Un posible acuerdo entre Estados Unidos e Irán cambia el juego en Medio Oriente y reconfigura el poder en la región

El “go and stop” parece ser la táctica de Trump: primero la amenaza, luego la negociación. Sin embargo, en los hechos, los márgenes de acción son limitados. Y en estas negociaciones, está en juego nada menos que la arquitectura política de toda la región.

Por Geopolítica en Acción

Sábado 3 de Mayo de 2025 - 08:00

La sombra de Donald Trump sobre las banderas de Irán y EEUU. Foto: Reuters/Dado Ruvic La sombra de Donald Trump sobre las banderas de Irán y EEUU. Foto: Reuters/Dado Ruvic

Mientras la guerra en Gaza se prolonga sin un final a la vista y los liderazgos regionales tardan en consolidarse, las verdaderas potencias no terminan de revelar su estrategia para este punto neurálgico del mundo. Paradójicamente, en este tablero, la ficha que se torna decisiva es Irán. Y lo que Estados Unidos decida hacer con la República Islámica será clave para entender el futuro inmediato de Medio Oriente.

El “go and stop” parece ser la táctica de Trump: primero la amenaza, luego la negociación. Sin embargo, en los hechos, los márgenes de acción son limitados. Y en estas negociaciones, está en juego nada menos que la arquitectura política de toda la región.

Primero, Irán ya sacó sus conclusiones. La disyuntiva entre obtener armas nucleares o reactivar una economía asfixiada por las sanciones inclina a Teherán hacia la segunda opción. El régimen entiende que su situación actual, de devaluación y caída de exportaciones, es insostenible a largo plazo. Salir del aislamiento es, por tanto, una necesidad urgente.

Irán puede conseguir una bomba nuclear rápidamente.Foto: Reuters/Caren Firouz. Irán puede conseguir una bomba nuclear rápidamente. Foto: Reuters/Caren Firouz.

Por su parte, más allá de la retórica, es altamente improbable que Estados Unidos se involucre en una guerra costosa, impredecible e inútil contra Irán. Las dos partes, naturalmente, parecieran tender hacia un acuerdo.

Ahora bien, en esta mesa de negociación no se sientan dos iguales. La primera potencia mundial dialoga con un Estado debilitado por sus reveses en Líbano y Siria. Irán ya no posee la fuerza de hace unos años.

Sin embargo, sus líderes saben algo fundamental: lo que se acuerde con Washington no solo redefinirá la relación bilateral, sino también el vínculo de EE.UU. con las otras tres potencias regionales que disputan la hegemonía en Medio Oriente: Israel, Turquía y Arabia Saudita.

Masud Pezeshkian, nuevo presidente de Irán. Foto: EFE. Masud Pezeshkian, nuevo presidente de Irán. Foto: EFE.

Israel, como era de esperar, desconfiará y buscará impedir cualquier acercamiento entre su principal aliado y su mayor enemigo. Además, la retórica proisraelí de Trump se encontraría en una contradicción difícil de disimular.

Turquía, que compite con Israel por la influencia en una Siria desmembrada, probablemente vea con buenos ojos un Irán debilitado y reinsertado en la normalidad internacional. Esto no solo aliviaría el riesgo de conflictos en su frontera oriental, sino que también abriría la puerta a nuevos intercambios comerciales, hoy restringidos por las sanciones.

Arabia Saudita sería, probablemente, el gran beneficiado de un acuerdo que enmarque y controle las aspiraciones nucleares de Irán. Esto permitiría a Riad consolidar su rol de contrapeso regional frente a Israel, y presentarse como el verdadero defensor del mundo islámico. Además, el primer ministro MBS podría utilizar su aspiración de desarrollar tecnología nuclear como carta de negociación ante Estados Unidos, ofreciendo un distanciamiento estratégico de China a cambio de respaldo para convertirse en el primer país árabe en alcanzar ese umbral.

Encontrá más vídeos

Gaza y Yemen, los dos focos de conflicto abiertos, también dependen del resultado de este acuerdo. Si Trump realmente desea presentarse como el pacificador de Medio Oriente, deberá persuadir a Irán —por la vía que sea— de abandonar su respaldo a los grupos armados. Solo así podrá acercarse al cumplimiento de sus promesas de campaña y, quizá, tener un camino allanado para resolver, aunque sea en parte, el desastre humanitario de Gaza.

En el juego de Jenga que es Medio Oriente, Estados Unidos está por mover una pieza clave. Si acierta, la torre resistirá un tiempo más. Si se equivoca, el derrumbe será inevitable —y esta vez, las piezas podrían caer más hacia el este, ¿tal vez en Beijing?

Notas relacionadas