Una anécdota del campamento de Salta expuso el comportamiento reprochable de una figura que luego sería fundamental en el devenir de la historia argentina.
Manuel Belgrano fue jefe de Manuel Dorrego, luego quedó a las órdenes de San Martín
Manuel Belgrano y José de San Martín son los próceres más importantes de la historia argentina y para agregarle más épica a sus vivas, sabemos que mantuvieron un encuentro que fue clave y cambió el curso de la campaña por la independencia. Pero también estuvieron atados, casi sin quererlo, a anécdotas que dejaron las campañas.
Cuentan los historiadores de un tenso cruce que el Libertador tuvo con un tal Manuel Dorrego, quien luego sería gobernador de Buenos Aires, por una burla a quien supo ser su jefe, Belgrano. El historial polémico del hombre que sufriría un cruel destino.
José de San Martín y Manuel Belgrano
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En plena guerra independentista, el centro de batalla se había trasladado al norte con Manuel Belgrano elegido jefe del Ejército del Norte en 1812. Entre sus subordinados se encontraba Dorrego, un tocayo suyo a quien supo querer como hijo; pero lo que tenía de buen militar lo tenía de indisciplinado.
Instalado el campamento en Salta de 1812, cuentan que Dorrego era el ejemplo que cualquier jefe militar no quisiera tener en sus filas. Organizaba juegos de cartas, promovía duelos entre soldados y hasta se paseaba con varias mujeres a la vez que le valieron ser desterrado por el creador de la bandera y enviado a Jujuy.
Manuel Belgrano fue el superior de Dorrego en el Ejército del Norte
Su pésimo comportamiento no solo le valió a él el destierro, el mismo Belgrano dio a entender que las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma pudieron haberse evitado si en sus filas se encontraba el porteño engreído. Incluso fue mencionada como "valiente soldado" en la correspondencia entre José de San Martín y Belgrano antes de encontrarse.
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Para 1814 San Martín se hizo cargo de las tropas del norte, pero Dorrego no cambió su costumbre altanera. El General Lamadrid, una de las figuras presentes en esa campaña, contó que el futuro gobernador de Buenos Aires se burló de la voz de Belgrano ante las narices del Libertador:
“San Martín notó la risa del comandante Dorrego, empuñó uno de los candeleros que había en la mesa, y dando en ella con él, dijo en alta voz: ‘Señor comandante, hemos venido aquí a uniformar las voces de mando y no a reír’; con lo que impuso silencio”.
Como castigo fue nuevamente expulsado del ejército y obligado a marcharse a Santiago del Estero.
Fusilamiento de Dorrego
Parece que ser expulsado dos veces, una por el mismísimo San Martín, no le fueron suficientes para mejorar sus modales porque cuando Belgrano fue llamado a Buenos Aires para responder por lo hecho en el norte, Dorrego le tuvo preparada una "maldad" más. Envió a un loco vestido de brigadier para que lo viera al pasar por la provincia.
Lo que pasó después con su vida es conocido: se convirtió en un referente federal, llegando al cargo de gobernador, pero derrocado y enviado a fusilar por Juan Lavalle en Navarro en diciembre de 1828. Atrás quedó aquella broma de mal gusto sobre el creador de la bandera.
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