Hiroshima y la bomba atómica: el día que Japón estuvo casi a la misma temperatura que el Sol

Un suceso en la historia ampliamente estudiado y conocido cumple este miércoles 6 de agosto un nuevo aniversario, el 80°: el lanzamiento por parte de Estados Unidos de la bomba atómica en Hiroshima, Japón. Este hecho derivó poco más de una semana después en la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
El contexto de lo sucedido es totalmente conocido: Alemania ya estaba vencida y se había rendido ante los Aliados, encabezados por Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y Francia, pero Japón no se dejaba doblegar y seguía en pie de guerra. Al menos hasta ese momento previo al desastre.
Hiroshima, un lugar en el mundo que alguna vez (casi) tuvo la temperatura del Sol
Según el Museo Memorial de la Paz de Hiroshima, la temperatura en el instante en que detonó la bomba atómica alcanzó entre los 3.000 y 4.000 grados centígrados.
Un calor que, por supuesto, arrasó todo a su paso y redujo a seres vivos y objetos a polvo. La magnitud de dicha temperatura es prácticamente imposible de comprender: solo la comparativa con la que tiene el Sol puede dar una idea, la cual es de 6.000°C estimativa.
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El desastre de Hiroshima
Hace exactamente 80 años Estados Unidos tomó “represalia” de Pearl Harbor, el famoso puerto histórico ubicada en Hawái que cobró fama por haber sido atacado por sorpresa por la Armada Imperial Japonesa el 7 de diciembre de 1941.
Lo que parecía una operación un tanto “inocente” y sencilla por parte de Japón se terminó convirtiendo en la excusa perfecta para que Estados Unidos entrara en la guerra y para que luego lanzara sus mortíferos ataques atómicos a Hiroshima y a Nagasaki.

Las crónicas de la época comentaron que el avión pilotado por el comandante Paul Tibbets (quien falleció en 2007) tenía planeado lanzar la bomba en el centro de Hiroshima, una ciudad industrial en pujanza por aquellos años, con presencia de bases militares japonesas y de aproximadamente 300.000 habitantes. Pero los cálculos militares fallaron levemente y la bomba detonó con una diferencia de precisión de aproximadamente unos 150 metros.
Incluso, la bomba no habría llegado a impactar en el suelo, sino que habría detonado a unos 600 metros de distancia del mismo. Lo que genera dudas y resulta poco entendible incluso hoy día es cómo hizo el piloto Tibbets para sobrevivir a tamaña explosión. Algunos conjeturan que fue “suerte”, otros que se trató de una maniobra perfecta por parte de él para escapar de una muerte casi segura.

Lo que vino después fue la destrucción y la nada misma. Una ciudad y alrededores de gran cantidad de kilómetros arrasados y reducidos a solo polvo.
Las consecuencias también se hicieron sentir en regiones alejadas de Hiroshima. Incluso, los relatos de la época planteaban que muchas de las personas -agonizantes- reclamaban agua porque padecían una sed incontenible. Eso, claro, podría explicarse por la radiación y por la elevación inusitada de la temperatura en la región al momento de la detonación.
Después, años posteriores, aparecieron las demás consecuencias de enfermedades y deformaciones de los sobrevivientes. Imágenes horrorosas que recorrieron el mundo. La bomba mató en un segundo a 70.000 personas y luego murieron otras 70.000 por los mencionados efectos de la radiación.
Japón no se rindió pese a este desastre y siguió con su actitud belicosa en la Segunda Guerra Mundial. Pero bastó que EE.UU. lanzara la segunda bomba atómica, esta vez en Nagasaki, para que el país nipón pidiera clemencia y “colgara la toalla”: eso sí, teniendo que lamentar una cantidad exorbitante de civiles inocentes muertos.