“Trenes de la felicidad”: los viajes solidarios que cambiaron el destino de miles de niños en la Italia de la posguerra

En un contexto de pobreza, hambre y destrucción, miles de niños fueron trasladados para ser recibidos temporalmente en hogares adoptivos y alcanzar un futuro mejor.
Niños a punto de despedirse de sus padres, a bordo de uno de los tantos Trenes de la felicidad.
Niños a punto de despedirse de sus padres, a bordo de uno de los tantos Trenes de la felicidad. Foto: Wikipedia.

Para la Navidad del año 1945 la suerte de miles de niños italianos cambiaría a causa de los famosos “Trenes de la felicidad” (Treni della felicità, en italiano), una iniciativa de posguerra que prometía un nuevo comienzo con familias que podían ofrecerles alimento, cuidado y un futuro mejor.

Corrían tiempos de fin de la guerra e inicio de una pseudo paz en Europa. La Guerra Fría aún era un concepto que estaba formándose y que apenas podía imaginarse lo que vendría después. Sí fueron tiempos para los Trenes de la felicidad, entre 1945 y 1947 ó 48, donde el horror ya se había conocido: ya se conocía sobre el Holocausto, los campos de concentración, la destrucción masiva, la guerra casi infinita, el dolor, la pobreza y la desesperanza.

La Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias. Foto: Wikipedia.

Italia atravesaba tiempos más que difíciles: con la llevada de los Aliados y su entrada en la península itálica para desterrar cualquier atisbo que quedara del régimen de Mussolini, el país padecía una pobreza atroz, y los civiles debían convivir día a día con los restos de los edificios arrasados y con enfermedades como la malaria que se propagaban sin tregua.

La iniciativa italiana que le cambió la vida a miles de niños

Los tiempos de posguerra evidenciaron una dificultad clave: devolverle la esperanza a los ciudadanos en un entorno que no facilitaba su propagación. Familias enteras (los que sobrevivieron) quedaron devastadas tras la guerra, sumidas en la pobreza, muchas veces con falta de trabajo, sin hogares y en el mejor de los casos, sin secuelas físicas.

Los Trenes de la felicidad partían desde el sur de Italia con destino a las ciudades del norte. Foto: X/@MollyBloom82

Pronto, el Partido Comunista Italiano junto con un grupo de mujeres de la Unión de Mujeres en Italia, se hicieron eco de esta realidad y quisieron tomar cartas en el asunto: crearon y promovieron estos famosos Trenes de la felicidad, en donde les dieron la posibilidad a miles de niños (las cifras varían, pero se plantea que fueron alrededor de 70.000) de abandonar el sur de Italia y abordar estos trenes, a fin de llegar al norte del país e incluso a Suiza, y ser adoptados temporalmente por familias acaudaladas, a modo de darles una segunda oportunidad tras la debacle.

Volver a empezar, lejos de casa

La iniciativa fue muy bien acogida durante los años de posguerra. El objetivo final era que estos niños volviesen a sus hogares cuando sus familias de sangre se hubiesen podido recuperar económicamente y pudieran darle las condiciones hogareñas necesarias.

Por supuesto, esto hizo que pasaran años hasta que los que más sufrieron las consecuencias de la guerra pudieran recuperarse. Años que resultaron clave en el crecimiento y desarrollo de estos niños que quizá partían siendo muy chicos y regresaban como adolescentes, si es que regresaban.

Niños se despiden de sus padres, a quienes no saben si volverán a ver en algún momento de sus vidas. Foto: X/@dvcaradonna

Y es que en algunos casos, la iniciativa buscaba que luego de dos años, las criaturas pudiesen ya estar de nuevo con sus familias, sin perder el contacto con aquellos que los adoptaron, pero la realidad superaba a lo planeado, y en muchos casos, debido a la profundidad de la crisis, estos plazos no se cumplían, y había que esperar muchos años más o incluso, nunca se concretaba ese regreso.

Fe, poder y silencio en tiempos de guerra

A las polémicas ampliamente conocidas sobre el papa Pío XII, relativas a su silencio cómplice durante el Holocausto y a la falta de condena pública del nazismo que incluso reconoció años después el propio Vaticano a partir de la apertura de sus archivos bajo el mandato del Papa Francisco, también hay que sumarle una clara pronunciación en contra de Pío XII respecto de estos Trenes de la felicidad.

El papa Pío XII fue una figura polémica de la Iglesia católica, donde el Vaticano incluso reconoció su silencio cómplice en favor del Holocausto. Foto: Wikipedia.

Este Papa, quien moriría en 1958, se opuso rotundamente a ellos y la Iglesia católica -profundamente anticomunista por aquellos años- empezó a difundir la idea de que en realidad esos niños eran llevados a la Unión Soviética, algo que evidenciaba ya los primeros postulados de lo que años después el mundo padecería: el famoso enfrentamiento entre el mundo capitalista y comunista, la Guerra Fría en su máxima expresión.

Hoy, los Trenes de la felicidad son solo un recuerdo de lo que fue una época de desolación y desconcierto, de la tristeza que implicaba para esos padres tener que dar en adopción a sus hijos, de la desesperación por no saber si algún día los volverían a ver, aunque con la esperanza de que quizás era la única forma de darles un futuro mejor.