"Alemania debía estar satisfecha por haber abolido la monarquía", dijo Ates Gürnipar, del parlamento de izquierda.
Carlos III, rey de Inglaterra. Foto: Reuters.
Este jueves, en Alemania, volvieron a agitarse viejos fantasmas de enfrentamientos de otros tiempos. La presencia de Carlos III, rey de Inglaterra; en el Bundestag (el congreso alemán) fue duramente rechazada por el grupo parlamentario de la izquierda. Los cuestionamientos se centraron en la existencia misma de la monarquía; y fueron firmemente esgrimidos por Ates Gürnipar, uno de los máximos referentes izquierdistas.
El conflicto se desató luego de confirmarse que el monarca británico hablaría ante el parlamento. Dijo el legislador al respecto: "Considero absurdo que se permita que un rey hable ante el Bundestag. En el fondo las monarquías no son más que dictaduras con un adorno histórico".
El pasado de la Alemania imperial, en tiempos del Emperador Guillermo II; se tranformó súbitamente en presente cuando Gürnipar sostuvo que Alemania debía estar satisfecha por haber abolido la monarquía hace más de cien años y que "ahora recibir a un monarca en el corazón de la democracia es olvidar la historia".
Si bien el presidente de Alemania, Frank Walter Steinmeier, dijo que la visita del rey Carlos III como un “importante gesto europeo”, también hubo críticas sobre todo al lugar que se le dio al monarca en el “corazón de la democracia”, el parlamento alemán.
El referente izquierdista, entre tanto, también ha calificado como incompatible con la dignidad del parlamento el que los encargados de protocolo de la corte británica determinen las reglas alrededor de la intervención del monarca. Carlos III fue el primer rey en hablar ante el Bundestag aunque ya lo había hecho siendo príncipe heredero hace tres años para honrar a la víctimas del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial.
Discurso del monarca británico en Berlín. Foto: Reuters.
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Para la izquierda alemana, en contraposición con muchos movimientos de derecha y extrema derecha de su país, el apellido Windsor que actualmente ostenta la familia real británica es en realidad el perfecto escondite de un pasado alemán relacionado a los tiempos imperiales germánicos.
De hecho, el apellido Windsor es reciente en esta dinastía para la familia real que decidió optar por un nombre "inglés" tras el objetivo de borrar de raíz cualquier vínculo con la Alemania pasada, que no fue otra cosa más que su acérrimo enemigo en la Primera Guerra Mundial, entre los años 1914 y 1918. Vale recordar que el nombre oficial, Sajonia-Coburgo y Gotha, se transformó en un verdadero problema durante ese conflicto al generar malestar entre la población por su fuerte asociación con lo alemán. El apellido -muy germánico- Sajonia-Coburgo y Gotha llegó a la monarquía inglesa en febrero de 1840 gracias al matrimonio de Alberto, hijo del duque Ernesto I de Sajonia-Coburgo-Gotha.
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El 13 de junio de 1917, un violento ataque de la fuerza aérea alemana sobre Inglaterra conmovió a la sociedad. El saldo fue trágico; hubo 162 muertos y 432 heridos, pero había un dato más: los aviones usados para el bombardeo eran conocidos bajo el nombre de "Gotha"; y así se hizo necesario un cambio inmediato del apellido de la familia real.
Bombardeo alemán sobre Inglaterra en 1917, con aviones "Gotha". Foto: Imperial War Museum.
Fue de este modo que se barajaron numerosas opciones, que deberían ser del "agrado" de los británicos e hicieran desaparecer la sangre alemana que corría por los dueños del Palacio de Buckingham. No era tarea sencilla, y debía conservarse para la posteridad. Se llegaron a considerar opciones como York, Lancaster, Plantagenet, Tudor-Stuart o Fitzroy, pero finalmente fue el secretario privado del rey, Arthur John Bigge, el primer barón Stamfordham, a propuesta del primer ministro Lloyd George, dio por solucionado el tema
Tal como se conocía a uno de los principales castillos de la realeza británica, cerca de Londres; Windsor, era sin lugar a dudas un auténtico símbolo para Inglaterra, además de ser un nombre ciento por ciento inglés y fuertemente ligado a la realeza.
La familia real británica responde a este apellido, que heredó Isabel II, hasta nuestros días.
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