¿Es saludable comer la piel del pollo?: la respuesta inesperada de Harvard

Pollo. Foto Freepik

Nada más rico que un buen pollo al horno con la piel dorada, crocante y llena de sabor. Pero esa parte tan tentadora también genera dudas: ¿es realmente saludable comer la piel del pollo o deberíamos evitarla? Para sorpresa de muchos, una investigación de Harvard acaba de dar una respuesta que invita a relajarse.

El pollo es una de las carnes más consumidas en Argentina, por su precio accesible, su versatilidad en la cocina y, claro, su sabor. Es protagonista de guisos, milanesas, ensaladas, empanadas y platos al horno. Pero más allá de su popularidad, siempre estuvo en debate qué hacer con la piel: ¿dejarla, quitarla antes de cocinar o descartarla al servir?

Pollo. Foto Freepik

A diferencia de otras carnes como la de cerdo o vacuna, donde la grasa suele estar distribuida en distintas partes del corte, en el pollo se concentra principalmente en la piel. Por eso muchos prefieren retirarla pensando que es “lo más saludable”. Sin embargo, esa capa crocante que se logra al horno o al spiedo no solo suma sabor, sino que —según Harvard— no representa un riesgo real si se consume con moderación.

Te puede interesar:

¿Cuál es el mejor té para dormir?: infusiones naturales para un buen descanso

Qué dice Harvard y los expertos en nutrición sobre la piel de pollo

Un informe reciente de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard explica que la piel del pollo contiene grasas insaturadas, es decir, las llamadas “grasas buenas”, que podrían incluso aportar beneficios cardiovasculares. Además, cocinar el pollo con la piel ayuda a mantenerlo jugoso, lo que permite reducir el uso de sal o de empanados adicionales.

Freidora de aire. Foto: X

Amy Myrdal Miller, especialista en nutrición y autora del estudio, lo resume así: “La piel del pollo ha tenido mala fama por su contenido graso, pero la mayor parte de esa grasa es saludable. Y al cocinar con la piel, el pollo conserva su sabor y humedad, sin necesidad de agregar más sal ni grasas adicionales”.

En definitiva, quienes disfrutan la piel bien dorada del pollo, pueden dejar de sentir culpa. Siempre que se consuma dentro de una alimentación equilibrada, no hay razones para eliminarla del plato. Al final no es tan mala como nos hicieron creer.

Ante cualquier cambio en la alimentación es importante consultar con un profesional de la salud.