Un país aliado de Estados Unidos despliega su arma naval secreta: el submarino que preocupa a China

Uno de los factores que más desvela a Donald Trump en el plano geopolítico es el crecimiento militar de China en el Indo-Pacífico. El gigante asiático busca consolidar su poder, ampliar sus áreas de influencia, normalizar maniobras militares en aguas disputadas y reducir el margen de acción de Estados Unidos. Esta estrategia genera tensiones crecientes y una respuesta coordinada de Washington junto con aliados regionales a través de pactos de seguridad como el QUAD y AUKUS.
En este escenario, uno de los socios más estratégicos para Estados Unidos es Corea del Sur, que no solo fortalece su cooperación bilateral, sino que también desarrolla capacidades propias de disuasión de alto nivel. Como parte de esa modernización, Seúl desplegó discretamente una de sus armas más avanzadas: el Jang Yeong-sil (SS-087).

Se trata de un nuevo submarino de ataque de 3.600 toneladas. Aunque su construcción comenzó en marzo de 2023, su incorporación oficial a la Armada de Corea del Sur está prevista para finales de 2027: tras completar un riguroso periodo de pruebas, su entrada en servicio está llamada a convertirse en un componente central de la estrategia de defensa surcoreana en una de las regiones más volátiles del mundo.
La botadura del sumergible representa mucho más que una actualización tecnológica de la flota. Constituye una declaración de intenciones destinada a reforzar la soberanía marítima de Corea del Sur y a proyectar una capacidad de disuasión sólida frente al avance estratégico de China. Esta decisión cobra aún mayor relevancia en el contexto del acelerado crecimiento naval de Pekín, que incluye la incorporación de nuevos portaaviones orientados a consolidar su dominio en las rutas marítimas del Indo-Pacífico.
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Las características más increíbles del submarino que desarrolla Corea del Sur
El Jang Yeong-sil, desarrollado con tecnología propia en su totalidad, es la nave principal de su clase, la Changbogo-III Batch-II. Con sus casi 89 metros de eslora, está diseñado para operar con un nivel de discreción muy elevado gracias a su sistema de propulsión diésel-eléctrico.
El submarino integra sensores de última tecnología y un avanzado perfil de sigilo acústico, aunque su mayor ventaja radica en el arsenal que puede portar. La posibilidad de lanzar misiles de crucero con capacidad de ataque a tierra le otorga el alcance necesario para impactar objetivos a cientos de kilómetros de distancia, lo que incrementa de manera significativa su influencia estratégica.

La embarcación también está equipada con un sistema de propulsión auxiliar que mejora su capacidad de supervivencia, permitiendo retomar operaciones incluso ante una falla del sistema principal. Además, incorpora 12 nuevos sistemas de fabricación nacional, sumando un total de 70 componentes locales, lo que fortalece la autonomía tecnológica de Corea del Sur frente a restricciones de exportación y disputas de propiedad intelectual.
Por si fuera poco, su alto nivel de automatización permite que sea operado por una tripulación reducida de 33 miembros, ampliable hasta 55 si la misión lo requiere.
No obstante, aún resta un extenso proceso antes de su plena incorporación operativa. La botadura representa tan solo el inicio, dado que el sumergible debe atravesar un riguroso ciclo de ensayos en el mar. Durante los próximos años se evaluará el rendimiento de cada uno de sus sistemas con el objetivo de garantizar que cumple las estrictas especificaciones establecidas antes de su entrega oficial a la Armada surcoreana.














