Un gran secreto para la longevidad: tomar agua todo el día podría alargar la vida, según un estudio

En una época en la que la esperanza de vida es cada vez mayor, uno de los secretos para que lograr un envejecimiento pleno y saludable radica en adoptar hábitos que promuevan el bienestar físico, mental y emocional. Es por eso que un estudio de los Institutos Nacionales de Salud en Estados Unidos reveló que la hidratación adecuada podría no solo mejorar la calidad de vida, sino también prolongarla.
Tomar agua regularmente es fundamental dado que, los investigadores señalan que la falta de hidratación no solo está vinculada al envejecimiento prematuro, sino también al desarrollo de enfermedades crónicas graves.

En particular, el estudio descubrió una correlación alarmante entre la deshidratación y el aumento de ciertos indicadores biológicos de envejecimiento, como los niveles elevados de sodio en la sangre. A su vez, unos niveles altos de sodio se asocian con una mayor probabilidad de padecer enfermedades como la diabetes, la insuficiencia cardiaca o la demencia.
Incluso, las personas con niveles de sodio superiores a 142 mmol/l tienen un 10% a 15% más de probabilidades de ser biológicamente mayores que su edad real. Si estos niveles se superan los 144 mmol/l, las probabilidades de envejecimiento acelerado se duplican al 50%.
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Hidratarse adecuadamente, clave para un envejecimiento saludable
Considerando que el cuerpo humano está compuesto en un 60% por agua, la comprensión más profunda de cómo la deshidratación afecta el sistema biológico es fundamental.
La deshidratación no solo influye en el desarrollo de enfermedades degenerativas asociadas al envejecimiento, sino que, además, un cuerpo correctamente hidratado tiene una mejor capacidad para gestionar la inflamación, los procesos de coagulación y el gasto energético, factores que pueden contribuir a una vida más larga y saludable.
De este modo, el estudio basado en el seguimiento de 15.000 personas durante más de 25 años, pone en evidencia la importancia de evitar la deshidratación extrema así como también de adoptar una rutina de hidratación diaria adecuada.
Así, una de las conclusiones que se desprenden del estudio tiene que ver con que la sensación de sed no es un buen indicador de cuándo debemos beber agua. Cuando las personas sienten esa necesidad, ya están en una fase de deshidratación que puede tener efectos perjudiciales en su organismo.