La doctrina Zaffaroni, presente en el caso del crimen de Micaela

La desidia con la que Carlos Alberto Rossi, juez de Ejecución Penal de Gualeguaychú, trató un tema tan sensible como la libertad condicional a un condenado por dos casos de violaciones, haciendo oídos sordos a los consejos profesionales que le indicaban hacer justamente lo contrario, no es -lamentablemente- algo nuevo.
Es, de hecho, una consecuencia directa del accionar de la Justicia durante la anterior administración.
Los casos de juecen que se mostraban contrarios e incluso declaraban como inconstitucionales algunas penas que están previstas en el Código Penal por homicidio; abundan.
Así las cosas, los jueces que tienen en su haber liberaciones y/o reducciones importantes de pena que acabaron en una tragedia claramente evitable, conforman una lista de magistrados que es muy larga.
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Pero nada de esto parece ser una mera casualidad, sino -por el contrario- y según la opinión de varios conocedores y expertos en estas cuestiones, las cosas se enmarcan en una suerte de doctrina: la que sostiene y afirma que el delincuente es siempre y en casi todos los casos, una víctima del "sistema" imperante.
El caso de Axel López ha sido verdaderamente emblemático; cuando en 2009 benefició con salidas transitorias a Pablo Marcelo Díaz, un peligroso violador, que en una de esas salidas mató de 26 puñaladas a la joven Soledad Bargna.
El tema es que, a López, el Consejo de la Magistratura le dio un leve "tirón de orejas", mientras que al mismo tiempo rechazó el pedido de juicio político en su contra.
En 2012, López volvió a hacerlo nuevamente otorgánole la libertad condicional a Juan Ernesto Cabeza, con una sentencia de 24 años de prisión por cuatro casos de violación.
López, así mismo, es responsable también de que en el año 2011 el asesino serial de la familia Bagnato permaneciera libre y -de paso- amenazara al único sobreviviente de lo que se llamó la Masacre de Flores.
También fue López el que dejó en libertad, en 2010, al asesino del marido de Georgina Barbarrosa, Ernesto Gabriel López, condenado a 16 años de prisión en 2001.
Por supuesto que los casos de Axel López, no se limitaron a los anteriormente mencionados, aunque en realidad, "para muestra basta un botón".
No se trata de negar garantías procesales a los delincuentes, -algo perfectamente entendible- sino, por el contrario, de tener en cuenta los factores que hacen a la peligrosidad de los mismos y el riesgo en que se pone al resto de la sociedad.
En ese contexto, se puede sostener sin tenor a dudas, que el caso de la muerte de Micaela García podría haberse evitado perfectamente si es que la Justicia, no se hubiese manejado como se ha manejado den los útlimos tiempos.
Ojalá se llegue al momento en que la corporación judicial argentina no se encierre y enfrasque en una cuestionable defensa al juez del caso de Micaela, tal lo hizo con Axel López.
Maniobras como esas, ya se ha visto, terminan poniendo en peligro la vida misma de personas inocentes.