
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En perros, el moquillo —también conocido como distemper— es una infección viral que puede comprometer varios sistemas del cuerpo: el respiratorio, el digestivo y el nervioso.
Según el Hospital Veterinario Menes (España), los síntomas aparecen entre los tres y seis días posteriores al contagio y pueden confundirse fácilmente con otras infecciones. Entre las señales más comunes se encuentran fiebre, apatía, pérdida de apetito, secreción nasal, vómitos, diarrea y signos de deshidratación. Si la enfermedad avanza, pueden sumarse conjuntivitis, dificultades respiratorias, lesiones en la piel, endurecimiento de las almohadillas, convulsiones, tics musculares y parálisis.
En gatos, el moquillo se conoce como panleucopenia felina, un virus del grupo de los parvovirus. Los síntomas incluyen fiebre, vómitos, diarrea severa, secreción nasal, falta de apetito y decaimiento. Esta infección puede afectar seriamente la médula ósea, el sistema nervioso y el aparato digestivo. Debido a su rápida progresión, es fundamental actuar cuanto antes y acudir al veterinario de forma urgente.
En gatos, el moquillo se conoce como panleucopenia felina. Fuente: Pexels
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No hay una cura específica que elimine el virus del organismo una vez que ha causado infección. Por eso, el abordaje veterinario se enfoca en aliviar los síntomas, prevenir complicaciones y brindar soporte al animal para atravesar la enfermedad.
En los perros, el tratamiento suele incluir antibióticos para prevenir infecciones secundarias, antipiréticos para bajar la fiebre, analgésicos, anticonvulsivos y, en casos graves, hidratación intravenosa.
El enfoque en gatos es similar: estabilizar las funciones vitales, mantener una buena hidratación y tratar las infecciones derivadas. Si bien algunos animales logran superar la enfermedad, pueden quedar con secuelas neurológicas de por vida.
El tratamiento para curar el moquillo suele incluir antibióticos para prevenir infecciones secundarias. Foto: Unsplash.
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El moquillo representa un peligro serio, sobre todo en animales no vacunados. En perros, puede dejar secuelas irreversibles en el sistema nervioso, provocar parálisis o incluso la muerte. En quienes sobreviven, síntomas como los temblores o dificultades motrices pueden persistir.
En gatos, la panleucopenia puede debilitar drásticamente el sistema inmunológico al atacar la médula ósea, lo que facilita infecciones secundarias muy graves. Los felinos que se recuperan suelen necesitar semanas para volver a su estado normal. Además, el virus puede propagarse rápidamente en refugios, criaderos o colonias felinas.
Cómo se contagia el moquillo. Foto: Freepik.
Tanto en perros como en gatos, el virus se transmite con facilidad. En el caso de los caninos, se contagia por el contacto con secreciones de animales infectados o por inhalación de partículas virales del ambiente. En los felinos, el virus puede ingresar al organismo a través de superficies contaminadas, agua, utensilios compartidos o incluso por transmisión materna.
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La prevención es la única forma efectiva de proteger a las mascotas. En perros, se recomienda comenzar la vacunación entre las seis y doce semanas de edad con un esquema de tres dosis iniciales y refuerzos anuales. Hasta completar el esquema, es importante que los cachorros no entren en contacto con otros animales o lugares públicos.
En gatos, también se aconseja vacunar desde las primeras semanas, especialmente si tienen acceso al exterior o conviven con otros felinos. Como el virus puede estar presente en objetos, mantener limpios los comederos, bebederos y bandejas sanitarias es una medida fundamental.
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