El 30 de abril de 1874, en Lobos, moría en "combate desigual" el forajido que mantuvo en vilo a las autoridades. Mitos y verdades de un hombre que es irremediablemente parte de la cultura argentina.
Uno de los pocos retratos de Moreira.
El 30 de abril se cumple un nuevo aniversario de la muerte (en 1874) del mítico Juan Moreira, conocido por sus andanzas en la provincia de Buenos Aires y por ser el último de los gauchos rebeldes. Si bien siempre estuvo presente en la cultura argentina, cobró notoriedad por la inolvidable representación de Rodolfo Bebán en la película que lleva su nombre, dirigida por Leonardo Favio. Un repaso de su intensa vida que desembocó en un trágico final.
Juan Gregorio nació en 1829 (no hay registros oficiales de la fecha) en lo que hoy es el barrio porteño de Flores, siendo hijo de Mateo Blanco y María Ventura Núñez. Su padre fue miembro de La Mazorca y conocido por la crueldad de sus actos, tanto que Juan Manuel de Rosas había ordenado su ejecución. Su madre decidió alejarlo de la ciudad para instalarse en Lobos y se cambió el apellido a Moreira.
A la derecha el cráneo de Moreira cuya historia involucra a la familia del ex presidente Perón.
Ya en la zona comenzó a trabajar de peón en la estancia de los Correa Morales, ubicada en Navarro, y se casó con Vicenta Santillán. Su primer crimen lo cometió en 1856 al asesinar al pulpero Sardetti porque le prestó 10.000 pesos y nunca se los devolvió. Este hecho le ganó la reputación de "hombre de armas tomar", incluso fue guardaespaldas de Adolfo Alsina quien le regaló un caballo y un facón con cabo de plata. Tiempo después volvería a matar: esta vez a Juan Córdoba de 29 puñaladas, ¿la causa? un problema de polleras.
Este crimen lo obligó a vivir escapando de la policía, recorriendo los pueblos de Las Heras, Navarro, Lobos, 25 de Mayo y 9 de Julio donde vivió un tiempo escondido en una toldería. Las andanzas del gaucho no terminaron y volvió a cometer varios crímenes al asesinar a José Leguizamón y a Melquíades Ramallo de dos disparos, este último buscaba detenerlo vivo o muerto.
Moreira sumaba 15 asesinatos, al menos que constaban en las actas, y se convirtió en un problema para las autoridades. Ya lo dijo el dicho: "la manzana nunca cae lejos del árbol", puesto que le terminaría sucediendo lo que a su padre quien cuando se volvió “indomable” comenzaron a pedir su cabeza. El final de Moreira no tardaría en llegar.
Fachada del prostíbulo La Estrella.
Un grupo de treinta policías, al mando del coronel Francisco Bosch, decidieron ir en su búsqueda. El forajido se encontraba en el prostíbulo La Estrella de Lobos, lugar de donde intentó escapar sin éxito porque cuando quiso trepar un tapial el sargento Andrés Chirino le clavó la bayoneta del fusil. Moreira dejaba de existir para pasar a convertirse en un mito de la cultura popular.
Tapial donde asesinaron a Moreira, la foto data de 1913.
La historia de su cuerpo es un tanto peculiar ya que estuvo varios días sin ser enterrado porque los vecinos querían ver su cuerpo. Finalmente fue sepultado en el cementerio de Lobos donde por años el lugar se transformó en un lugar de culto dejándole flores y convirtiéndolo en una especie de ídolo justiciero y popular. Ahora bien, la mayoría de sus restos descansan en el cementerio del pueblo pero no así su cráneo cuya historia es aún más increíble.
Tumba del gaucho Moreira en Lobos.
En 1877 Eugenio de Mármol de profesión médico exhumó los restos del gaucho y se quedó con el cráneo para realizar estudios e intentar confirmar o descartar las teorías criminales que rondaban alrededor de su vida; algunos afirmaban que la forma de su cráneo podía explicar los motivos de sus crímenes. Esto jamás lo pudo confirmar y así terminó regalándoselo a su amigo y colega Tomás Perón.
El médico Tomás Perón, abuelo paterno de Juan Domingo.
Al fallecer el Dr. Perón en 1889, el cráneo pasó a custodia de su esposa, Dominga Dutey Cirus, quien se lo dejaría de herencia a su hijo Mario Tomás que exhibió el objeto en su estudio. Una tarde su hijo, Juan Domingo, en su afán de realizar una travesura lo tomó y en el intento de asustar una vecina se le cayó. ¿El resultado? el cráneo terminó perdiendo algunos dientes.
Juan Domingo y su hermano mayor Mario.
Después de idas y venidas entre el Museo de Luján y Lobos actualmente el cráneo se encuentra en el Museo Juan Domingo Perón, pero fue quitado de vitrina ya que existe una ley que prohíbe exhibir restos mortales en esos lugares.
Cráneo de Moreira, actualmente fuera de exhibición del museo de Juan Domingo Perón en Lobos.
Aventurero, criminal, asesino, justiciero o mito, cualquier adjetivo de estos entra perfectamente en una descripción – irremediablemente polémica - que cualquiera quisiera hacer sobre Juan Moreira. Lo cierto es que es innegable su importancia en el relato cultural, ese relato de país que se sigue construyendo ya que fue parte de una época y definió a un tipo de argentino tan característico de la zona y que tan marginado se vio. ¿Héroe o villano? Eso queda a cuenta de cada lector.
Por Yasmin Ali
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