Un misterio resuelto: por qué los perros no se reconocen en el espejo

Entender que los perros no se reconocen en el espejo nos ayuda a comprender mejor cómo perciben el mundo. Ellos son grandes receptores de la energía humana y saben leernos en nuestros mejores y peores momentos, pero, sin embargo, no pueden hallarse en su reflejo.
Y aunque puedan reconocer su nombre y el de sus seres queridos, percibir emociones humanas, adaptarse a rutinas complejas e incluso mirar nuestro reflejo a través del espejo, ellos no se ven a sí mismos. ¿Por qué sucede esto?

Científicos se reunieron para investigar la autoconciencia animal llamada test del espejo, donde experimentaron colocar una marca visible (tal como una mancha de pintura) en alguna parte de su cuerpo y que el animal sólo pueda verla a través de un espejo.
Los resultados fueron reveladores: los chimpancés, los delfines, los elefantes y los cuervos pudieron detectar perfectamente su percepción del cuerpo e identificaron la imperfección automáticamente. Sin embargo, no pasó lo mismo con los perros.
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Por otro lado, el neurocientífico Alexandra Horowitz realizó una versión de esta investigación en el año 2016, donde le presentó a un perro su propia orina y la de otros canes. Allí se comprobó que mostraron mayor interés por su territorio.
Otros estudios con neuroimagen (como los del investigador Gregory Berns) mostraron que los perros reconocen voces, rostros y emociones humanas, y activan áreas del cerebro similares a las nuestras al procesar emociones. Esto sugiere una alta sensibilidad social y emocional, aunque no prueba autoconciencia completa.

¿Por qué los perros no se reconocen en el espejo?
Cuando le presentamos a un perro su reflejo, la mayoría de ellos cree ver a otro perro: puede ladrar, gruñir, mover la cola, e incluso mostrar comportamientos de juego. Sin embargo, pronto pierden el interés e ignoran el espejo por completo.
Esto ocurre, según los veterinarios, porque los perros no dependen de la visión como sentido principal para conocer el mundo a otros individuos, sino que se guían por el olfato y el tacto. Esto explica por qué pueden perder el interés: no pueden oler ni escuchar sus propios sonidos, y de ese modo, la interacción física es corta.

Los perros tienen un tipo de autoconciencia distinta a la humana, basada en el cuerpo, los olores y las emociones que experimentan, más que en la autoimagen. De hecho, tienen memoria, sentido del tiempo y el espacio, aprendizaje por experiencia, reconocen fácilmente a sus humanos y sus rutinas, son capaces de sentir afecto y hasta de transitar un duelo, pero, sin embargo, parecen no tener una conciencia sólida de su cuerpo.