El secreto para la victoria de Estados Unidos en una Tercera Guerra Mundial, 4 países de Latinoamérica

En su mayoría, los países latinoamericanos son reconocidos mundialmente por una posición neutral cuando un conflicto a gran escala se desarrolla. Argentina es el claro ejemplo de ello, con una política exterior que históricamente priorizó la no intervención. Sin embargo, algunas naciones de la región ahora aparecen como el secreto que guarda bajo llaves Donald Trump en caso de que se desate una Tercera Guerra Mundial.
El presidente de Estados Unidos fijó varios puntos claves de cuatro naciones en América Latina, que podrían ser de gran utilidad en el caso de que el conflicto bélico escale a niveles inimaginados.

En los últimos años, líderes globales comenzaron a delinear estrategias que contemplan conflictos a gran escala, y entre ellos, Donald Trump identificó a América Latina como una región clave dentro de ese tablero global, por distintos factores.
Uno de los más importantes es la ubicación geográfica. La cercanía de algunas naciones al Canal de Panamá, al Caribe o a ambos océanos —Atlántico y Pacífico— les otorga un valor incalculable para el control de rutas marítimas, el despliegue de fuerzas navales y el establecimiento de corredores logísticos.
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Otro aspecto central es la infraestructura militar disponible o fácilmente adaptable. Bases aéreas ya operativas, puertos de aguas profundas y redes de transporte que permitan el ingreso y movimiento rápido de tropas, vehículos blindados o armamento pesado son ventajas que pocos países ofrecen, pero que en América Latina están presentes en ciertos puntos estratégicos.
La presencia de recursos estratégicos, como litio, gas, tierras raras o incluso tecnología desarrollada localmente, también forma parte del análisis. En una guerra prolongada, asegurar el acceso a materias primas esenciales podría marcar la diferencia entre sostener el esfuerzo bélico o quedar fuera de combate.
Los países latinoamericanos clave para Estados Unidos
Panamá ocupa un lugar privilegiado en la estrategia global por una razón evidente pero crucial: el Canal interoceánico. Esta vía de navegación, que conecta el océano Atlántico con el Pacífico, no solo es una arteria esencial para el comercio mundial, sino también un recurso de inmenso valor militar. En un contexto de guerra global, controlar o garantizar el funcionamiento seguro del canal permitiría a Estados Unidos redirigir flotas, transportar recursos clave y asegurar líneas de suministro sin rodeos continentales.

Puerto Rico, por su parte, representa algo más que un territorio no incorporado de los Estados Unidos: es una plataforma militar y logística de primer nivel en el Caribe. La isla alberga infraestructura aérea y naval que fue utilizada durante décadas para operaciones tanto humanitarias como de seguridad hemisférica. Además, su condición política especial permite que Estados Unidos opere allí sin restricciones diplomáticas, lo que la convierte en una carta segura dentro del juego estratégico.
Colombia es otro de los países señalados como pieza clave, y no por casualidad. Es desde hace años uno de los principales aliados de Washington en Sudamérica, tanto en términos diplomáticos como militares. Su geografía, que incluye acceso tanto al Caribe como al Pacífico, permite operar en dos frentes marítimos distintos. A esto se le suma una red de bases militares modernizadas con apoyo estadounidense, muchas de las cuales fueron utilizadas históricamente en la lucha contra el narcotráfico y el crimen transnacional.

Por último, Perú completa el cuadro con una combinación de factores que refuerzan su relevancia estratégica. Su extensa costa sobre el Pacífico y su cercanía con rutas marítimas clave lo hacen ideal para la instalación o el soporte de operaciones navales. El acceso a la selva y al Pacífico Sur posiciona a Perú como un puente geográfico entre América del Sur y la proyección hacia Oceanía, un punto de apoyo que, en caso de escalamiento bélico, podría ser vital para contener o apoyar movimientos en el flanco asiático.
En conjunto, estas cuatro naciones -Panamá, Puerto Rico, Colombia y Perú- representan diferentes tipos de activos dentro de una eventual arquitectura de defensa hemisférica. Para Donald Trump y su entorno, contar con su cooperación, directa o indirecta, sería fundamental para articular una respuesta rápida, flexible y contundente ante un conflicto global que, de materializarse, no distinguirá continentes ni fronteras.