El trágico estreno de la rambla de Mar del Plata: lujos, excesos y el día que aparecieron camellos

Mar del Plata tiene más de 150 años. Ciudad emblema de las playas argentinas y la favorita de los turistas durante gran parte del año, pasó de ser un balneario selecto a uno popular. Cómo fueron aquellos primeros pasos de “La Feliz” y el trágico episodio que la marcó, sumado a una experiencia insólita con los camellos.

Costa galana
Si bien fue Patricio Peralta Ramos su fundador, el español Fernando de Magallanes pasó por allí en febrero de 1519 y bautizó Punta de Arena Gordas a lo que hoy es Punta Mogotes. Entre 1581 y 1582 Juan de Garay también pasó por la zona, pero sin dejar una población permanente. El primer intento fueron los jesuitas que se establecieron en 1747 en lo que hoy es Laguna de los Padres, pero la hostilidad de los indígenas los obligó a dejar las tierras. En 1856 el cónsul de Portugal, José Coelho de Meyrelles, estableció un saladero que proveía de carne seca a los esclavos brasileños y estaba ubicado en lo que hoy es Avenida Luro, entre Santiago del Estero y Santa Fe. Pero la cosa tampoco caminaba.
Acá entra en escena Peralta Ramos, un porteño que comenzó como tendero en la ropería de Simón Pereyra, proveedor de uniformes al ejército, y a quien terminaría comprando el negocio a mediados de 1840. Patricio se casó con María Cecilia Rita del Corazón de Jesús Robles Olavarrieta con quien tendría 14 hijos.
Por no poder cobrarle deudas al Estado, debió vender sus bienes y probó suerte en la adquisición de tierras en la provincia de Buenos Aires. En 1860, junto a dos de sus hijos, Jacinto y Eduardo, viajaron a lo que hoy es Mar del Plata para hacerse propietarios. El viaje fue en una galera de la empresa Mensajerías Generales del Sud que duraba entre 8 y 10 días. “Este pueblo posee un puerto natural sobre el Atlántico, que lo pone en comunicación directa con el extranjero. Es ventajosísimo para la instalación de saladeros”, escribió.
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Peralta Ramos vio el potencial del lugar y se puso a trabajar en una ciudad-puerto. Le terminaría comprando las tierras a Coelho y construyó su casa en la actual Pedro Luro y Entre Ríos. Siguió con la explotación del saladero y le agregó un muelle. Además, levantó una escuela de primeras letras y una casa de huéspedes, conocida como La Casa Amueblada; un molino de agua para producir harina para toda la localidad que produjo la aparición de los primeros almacenes y tiendas. Como su esposa Cecilia había fallecido a los 35 años durante un parto, decidió en 1873 construir una capilla en su memoria: Santa Cecilia.
El mandatario bonaerense accedió y el decreto lleva la fecha del 10 de febrero de 1874. Su fundador murió el 25 de abril de 1887, pero aquel pueblito al que dio vida recién comenzaba su historia.

La trágica rambla
Para 1913 Mar del Plata era el balneario elegido para los más acaudalados. Primeras figuras, comerciantes y políticos pasaban la temporada de verano en el lugar más exclusivo de la costa y para hacerla completa faltaba la inauguración de la fastuosa Rambla Bristol. En el epílogo de la “belle époque” europea, el 19 de enero del mencionado año, estaba todo listo para mostrarle al mundo la obra que proyectó el arquitecto Luis Jamin y que había demorado dos años. Pero no salió como se esperaba.
Ezequiel de la Serna, gobernador de la Provincia, dijo presente al igual que elegantes carruajes y automóviles en serie. La rambla constaba de mampostería con diseño belga, estilo parisino con embellecimiento a cargo de balaustradas, terrazas, estatuas y ornamentos. Las vitrinas, sus cúpulas y sus 400 metros de extensión eran todo un símbolo de la época donde el país se posicionaba entre las grandes potencias del mundo.

Su estreno vino acompañado de una tragedia: la primera víctima fatal de la aviación argentina, y un insólito emprendimiento con camellos que duraría poco y nada. Estaban listos cuatro aviones para planear por encima de la multitud y doce de estos animales de una sola joroba importados desde Marruecos; las autoridades le pidieron al Aéreo Club Argentina un despliegue aéreo para que el espectáculo sea total.
A las 16:38 los pilotos levantaron vuelo y lo que sabemos que pasó después fue gracias al periodista marplatense Gustavo Visciarelli: los aviadores eran Pablo Teodoro Fels, de 21 años y el piloto matriculado más joven del mundo; el francés Paul Castaibert, de treinta; el alemán Enrich Lübbe, de 27 y el teniente del Ejército José Félix Origone de 22 quien había obtenido su licencia dos meses antes.

Ninguno llegó a la inauguración, ya que el mal clima de la tarde del domingo y un medio de transporte tan nuevo como el avión formaban un combo imposible. Fels, Castaibert y Lübbe entendieron que no debían seguir viaje, pero Origone no lo vio venir: se precipitó desde 250 metros de altura sobre un campo de Domselaar, en San Vicente, y se convirtió en la primera víctima fatal de la aviación argentina. Aun así el show no se suspendió.
Los camellos de Mar del Plata
En cuanto a los camellos, ¿Cómo llegaron a “La Feliz”? Fueron llevados desde Marruecos por Paco Medina, un empresario español que quería revolucionar la producción agrícola. Medina decía que cargaban más peso y vivían más años que los caballos. Pero los camellos no se adaptaron y terminaron paseando turistas en Playa Bristol.

La idea de Medina no atrajo lo suficiente al público y al año siguiente, el Municipio no le renovó el permiso para usar las playas por considerar la actividad “antihigiénica”.
Los camellos fueron vendidos o enviados a otros lugares. La mayoría de ellos no se quedaron y fueron trasladados a un zoológico, aunque se menciona que fueron enviados a distintas regiones del país o murieron. Las crónicas hablan de un último ejemplar que tiraba carretillas con arena en el Golf Club Mar del Plata.
La transformación de La Feliz
Para 1938 las cosas cambiaron. El gobierno provincial decidió pavimentar la ruta 2 y en 1941 se construyó el balneario en Playa Grande que produjo la demolición de la Rambla Bristol y levantando el majestuoso edificio del Casino y el Hotel Provincial.

Ya adentrándonos en la década de 1950 y 1960, la ciudad crecía a pasos agigantados y pasó de ser un destino de la elite porteña a convertirse en el lugar turístico más popular. Este cambio coincidió con la aparición de la clase media que veía en Mar del Plata un destino ideal, al poco tiempo llegaron los hoteles sindicales y los rascacielos. La transformación era total.

150 años después de aquel sueño que tuvo Peralta Ramos, Mar del Plata es uno de los destinos favoritos de cada temporada y hogar de casi 700.000 marplatenses que residen allí todo el año. La ciudad que vio nacer a Astor Piazzolla, Guillermo Vilas y al Dibu Martínez, sigue más feliz que nunca.