Un acto multitudinario fue organizado con el único motivo de que la Primera Dama confirmara el deseo de muchos militantes y parte del peronismo: acompañar a Perón en la fórmula de las próximas elecciones. Pero conflictos internos y un final inevitable truncarían el desea. El trasfondo de 8 días que terminaron con un histórico discurso de una renuncia a una candidatura que nunca fue.
Acto del 22 de agosto de 1951.
En febrero de 1951, a nueve meses de las elecciones presidenciales, desde el peronismo comenzaba a tomar fuerza la idea de la fórmula Perón-Perón. El entonces presidente, Juan Domingo Perón, buscaba la reelección tras el primer período presidencial que había comenzado en junio de 1946 y la candidata a acompañarlo en la fórmula no era otra que su esposa, Eva Duarte. Pero el cáncer de Eva avanzaba despiadadamente y el sueño quedó trunco aquel 31 de agosto del mismo año al anunciar oficialmente su renuncia. La historia de cómo se gestó lo que no pudo ser.
Aún en los albores de 1951 eran varias las agrupaciones políticas, incluido el Partido Peronista Femenino que en esos comicios votarían por primera vez, que veían esta fórmula como la ideal para un triunfo cómodo aunque debieron pasar varios meses para algún tipo de respuesta y se decidió esperar hasta el último momento para cualquier tipo de anuncio.
El escenario del multitudinario acto del 22 de agosto.
Era julio cuando se dio a conocer que las elecciones se iban a celebrar el 11 de noviembre en lugar de febrero de 1952. Un mes después, en agosto, la dirección de la CGT aprobaría la fórmula tan pedido por los descamisados de Evita: Perón-Perón. El 22 de dicho mes José Espejo, secretario general de la CGT, organizó una masiva concentración para que sea el pueblo quien pidiera por la candidatura.
Para ese entonces Perón le había pedido a Eva que no aceptara, su cáncer estaba avanzado y las Fuerzas Armadas le habían exigido al Presidente no tenerla de compañera de fórmula. Nunca fue de su agrado y no querían que esté en la línea de sucesión presidencial, la idea de que se haga cargo de las milicias era un pensamiento que no podía hacerse realidad. Pese a esto, el General dejó que se realizara el acto.
Se calcula que hubo 2 millones de personas, el Obelisco se puede dislumbrar en el fondo.
El evento debía ser multitudinario, se montó un palco sobre la calle Moreno frente al edificio de Obras Públicas en 9 de Julio. Todo estaba listo para el gran día: 22 de agosto de 1951, dos grandes retratos de Juan y Eva decoraban el escenario junto el escudo peronista con la frase La fórmula de la Patria. Todos esperaban que se hiciera oficial el anuncio de la tan ansiada fórmula presidencial.
Se calcula que ese día asistieron 2 millones de personas, la marea humana iba desde la 9 Julio hasta la avenida Corrientes. Recién a eso de las 17:30 apareció Perón a saludar en el palco junto a ministros, secretarios y sindicalistas. Espejo tomó el micrófono para dirigirse al presidente: “Mi general, notamos una ausencia, la ausencia de vuestra esposa, la señora Eva Perón, la sin par en el mundo, en la historia, en el cariño y en la veneración del pueblo argentino. Tal vez su modestia, que es quizá su más grande galardón, le haya impedido que se encuentre aquí presente, pero este cabildo abierto no podrá continuar sin la presencia de la compañera Eva Perón”.
Eva Perón pronunciando el discurso del 31 de agosto.
Eva salió al balcón en medio del clamor popular que esperaba esa misma tarde que confirme de su boca que sería candidata a vicepresidenta, si bien realizó un discurso ante sus descamisados pidió algunos días para pensar la propuesta. “Mis queridos descamisados, yo les pido que no me hagan hacer lo que nunca quise hacer. Por el cariño que nos une, para una decisión tan trascendental, yo les pido me den, por lo menos, cuatro días para pensarlo”, dijo.
“Yo no quiero que mañana un trabajador argentino se quede sin argumentos cuando los resentidos, los mediocres que aún no me comprenden, digan que yo quería la vicepresidencia. Les pido, como amigos, que se desconcentren”, agregó ante una multitud descontenta como pocas veces y que obligó a Evita a prometer en el escenario que “a las nueve y media” de ese día iba a “contestar por radio”. La respuesta no llegaría ese 22.
El último 17 de octubre de Evita.
Fragmento de Perón, Sinfonía del Sentimiento de Leonardo Favio.
Espejo visitó Casa Rosada al día siguiente para pedir una respuesta definitiva que fue negativa. Eva alegaba que no podía ser candidata porque no veía con buenos ojos una fórmula matrimonial a la presidencia y que en su lugar debía ir un representante aliado al justicialismo. El 31 de agosto de 1951 Evita habló por cadena nacional de radiodifusión para dar a conocer su decisión:
“Quiero comunicar al pueblo mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi patria quisieron brindarme en el histórico cabildo abierto del 22 de agosto. En primer lugar declaro que esta decisión surge de lo más íntimo de mi conciencia, y por eso es totalmente libre y surge de mi voluntad.
Que de mi se diga, cuando se escriba el capítulo maravilloso que la historia dedicará seguramente a Perón, que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevar al presidente las esperanzas del pueblo y que, a esa mujer, el pueblo la llamaba cariñosamente Evita”.
Evita votando el 11 de noviembre de 1951.
El 31 de agosto pasaría a conocerse como el "día del renunciamiento". El 26 de julio de 1952 el cáncer acabaría con su vida y el primer 17 de octubre sin ella fue en su memoria. Hortensio Quijano fue el elegido como el compañero de fórmula, pero falleció a causa de un cáncer antes de asumir el cargo y Perón debió asumir su segundo mandato sin compañero de fórmula hasta que en 1954 se realizaron las elecciones donde salió victorioso Alberto Tessaire. Lo que siguió es conocido: la llamada Revolución Libertadora derrocó a Perón en septiembre de 1955 y lo obligó a un largo exilio que recién terminaría en la década del 70.
Por Yasmin Ali
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