En la provincia de Santa Cruz, al borde de la Ruta 3 en la Patagonia, aún sobrevive la estancia Fratzscher que en los años '40 fue propiedad de un pionero alemán de la zona. Con los años, el lugar fue mencionado por los vecinos como el del "banco de Hitler", donde el líder nazi -tras llegar a la Argentina- se sentaba a contemplar el mar. Un relato signado por los datos, el misterio y la leyenda. El banco... sigue allí.
Un misterioso banco de madera a orillas del mar y Adolf Hitler.
Viajar hacia el sur argentino recorriendo la interminable Ruta 3 implica adentrarse en un paisaje de ensueños que -además de ser muy bello- llama la atención por su galopante monotonía y una creciente sensación de soledad.
Quienes hacen el recorrido sienten que, de alguna manera, esos lejanos parajes no invitan a otra cosa que no sea mirar el extenso y bellísimo mar; pero sin embargo; el camino costero es en sí mismo el misterioso escenario en donde conviven perfectamente la leyenda y la curiosidad.
Una vez traspasado el límite entre las provincias patagónicas de Chubut y Santa Cruz, transitando unos 10 kilómetros en dirección a Caleta Olivia (la próxima "gran" ciudad que se encuentra en el camino) puede verse un terreno ondulado que antecede -y en parte oculta- la tranquera de la Estancia Fratzscher, un viejo establecimiento que en los años '40 perteneció a un pionero alemán llamado Magnus Fratzscher.
Actualmente (para quienes nos paramos frente a la historia oficial con una mirada crítica) es relativamente sencillo establecer relaciones y trazar paralelismos entre las muchísimas viejas propiedades alemanas de la zona y los intereses que -una vez llegado Hitler al poder- pasaron a responder directamente a los designios del III Reich, sin embargo por aquellos años ni bien finalizada la Segunda Guerra Mundial, eso no era tan así.
Como fuera, a finales de 1945 y por más que esas ventosas y desoladas playas sureñas estuvieran ubicadas en el mismísimo "c... del mundo", no fueron pocos los que en más de una oportunidad creyeron ver a alguien muy famoso merodeando las costas como si se tratara de un simple vaqueano más.
La Ruta 3 (arriba), y el desvío hacia la Estancia Fratzscher (abajo).
Lo curioso del caso es que la práctica mayoría de quienes aseguraban haberlo visto, coincidían en afirmar que ese hombre no era otro más que Adolf Hitler, el Führer nazi alemán, quien solía sentarse en un banco de madera ubicado frente al mar.
Según esos comentarios vestidos de leyenda, podría pensarse que los ojos celeste profundo del exiliado líder nazi se fundían cada amanecer con las azuladas extensiones inconmensurables del mismo Océano Atlántico que poco tiempo antes se había animado a cruzar, repitiendo con melancólico hastío, cada día, su silencioso y solitario ritual.
La lomada que antecede al "banco de Hitler" (arriba) y una toma aérea del lugar (Abajo. Foto: Google Earth).
Actualmente, ese banco sigue estando allí, solitario a unos 100 metros de la costa junto a la tranquera que aún franquea o habilita el paso hacia la intrigante propiedad. Quienes niegan esta historia, defienden a capa y espada la versión que indica que quien sentaba allí era en realidad un tal Alejandro Schicorra, vecino de la zona que tenía un asombroso parecido a Hitler y que trabajaba en la importante planta de la firma Astra, curiosamente inyectada con fuerte capital alemán.
De todos modos, es más que probable (estoy entre los que piensan así) que Schicorra fuera parte del plan de quienes colaboraban con el escape del Führer para rebatir los comentarios de no pocos sorprendidos que podrían llegar a dar testimonio de avistajes de Hitler o incluso para dejar sin argumentos a quienes creían que, en efecto, Hitler no se había suicidado en Berlín.
El "banco de Hitler" a la vera del camino, frente al mar.
Pero pese a los sostenidos intentos por confundir o despistar, ese mismo banco de madera es llamado y conocido por todos los vecinos de la zona como "el banco de Hitler", un lugar de reposo y descanso que nadie, nunca jamás, se atrevió siquiera a tocar...
El misterioso banco, con sus inconfesables secretos, sigue estando allí...
Fotos: Marcelo García
Instagram: @marcelo.garcia.escritor
Twitter: @mdGarciaOficial
Nota: El artículo no expresa ideología política. Solo investigación histórica.
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