Por Canal26
Miércoles 28 de Enero de 2015 - 00:00
En menos de un mes han explotado tres casos de “venganza pornográfica”, pero la gente no se protege.
Si entró aunque sea una vez en internet o una red social es hora de que entienda que la privacidad no existe. Nunca ha existido, y creer lo contrario “es como darle una bala a alguien que tiene un revólver”.
El psicólogo clínico Luis Caraballo dramatizó así las consecuencias de adentrarnos en el mundo cibernético sin sopesar las consecuencias de nuestros actos y dejándonos llevar por la confianza. Hasta nosotros mismos, con un desliz de un dedo, podemos destrozarnos la reputación al publicar contenido objetable o que nos exponga al escarnio.
Lamentablemente, las violaciones a la honra y la privacidad no tienen freno.
En un país donde el 70 por ciento de los matrimonios terminan en divorcio y las infidelidades hacen orilla, pensar que van a respetar su intimidad es, en el menor de los casos, ignorancia.
“Un acto de venganza generalmente se hace dentro de un estado de impulsividad donde no estás pensando las cosas; es lo mismo cuando alguien mata, no está pensando en las consecuencias. El acto de revanchismo está guiado por un nivel de impulsividad de una persona que no pensó en las consecuencias de sus actos”.
Sobre este punto, el sociólogo Manuel Torres Márquez recalca que el supuesto anonimato de las redes e internet es un terreno fértil para inescrupulosos. “Antes, si ibas a difamar a una persona, lo difamabas en su círculo, en su comunidad, en la plaza de recreo y, si eras más atrevido o arriesgado, a través de un medio radial o prensa escrita, pero ahora la posibilidad de hacer uso de un medio que no pone límites propician este tipo de comunicación donde abunda la violencia”.
Cuando el acto de venganza se hace por internet “la persona sabe que el daño es de alto impacto y le puedes ver la intención, el deseo de humillar y maltratar no solo ahora, sino a mediano y largo plazo, a ti y a tus seres queridos”, recalca Caraballo. “El efecto es devastador y es algo que queda para siempre por más que trates de deshacerlo, y deja una marca en la vida social, laboral y familiar”, advierte.
Confianza ciega
“Pero es que lo quiero”; “si no confío en mi pareja, en quién” o “nunca podría traicionarme” son los razonamientos de quienes defienden la práctica de tomarse y enviar fotos y vídeos sexuales a sus esposos, novios o amantes.
Caraballo alerta que, aunque esto sea cierto, “esa pareja hoy está contigo pero no sabes mañana... puedes pedirle que las borre, pero enviárselas por e-mail y guardarlas toma un segundo”.
¿Y con el sexo cibernético, a través de transmisión en vivo? “Tú no sabes si la otra persona te está grabando del otro lado”, sentencia Caraballo. “No es que ‘a mi nunca me va a pasar’ o ‘es que él/ella es una persona seria’... no confíes. Quien practica este tipo de venganza tiene un nivel de impulsividad alto o una personalidad antisocial que son capaces de hacer daño sin remordimiento”. (Fuente: primerahora.com).
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