Fiesta Tacuba: ojalá que vuelva a llover Café

A sala llena, con pulso roquero, experimental y siempre bailable, los mexicanos ratificaron porqué hacen del escenario un espacio de celebración y de las butacas un lugar innecesario. Por Sergio Corpacci

Por Canal26

Domingo 24 de Febrero de 2008 - 00:00

El diccionario de la Real Academia Española define a Sino como hado, destino o suerte. Los cronistas de policiales suelen publicarlo adjetivado: “Trágico sino” remite a muerte en ocasión no natural.

Sino también puede leerse como dualidad positiva negativa que si bien afirma también niega.

Cualquiera fuera la intención y mas allá de toda especulación Cafè Tacuba y su Sino pasaron por Buenos Aires con la excusa de presentarlo y la certeza de afirmar y reafirmar el carácter de banda ecléctica que mixtura pop, rock, rancheras con una energía psicodélica tan contagiosa como innegable.

Con “seguir siendo – tengo todo” arrancaron Ruben Albarrán en el papel de frontman inigualable las cuerdas virtuosas de los hermanos Rangel , un Emmanuel del Real que va de los teclados a la guitarra, tanto a la voz como al soplido de un caño de pvc que le da un toque distintivo. Más Luis “Children” Lezama, el quinto Tacubo en las sombras pero que brilla en la batería, los mexicanos encendieron la chispa a las 21.50 de este último sábado.

La lista de temas estipulada, pródiga en hits de todas las épocas dejaba a las claras que la avalancha de éxitos primaría por sobre los nuevos temas de la placa a presentar.

Conscientes y permeables a ofrecer a la gente eso que viene a escuchar se sucedieron “Cero y Uno” y “Puntos cardinales”. A la celebradísima “Locomotora” la precedió “Trópico de Cáncer” alegato ecologista que con una altura en música y letra narran la historia de un ingeniero petrolero desencantado con la avalancha de hidrocarburo y males que a su entender su uso y abuso generan. Sin caer en el panfleto enarbolaron compromiso sin hacer bandera.

Sobrevendría luego un set antológico donde lo único fuera de lugar fue el espacio que al baile le roban las butacas. Así con Albarrán a cara descubierta “La ingrata” preludió a la conmovedora “Alarma” y a “Chilanga Banda” en la que todos las lenguas se fundieron y porque no confundieron con el cool y festejado dialecto plagado de modismos aztecas. Para imitar al cantante y sacarse el sombrero.

“La Chica Banda” vendría con sorpresa incluida: las niñas arengadas no dudaron en aceptar la particular invitación. Una treintena de mujercitas en la piel de la groupie que la canción dedica coparon el escenario. Al ritmo de la música y los respetuosos besos y abrazos que cantante y fans se prodigaban llegaría el momento inédito donde el vocalista al mejor estilo “mosh” fue alzado y pasado en manos femeninas que jamás olvidarán la secuencia. Es costumbre de los mexicanos sorprender ya que en el último Pespi Music regalaron un inolvidable pogo femenino.

Ni con “Dèjate caer” decayó el clima festivo donde sobresalió el micrófono y una de las rodillas de Albarrán que prefirió cantar acostado en una de las escalinatas. “Eres” acarameló a enamorados y prendió celulares, esos ya no tan nuevos encendedores.

La lista presagiaba un final engañoso, algo faltaba. Los bises multiplicados por cinco parecieron cerrar la velada entre homenajes a Depeche Mode y coreografías de baile con los músicos despojados de instrumentos y de toda vergüenza.

Y cuando se aguardaba que las luces prendieran en la concurrencia los inevitables pormenores del show, llegó “el momento de las complacencias”. Faltaba más y fueron los bonus tracks a pedido de quien quiera oír que pida.

Con “María”, “El Metro” y “Las persianas” y "Cómo te extraño" entre otros a las 00:35 se bajaba el imaginario telón con una desenfrenada energía punk .

De arriba abajo y abajo arriba, complacientes y complacidos del Sino. Café, plato principal y qué postre. Servidos por el destino o esa dualidad no confirmada. Quién sabe. Y a quién le importa.