Las próceres, claves en la independencia argentina, lograron forzar una amistad. Pero antes, un asunto de alcobas puso en jaque el futuro militar del héroe salteño.
Manuel Belgrano y Güemes
La guerra de la Independencia en Argentina y Sudamérica ha dejado numerosos relatos de tinte épico y asombroso que logró trascender el tiempo. Pero además de enaltecer, y también poner del lado de los malos, a hombres de la época, dejó otro tipo de anécdotas que son dignas de reproducir.
Manuel Belgrano fue un actor principal en aquellos primeros eventos revolucionarios. No solo fue miembro de la Primera Junta y creador de la bandera, se hizo cargo del Ejército del Norte cuando la lucha armada se trasladó a lo que hoy es el NOA. Al hacerlo también aparecieron nuevos caudillos que con el tiempo se volvieron próceres, uno de ellos fue Martín Miguel de Güemes quien tuvo una particular relación con Don Manuel.
Batalla de Tucumán, Manuel Belgrano
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El 26 de marzo de 1812, Belgrano fue nombrado jefe del Ejército del Norte. En noviembre del mismo se enteró de que Güemes, el caudillo más importante del norte, estaba en una relación clandestina con Juana Inguanzo quien estaba casada con el teniente Sebastián Mella. Belgrano, conocido por su carácter disciplinado y hombre católico, pegó el grito en el cielo y le ordenó al salteño que viaje a Buenos Aires a dar explicaciones.
Para el jefe del Ejército era primordial "la conservación del orden, el respeto a la religión y el crédito de nuestra causa". Por ello, Güemes fue enviado primero a Santiago del Estero y luego, el 20 de enero de 1813, llegó a Buenos Aires lo que le costó no estar presente en la Batalla de Salta del 20 de febrero del mencionado año.
Ya en la capital del Río de la Plata, Güemes solicitó que se le explicara la decisión. Entonces Belgrano le escribió al Gobierno: “si el Teniente Coronel don Martín Güemes procediese con el honor que corresponde a su carácter, se abstendría de pedir se le hiciesen saber las causas, pues él no puede ignorarlas cuando su propia conciencia le debe acusar de que su vida escandalosa con la Inguanzo ha sido demasiada pública en Jujuy y después en esta ciudad y la de Santiago del Estero”. El enojo del creador de la bandera era total:
“Las virtudes y servicios militares de este individuo no son tantas ni de tanto valor como se ponderan vulgarmente. Virtudes ciertamente no se le han conocido jamás, y sus servicios han sido manchados con ciertos excesos”. Belgrano fue lapidario, escribió que si el gobierno lo quería seguir manteniendo como soldado de la Patria lo enviaran a otro lado porque él a Güemes no lo quería: “si Vuestra Excelencia considera que este Oficial absteniéndose de su relajada conducta puede ser útil a la patria, lo será tan solamente o en esa ciudad o en el Ejército de la Banda Oriental”
Martín Miguel de Güemes
En ese entonces Güemes tenía 27 años y aún estaba soltero, manteniendo una vida amorosa un tanto "desordenada" y eligiendo relaciones con mujeres en su mayoría casadas. Su figura varonil, elocuencia y valentía lo hacían un hombre irresistible para la época. Juana Manuela Gorriti lo retrató como "un guerrero alto, esbelto y de admirable apostura. Una magnífica cabellera negra de largos bucles y una barba rizada y brillante cuadraban su hermoso rostro de perfil griego y de expresión dulce y benigna. A su lado, pendiente de largos tiros, una espada fina y corva, semejante a un alfanje, brillaba a los rayos del sol como orgullosa de pertenecer a tan hermoso dueño".
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Las cosas no le fueron bien a Belgrano en el norte, el desastre de Ayohuma colmó la paciencia de las autoridades y fue desplazado como jefe del Ejército por José de San Martín. Güemes fue ascendido a teniente coronel y designado como jefe de las fuerzas de caballería.
El Libertador vio en el salteño el aliado militar que necesitaba y lo nombró jefe de su vanguardia, remplazando a Manuel Dorrego por problemas de conducta, delegando la comandancia de las fuerzas patriotas de avanzada formada por gauchos de Salta y de Jujuy que operaban en el Alto Perú.
Carta de Belgrano a Güemes, fechada en 1818
Cabe destacar que tiempo después de este episodio, Manuel y Martín se hicieron grandes amigos, de hecho el creador de la bandera mencionaba seguido el hecho de compartir un estrecho vínculo y le permitió hacer lo que quisiera y actuar como quisiera en el plano militar:
"Puede hacer y deshacer como le parezca; en mis instrucciones sobre operaciones militares sólo digo que deje bien puesto el honor de las armas", le dijo Belgrano en un mensaje. Poco tiempo después de la Batalla de Salta, el 15 de abril de 1813, Belgrano le escribe a Chiclana, a cargo del gobierno en Salta: "Si usted no presta oídos más que a los patriotas, le llenarán la cabeza de especies,… estoy arrepentido, usted sabe cuál es mi lenguaje y siempre digo lo que siento…”. Ya el 9 de septiembre de 1816, Belgrano y Güemes mantenían una amistad. Así queda reflejado en una carta donde el primero lo llama: “Mi amigo y compañero querido…”.
Carmen Puch y Güemes
El tiempo hizo que Güemes sentara cabeza y se casó con María del Carmen Puch, una joven de tan sólo 17 años e hija de un hacendado adinerado, con quien tuvo 3 hijos. Cuando él fue asesinado en 1821, cuenta la leyenda, que se encerró en una habitación, se cortó el pelo que tanto a él le gustaba y murió de tristeza un año después.
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