De ser hogar de miles de habitantes a quedar enterrada bajo cenizas y lava: la única “capital fantasma” del mundo está en el Caribe

En el corazón del mar Caribe se esconde una ciudad que una vez fue próspera y llena de vida, con calles repletas de gente, comercios y hogares por doquier. Sin embargo, un desastre natural cambió su destino para siempre, sepultando bajo cenizas y lava todo rastro de su actividad cotidiana.
Esa ciudad es Plymouth, la antigua capital de la isla de Montserrat, que pasó de ser un centro vibrante de la vida caribeña a convertirse en la única “capital fantasma” del mundo.

Antes de su trágico destino, Plymouth -fundada en el siglo XVII durante la época colonial británica- era el centro administrativo, comercial y cultural de Montserrat. La ciudad albergaba a gran parte de los casi 12.000 habitantes del territorio británico de ultramar, con sus edificios coloniales, calles animadas y una vida social muy activa.
Todo cambió en 1995, cuando el volcán Soufrière Hills entró en erupción tras una inactividad de siglos. Durante años, la lava, el barro volcánico y las cenizas obligaron a sus habitantes a huir y dejar atrás casas, edificios y calles completamente destruidas.
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La gota que rebalsó el vaso se dio en 1997, cuando una de las erupciones más devastadoras sepultó Plymouth bajo una capa de cenizas y lava de varios metros de altura. La ciudad quedó inhabitable y más de la mitad de la población debió ser evacuada a la parte norte de la isla o emigrar hacia el Reino Unido y otras naciones del Caribe.
Cómo es Plymouth, la antigua capital de Montserrat
En la actualidad, Plymouth es una ciudad completamente desierta y silenciosa. Las calles que antes estaban llenas de vida y actividad ahora están cubiertas de cenizas, lava solidificada y restos de edificios coloniales en ruinas.
El acceso a la metrópolis está restringido debido al riesgo volcánico, y nadie vive allí desde las erupciones del volcán Soufrière Hills a fines de siglo XX. Hoy es visitada solo por investigadores, geólogos y algunos curiosos, quienes llegan para observar las ruinas y comprender cómo la actividad volcánica puede transformar radicalmente un lugar en muy poco tiempo.

Tras la destrucción de Plymouth, el gobierno de Montserrat tuvo que trasladar sus funciones administrativas a Brades, una pequeña localidad en el norte de la isla. Aunque nunca fue declarada oficialmente como capital, Brades funciona como tal de facto, concentrando los principales servicios gubernamentales y administrativos.
Allí se encuentran oficinas públicas, instituciones educativas y centros de atención a la comunidad, cumpliendo el papel que Plymouth tenía antes de la erupción del volcán. Con el tiempo, Brades se convirtió en el nuevo centro de actividad de la isla, adaptándose a las necesidades de los habitantes desplazados y manteniendo en funcionamiento la administración de Montserrat.