Keane en Argentina en 2009: microclima, microdancing

Tras excesos, una oportuna rehabilitación y terapia grupal, los británicos cerraron el círculo vicioso para presentar “Perfect Simmetry” y repasar sus dos anteriores placas. De canciones con pulso melancólico, bailables y baladas cautivaron a una multitud con eso que fueron a buscar, meta piano y a la bolsa.

Por Canal26

Lunes 9 de Marzo de 2009 - 00:00

Lo más cercano a la risa o la comicidad que debe tener Tom Chaplin es seguramente el apellido. Pero hoy está contento. Se le nota en la cara y en esa sonrisa que supo ser mueca cachetona y mofletuda. Más allá de que a las 21.15 de un sábado un tanto desapacible de inicios de marzo sean las vísperas de su cumpleaños número 30 el cantante de Keane exhala felicidad. No es para menos: pudo limpiarse tras una urgente rehab, parar la pelota cuatro meses antes de que se torne imparable, salvar la banda, grabar el tercer álbum, salir de gira y presentarlo.

Y acá está, junto a sus compañeros de siempre e instrumentos de ahora: guitarra -esa de la que prescindieron en Hopes and Fears y Under the Iron Sea – sintetizadores y un invitado para la ocasión.

“Lover are losing” suelta el grito de una multitud tan linda y bien parecida como los Keane y genera corridas en cientos de rezagados que pugnan por estar ahí dentro y no aquí fuera entre vallas, barro y pecheras naranja guiadoras.

Luego del “Buenos Aires, cómo están”, “Everyboy`s changing” dispara nuevos gritos que ceden con “Nothing in may way”. Es tiempo de Again&Again y de que un Tom Chaplin, complacido y complaciente capee el horizonte celosamente dividido en generales – no da para llamarlas populares – y Campo VIP, tanto como sojero protestón. “Hay mucha gente esta noche en Buenos Aires” se congracia y circunscribe la ciudad a un poblado Club del mismo nombre. Y endulza con eso de “tan hermoso que somos como público” y que obviamente todos ya sabemos.

En “A bad dream” Chaplin acomete el piano de Tim Rice-Oxley para ofrecer una pintura sonora con esencia Coldplay aunque sin la indolencia que caracteriza a los liderados por Chris Martin. “Este es el maldito rock” grita y miente un poco sobre el cierre de “This is the last time” donde sacude teclas y el melancólico microclima que saben generar.

El primer ‘oh oh oh oh’ aparece con “Spiralling” donde se calza la guitarra. Y aunque no teloneó Babasónicos ni estemos apretados, hay microdancing que se corta enseguida con una criolla al arrancar con “Playing along” donde en plan tristón invita a celebrar sus incipientes 30 cuando este sábado muera. “Esta canción es mía y de ustedes” la regala junto a los otros dos Keane amuchados con teclados y cajón en el centro del escenario.

Y que tal si salimos todos a bailar parece decir cuando sacuden un magma sónico y sonoro que disparan sintetizadores y máquinas arrancando aplausos a la concurrencia. Es tiempo de volver a danzar y con “Benda break” no se corta, pero sí con “You don’t see me” que revela como su “canción favorita” para la que pide y recibe celulares, cámaras de video, encendedores.“Esta es una canción de protesta, una canción de paz” comenta y convoca, en perfecto castellano, a todos a cantarla.

Cerca del fin “Crystal Ball” saca chapa de futuro clásico donde los músicos se desatan por primera y única vez con un cierre sónico y descomunal que, permítanme la intervención, me hizo sacudir la cabeza sólo en esa ocasión.

A la hora de los bises amagan con un brevísimo intervalo del que retornan para regalar “Under Pressure”, erizar la piel, recordar al único e insuperable Freddie Mercury e instalarme la duda con aroma a arbitraria certeza de que bien sonaría un “Queen + Tom Chaplin ” sin desmerecer el papel que Paul Rodgers cumple en La Reina.

Y a poco más de una hora de que Chaplin tenga más cara que ahora de Feliz Cumpleaños comienzan a ser historia imágenes de su segunda presentación en Argentina. Esa donde desplegaron un trapo blanco con letras negras que rezaba “Keane Rosario” y que Tom leyó con mueca y cara de qué es esto que estoy diciendo. O la bandera celeste y blanca abrigando como bufanda al micrófono en lugar de la albiceleste calzada en el cantante. Al fin y al cabo son ingleses y un gol con la mano y el mejor de la historia marcados por un tal Maradona pueden más que andar sintiendo sobre la piel la casaca del verdugo, a la postre Campeón Mundial.

“It’s any Wonder” preludió las Gracias Totales de un frontman que ya había dejado todo, voz, presencia y flema inglesa sobre el escenario. “Son una hermosa gente, un hermoso país” comenzó decir adiós un Chaplin del que, ahora sí, colgaba una gran sonrisa.

La dolida “Bedshaped” disparó a unos cuantos rumbo a la salida. Mientras el Club Ciudad de Buenos Aires quedaba atrás, la balada sonaba tan triste como perderse ese colectivo vacío antes de que la multitud pugne por él y el chofer, ajeno a estas lides, esquive y escape.

Por Sergio Corpacci