La Revolución Rusa: la jugada geopolítica alemana que generó una de las mayores revoluciones de la historia

En geopolítica, nada sucede por casualidad, y el viaje de Lenin desde su exilio en Suiza hasta el corazón de un Imperio Ruso en crisis es un claro ejemplo de cómo las grandes potencias manipulan los hilos del destino. Lo que parece un capítulo de idealismo revolucionario fue, en buena medida, una jugada estratégica alemana diseñada para quebrar el frente oriental en plena Primera Guerra Mundial.
Contacto entre los alemanes y Lenin
En 1917, Rusia estaba gobernada por el zar Nicolás II, y participaba en la guerra como parte de los Aliados (junto a Francia y Gran Bretaña), luchando contra las Potencias Centrales (principalmente Alemania y Austria-Hungría). Sin embargo, estaba sumida en una crisis interna debido al desgaste militar y social que la guerra había provocado, lo que debilitaba considerablemente el régimen zarista. Fue en ese momento donde los alemanes vieron la oportunidad de quebrar a su enemigo del este.
Lenin, el líder bolchevique, se encontraba exiliado en Suiza desde 1914, junto con otros revolucionarios rusos. Para Alemania, la situación política de Rusia presentaba una oportunidad, eran conscientes de que un colapso interno en Rusia podría llevar a su retirada de la guerra, lo que permitiría a Alemania concentrar sus fuerzas en el frente occidental contra Francia y Gran Bretaña.
Los alemanes estaban al tanto de los movimientos revolucionarios en Rusia y sabían que Lenin y los bolcheviques promovían una política de “derrotismo revolucionario”, que consistía en hacer todo lo posible para que Rusia perdiera la guerra, con la esperanza de que eso precipitaría una revolución y el derrocamiento del zar. Esta postura anti-bélica alineaba los intereses de Lenin con los de Alemania, ya que la retirada de Rusia de la guerra beneficiaría directamente a los alemanes.
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Los intermediarios alemanes, entre ellos agentes de inteligencia y diplomáticos, comenzaron a coordinar con Lenin y otros revolucionarios en Suiza. Uno de los contactos clave fue Alexander Parvus, un revolucionario y agente alemán que había tenido relación con los bolcheviques. Parvus jugó un papel importante en negociar las condiciones bajo las cuales Lenin sería trasladado a Rusia.
El tren blindado
El 16 de abril de 1917, los alemanes acordaron trasladar a Lenin y otros 30 revolucionarios rusos desde su exilio en Suiza hasta Rusia. Para evitar acusaciones directas de cooperación con Alemania, se acordó que Lenin y sus compañeros viajarían en un tren sellado o “blindado”, lo que significaba que los viajeros no podían interactuar con el mundo exterior mientras estaban en territorio alemán, lo que preservaba una apariencia de independencia revolucionaria.
El tren fue financiado y organizado por las autoridades alemanas, y es por eso que se considera parte de una estrategia alemana para debilitar a su enemigo. Los alemanes esperaban que al enviar a Lenin y a los bolcheviques a Rusia, se fomentaría una revolución interna, lo que podría llevar a Rusia a salir de la guerra y eso les liberaría recursos para concentrar la totalidad de sus fuerzas en el frente occidental.
La llegada de Lenin
Lenin llegó a Petrogrado (hoy San Petersburgo) en un momento decisivo: la Revolución de febrero de 1917 había derrocado al zar, pero el gobierno provisional liderado por Aleksandr Kérenski seguía comprometido con la guerra. Lenin y los bolcheviques rápidamente se organizaron, capitalizando el descontento generalizado con la guerra y el hambre. Esto los llevó a la Revolución del 25 de octubre de 1917, en la que los bolcheviques tomaron el poder.
Luego de unos meses de afianzar el control en Rusia, Lenin envió a Trotsky a negociar con los alemanes la Paz de Brest-Litovsk en marzo de 1918, que retiró a Rusia de la guerra y otorgó concesiones territoriales a Alemania. Entre ellas una de las mas importantes fue la obtención de Ucrania como área de influencia en la cual los alemanes obtuvieron abastecimiento de alimentos que tanto necesitaban para sus tropas.
Aunque esta paz fue anulada por los términos del Tratado de Versalles después de la derrota de Alemania en 1918, el impacto inmediato fue un gran alivio para el esfuerzo bélico alemán, que pudo concentrar sus fuerzas en el frente occidental.
Al final, el plan de Alemania funcionó, ya que la Revolución Bolchevique condujo a la retirada de Rusia de la guerra. La otra cara de la moneda es que el ascenso de los bolcheviques también marcó el inicio de una nueva fase de la historia mundial: la creación de la Unión Soviética, que se convertiría en una de las grandes super potencias del siglo XX.


















