El veneno de abejas podría ser de uso terapéutico en enfermedades como el cáncer: los motivos

Una reciente investigación reveló que el veneno de las abejas, la apitoxina, altera el funcionamiento de los vasos sanguíneos, es decir, del sistema vascular del cuerpo, y puede ser perjudicial en algunos casos, pero también puede tener un potencial terapéutico.
Liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), en España, este estudio, publicado en la revista Toxicological Sciences de la Sociedad de Toxicología de Estados Unidos, evidencia que este veneno puede ser perjudicial para las células de los vasos sanguíneos, ya que hace que estos se dilaten menos, incluso en dosis pequeñas.
Sin embargo, en el estudio, realizado en células humanas y en ratones, la UAB concluyó que el veneno de abeja también podría tener aplicaciones médicas terapéuticas en enfermedades en las que las venas y arterias no funcionan bien.

La investigación médica la realizó un equipo liderado por Francesc Jiménez Altayó, investigador del departamento de farmacología, terapéutica y toxicología de la UAB, y en ella también participaron investigadores de la Universidad de Barcelona (UB).
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En el equipo que realizó el estudio también participaron investigadores de la Universidad de La Habana (Cuba) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares (Cibercv) y de Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned) del Instituto de Salud Carlos III de Madrid.
La melitina, el principal componente del veneno de abeja
La apitoxina es una mezcla de moléculas bioactivas que tiene la melitina como principal componente, y su potencial terapéutico es cada vez más reconocido en algunas condiciones, pero su aplicación se ve limitada por cuestiones de seguridad.
Más allá del choque anafiláctico y fallo renal, la picadura de abeja (Apis mellifera L.) se vinculó también a daños cardiovasculares, especialmente en casos de envenenamiento como resultado de un gran número de picadas.
Sin embargo, su efecto sobre el sistema vascular, que comprende el sistema cardiovascular y el linfático, no fue suficientemente analizado. En este estudio, el equipo de investigación analizó el impacto de la apitoxina y la melitina en células humanas endoteliales, que recubren la pared interna de los vasos sanguíneos y de los linfáticos, y células de músculo liso, así como sobre la arteria aorta en ratones.

Los hallazgos revelaron que ambos compuestos impactaron en la viabilidad celular y la capacidad de relajación endotelial, provocando una menor dilatación de los vasos sanguíneos.
Según el coordinador de la investigación, Francesc Jiménez Altayó, “las alteraciones vasculares se produjeron con dosis de apitoxina que se pueden alcanzar después de múltiples picadas de abeja, pero en individuos vulnerables podrían producirse incluso con pocas picadas”.
El estudio mostró que la melitina representa casi la mitad del veneno de abeja, concretamente un 43,8 %, pero, a pesar de ser el componente más relacionado con los efectos tóxicos, no actúa exactamente igual que el veneno, indicando que hay otras sustancias de la apitoxina que también contribuyen.
Potenciales beneficios por estudiar
El equipo de investigación también constató que los efectos negativos del veneno de abeja se deben a un aumento del estrés oxidativo y a cambios en el óxido nítrico, una molécula que regula la dilatación de los vasos sanguíneos.
Por un lado, esto hace que investiguen la doble vertiente de la apitoxina para el sistema vascular como sustancia tóxica y, por otro, como potencial agente terapéutico.

El descubrimiento planteó que el veneno de abeja puede ser tóxico para los vasos sanguíneos, sobre todo porque genera estrés oxidativo, pero también abrió la puerta a posibles usos terapéuticos en algunos trastornos vasculares y otras enfermedades, como el cáncer.
En este caso, podría ayudar a regular el óxido nítrico, que controla cómo se abren y se cierran los vasos sanguíneos dentro de algunos tumores, un factor que puede influir tanto en el crecimiento del tumor como en la respuesta a los tratamientos.
No obstante, los investigadores remarcaron que harán falta más estudios para confirmar si realmente puede llegar a tener estas aplicaciones médicas.