Un icónico pájaro volvió a repoblar Mar del Plata después de más de 20 años: a qué se debe su llegada masiva

En solo dos décadas, su población aumentó de manera notable: se calcula una densidad superior a 60 chimangos por kilómetro cuadrado en áreas urbanas y más de 80 en zonas rurales.
Chimango, pájaro.
Chimango, pájaro. Foto: Wikipedia.

Décadas atrás el chimango era un pájaro raro de encontrarse en Mar del Plata. Sin embargo, en la actualidad es una especie de las que más sobrevuela avenidas, parques y playas con naturalidad.

En apenas veinte años, su población creció de forma exponencial: se estima una densidad de más de 60 chimangos por kilómetro cuadrado en zonas urbanas, y más de 80 en los alrededores rurales.

Este aumento no solo transformó el paisaje, sino también la relación entre las personas y las aves rapaces. El chimango pasó de ser un habitante del campo a un símbolo de la adaptación de la fauna a los entornos modificados por el ser humano.

Su presencia, cada vez más habitual, refleja tanto la pérdida de ecosistemas naturales como la capacidad de la vida silvestre para reinventarse ante los cambios ambientales.

Chimango, pájaro. Foto: Wikipedia.

Características principales del chimango

El chimango (Milvago chimango) es un ave rapaz de tamaño mediano, perteneciente a la familia de los halcones. Su plumaje pardo, su vuelo sereno y su aguda inteligencia lo convierten en un observador discreto pero constante del entorno humano.

Posee una dieta variada y flexible: consume pequeños roedores, insectos, restos de comida y carroña. Esta versatilidad lo convirtió en un eficaz regulador de especies abundantes como las palomas y los ratones, desempeñando un papel ecológico relevante en el equilibrio urbano.

De hábitos diurnos y gran curiosidad, el chimango es sociable, oportunista y capaz de aprender comportamientos asociados a la presencia humana. Esta plasticidad le permite prosperar en entornos donde otras especies no logran sobrevivir.

Chimango, pájaro. Foto: Wikipedia.

Su hábitat natural y las condiciones para una vida plena

Originalmente, el chimango habitaba zonas abiertas, pastizales y campos de cultivo. En estos ambientes encontraba alimento variado, sitios seguros para anidar y un equilibrio ecológico que regulaba su población.

La expansión urbana modificó profundamente estos espacios. La fragmentación del hábitat y la reducción de presas naturales lo empujaron hacia las ciudades, donde encontró nuevas oportunidades: refugios, ausencia de depredadores y abundancia de basura o animales domésticos.

Sin embargo, una vida plena para esta especie depende de condiciones que el ambiente urbano muchas veces no garantiza. La contaminación, el tránsito, la escasez de árboles para anidar y la mala gestión de residuos generan riesgos constantes para su salud y supervivencia.

Chimango, pájaro. Foto: Wikipedia.

El chimango como aliado ecológico de las ciudades

Aunque su presencia masiva genera controversias, los chimangos cumplen funciones ecológicas esenciales en los ecosistemas urbanos. Controlan poblaciones de roedores y aves invasoras, limpian restos orgánicos y contribuyen a evitar la propagación de enfermedades.

Su capacidad de adaptación lo convierte en un indicador de los cambios ambientales. Un aumento en su número puede revelar desequilibrios ecológicos —como el exceso de desechos o la alteración de la cadena alimentaria— que las ciudades deberían atender con políticas ambientales sostenibles.

A la vez, su convivencia con los humanos ofrece oportunidades para repensar la relación entre urbanismo y biodiversidad, promoviendo entornos más verdes y equilibrados.

Estado de conservación y señales de alerta

En Argentina, el chimango no está catalogado como una especie amenazada. Sin embargo, su comportamiento cambiante alerta sobre transformaciones profundas en el ambiente. Su abundancia en zonas urbanas contrasta con su progresiva desaparición en áreas rurales, donde antes era habitual.

Entre las causas posibles se destacan la expansión de la frontera agropecuaria, el uso de agroquímicos, la deforestación y la pérdida de presas naturales. Estos factores reducen las posibilidades de alimentación y anidación en el campo, obligando a la especie a buscar refugio en los entornos humanos.

Si los ecosistemas rurales continúan deteriorándose, es posible que el chimango se convierta en un habitante casi exclusivo de las ciudades. Este desplazamiento, aunque aparente una adaptación exitosa, es una señal de alerta sobre el impacto humano en los paisajes naturales.

Chimango, pájaro. Foto: Wikipedia.

Un futuro compartido entre naturaleza y ciudad

La historia reciente del chimango muestra que la fauna silvestre no es ajena a las decisiones urbanas. Cada bolsa de basura abierta, cada espacio verde conservado o perdido, influye en su comportamiento y supervivencia.

Proteger su presencia no implica controlar su número, sino equilibrar las condiciones del entorno que lo empujan a acercarse a las personas. Gestionar residuos, preservar árboles y reducir el uso de pesticidas son pasos fundamentales para ese objetivo.

El chimango, el “cuervo sudamericano”, no solo se adaptó al ser humano: aprendió a convivir con él. Su vuelo entre los edificios es un recordatorio de que la naturaleza, incluso entre el asfalto, siempre encuentra la forma de seguir presente.