Una impactante bola de fuego sorprendió a varias provincias argentinas: qué era y por qué apareció

Vecinos de varias localidades de La Pampa, el sur de la provincia de Buenos Aires y el sudeste de Río Negro fueron testigos ayer de un espectáculo poco común: una bola de fuego cruzó el cielo al atardecer, dejando un rastro luminoso visible durante varios segundos y generando consultas a la Policía, además de debates sobre su origen.
El fenómeno fue observado en ciudades como Winifreda, Jacinto Arauz y Alpachiri en La Pampa; Bahía Blanca en Buenos Aires; y Viedma en Río Negro. Testigos relataron miedo y asombro mientras presenciaban la estela brillante, y videos difundidos en redes sociales reflejan la sorpresa generalizada.
Según especialistas citados por La Arena, la estela fue causada por un bólido, un meteoro de gran tamaño que se fragmenta al ingresar en la atmósfera. Estos cuerpos celestes suelen desintegrarse antes de tocar la superficie, generando un destello intenso y, en algunos casos, un ruido fuerte.
Uno de los testigos, que presenciaba una ultramaratón en la avenida Luro de Bahía Blanca, comentó: “Vimos un destello similar al de una bengala y luego quedó la estela”. En las grabaciones compartidas en redes sociales, se escucharon expresiones de sorpresa y temor, mientras algunas personas intentaban alertar a familiares sobre el paso del meteoro.
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La espectacularidad del fenómeno provocó múltiples interpretaciones. Mientras algunos lo consideraron una estrella fugaz, otros especularon sobre basura espacial o un meteorito. Analistas en meteorología y astronomía explicaron que la persistencia de la estela y la intensidad del destello correspondían al paso rápido de un meteoroide de grandes dimensiones, cuya observación aumentó la curiosidad y el debate.

Basura espacial: un riesgo creciente
En paralelo, la licenciada en Astronomía Cecilia Valenti alertó sobre los peligros de la basura espacial en la era moderna. En diálogo con DEF, señaló:
“De los cientos de miles de objetos que orbitan la Tierra, se estima que entre 7000 y 13.000 están operativos y pueden ser maniobrados para evitar colisiones. El resto, un alarmante 94%, es basura espacial: satélites fuera de servicio, restos de cohetes, fragmentos de colisiones y otros desechos creados por el ser humano que permanecen a la deriva“.

"Muchos de estos objetos se desintegran al reingresar a la atmósfera, a 200 kilómetros de altura, pero otros permanecen en órbita durante largos períodos y representan una amenaza para las misiones espaciales futuras“, añadió.
La especialista aclaró que, aunque el riesgo de que un desecho espacial impacte directamente a una persona es bajo, “actualmente dicha posibilidad está en aumento. Por lo cual es crucial gestionar el tráfico espacial, para asegurar que el espacio siga siendo un recurso accesible y seguro para todos”.