Malo para la salud, pésimo para el planeta: cómo desechar y reciclar el aceite de cocina

En Argentina se desechan más de 100 millones de litros de aceite vegetal usado al año. Y si bien este residuo puede utilizarse para la producción de biocombustibles (una alternativa energética limpia para reemplazar parcialmente a los combustibles fósiles), lo cierto es que solo la mitad de los hogares separa correctamente el aceite usado para ser recuperado.
Los datos surgen de la Red Argentina de Aceite Vegetal Usado (RAAVU) y de una investigación realizada por la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) junto a la empresa recicladora de aceite DH-SH.
Cada litro de aceite vegetal usado puede contaminar hasta mil litros de agua potable. Por otro lado, la reutilización reiterada del aceite para freír resulta nociva para la salud.

“Durante el proceso de fritura se desarrollan compuestos polares que tienen un efecto tóxico en el organismo y por eso en muchos países existe un límite, por ley, de estos compuestos a partir del cual es obligatorio descartar el aceite”, comenta el ingeniero agrónomo Diego Wassner, investigador y docente de la Cátedra de Cultivos Industriales de la FAUBA.
También podría interesarte
El Código Alimentario Argentino fija en un 25% el límite máximo admisible de compuestos polares en el aceite usado de cocina. El problema es la falta de conocimiento de esta reglamentación sumado al escaso control de su cumplimento.
Cómo desechar el aceite vegetal usado
Si no es correctamente gestionado este residuo, la filtración de aceite al suelo produce una impermeabilización que impide el intercambio gaseoso con la atmósfera, causando la muerte de los organismos que lo habitan, además de imposibilitar el paso del agua hacia capas inferiores.
La separación del aceite de cocina evita no sólo la contaminación del agua, sino también de la tierra. Por esto, una vez que se utilizó para freir, hay que dejalo enfriar y volcarlo en un recipiente plástico limpio, seco y taparlo bien. Repetir el proceso hasta que la botella esté llena y acercala al “punto verde” más cercano para completar el proceso.

Actualmente funcionan más de 400 puntos verdes en el país que se pueden consultar en el mapa virtual de DH-SH o el de la Red RAAVU. Estos puntos verdes se gestionan en articulación con gobiernos locales, escuelas e instituciones.
De residuo a biocombustible: la reutilización es posible
Actualmente existen empresas y organizaciones que se ocupan de recolectar y gestionar el aceite vegetal usado para transformarlo en biodiesel de segunda generación, un combustible generado a partir de residuos en lugar de hacerlo a partir de granos o aceite sin usar. Una de ellas es DH-SH, con planta industrial en la localidad de Bermúdez, y Green Oil, que forma parte de la Red RAAVU, con planta en Puerto San Martín, ambas en la provincia de Santa Fe.


Estas empresas realizan un servicio de recolección y acondicionamiento de aceite vegetal usado en 15 provincias del país. Además de recolectar el aceite usado en los puntos verdes, otorgan contenedores de acopio a grandes generadores, como son los locales gastronómicos, los cuales se renuevan en cada retiro.
Ambas advierten que en los últimos meses se ha estancado la recolección de aceite usado, sobre todo en los restaurantes y comercios gastronómicos, lo que se atribuye tanto a la caída general del consumo como a una mayor tasa de reutilización del aceite por la crisis económica.
En este sentido, la mayor producción de biodiesel a partir de aceite vegetal usado permitiría ampliar su uso en el mercado local y exportar este biocombustible. También impulsaría una mayor diversificación de la matriz energética nacional, en la que los biocombustibles representan menos de un 5% y hoy depende en un 80 % de los combustibles fósiles, responsables en gran medida de la generación de gases de efecto invernadero que aceleran el cambio climático.