Terremoto en Afganistán: por qué los sismos son tan devastadores en uno de los países más vulnerables del mundo

El reciente terremoto en la provincia de Kunar, que dejó más de 800 muertos, expone una vez más la fragilidad estructural de Afganistán.
Consecuencias del mortal terremoto de magnitud 6 en Afganistán.
Consecuencias del mortal terremoto de magnitud 6 en Afganistán. Foto: Reuters.

El terremoto que ha dejado más de 800 muertos en el este de Afganistán es una tragedia que, aunque impactante, no sorprende del todo a quienes conocen la geografía, historia y situación política del país.

Esta catástrofe no es solo el resultado de un evento natural, sino la manifestación de una vulnerabilidad estructural profunda, alimentada por décadas de conflicto, pobreza extrema y aislamiento internacional.

Las consecuencias del terremoto en Afganistán. Foto: EFE

De allí se pueden desprender cuatro factores que explican por qué Afganistán es uno de los lugares más peligrosos del mundo para sufrir un sismo.

Un país sobre fallas tectónicas

En lo que respecta a lo estrictamente geográfico, Afganistán se encuentra en una de las zonas sísmicamente más activas del planeta. Está situado justo en el límite entre la placa índica y la placa euroasiática, una línea de colisión que ha dado origen a la cordillera del Hindu Kush.

Este proceso geológico está en constante movimiento, y los terremotos son frecuentes, especialmente en el este del país.

El sismo más reciente tuvo su epicentro en la provincia de Kunar, una región montañosa, abrupta y con muy difícil acceso. Allí, los terremotos suelen ser poco profundos, lo que significa que la energía sísmica se libera muy cerca de la superficie, aumentando exponencialmente la violencia de la sacudida. En zonas como esta, el impacto sobre las viviendas y las personas es mucho mayor.

Construcciones extremadamente frágiles

El mayor número de víctimas en los terremotos de Afganistán no muere por el temblor en sí, sino por el colapso inmediato de sus viviendas. En las zonas rurales -donde vive buena parte de la población- las casas están hechas con ladrillos de barro, piedra sin refuerzo o paja. Estas construcciones, sin ningún tipo de norma antisísmica, no resisten los movimientos del suelo: colapsan por completo, sin dejar espacios para la supervivencia.

La pobreza generalizada impide tanto la utilización de materiales resistentes como la adopción de técnicas modernas de construcción. En muchos casos, las familias reconstruyen sus casas con sus propias manos, utilizando los mismos métodos precarios, perpetuando así el ciclo de vulnerabilidad.

Terremoto en Afganistán. Foto: EFE

Una nación devastada por la guerra

Afganistán arrastra las consecuencias de más de 40 años de conflicto armado. Esa historia de violencia ha destruido no solo ciudades y pueblos, sino también instituciones, redes logísticas y estructuras de protección civil. En muchas regiones del país, no hay hospitales cercanos, ni carreteras asfaltadas, ni medios de comunicación confiables. Cuando ocurre un desastre como este, las aldeas quedan aisladas y los rescatistas enfrentan un terreno hostil, plagado de deslizamientos de tierra y caminos intransitables.

Un Estado sin capacidad de respuesta

Bajo el régimen talibán, el Estado afgano carece de los recursos, la logística y el personal capacitado para enfrentar emergencias de gran escala. No existen unidades urbanas de búsqueda y rescate con equipamiento moderno, ni una red de helicópteros, ni hospitales preparados para recibir a miles de heridos al mismo tiempo.

Soldados talibanes y civiles transportan a víctimas del terremoto a una ambulancia en un aeropuerto de Jalalabad. Foto: Reuters.

El aislamiento internacional del gobierno talibán complica aún más el panorama. Sin reconocimiento global ni acceso fluido a ayuda humanitaria, la asistencia tarda en llegar, y lo hace en cantidades insuficientes.

El terremoto de Kunar es, en definitiva, mucho más que un desastre natural: es el reflejo de una tragedia estructural que el país arrastra desde hace décadas.