La “operación seducción” británica o cómo mantener a Donald Trump lejos de las redes de Putin, por Andrés Repetto
El mundo está al borde de una guerra abierta en Europa, desde las Naciones Unidas se denuncia genocidio en la Franja de Gaza, la tensiòn entre China y Taiwán va en aumento, la posibilidad de un enfrentamiento militar en América Latina por la escalada entre Estados Unidos y Venezuela no se detiene. A pesar de todo, esto increiblemente el mundo parece girar en torno al ánimo de un solo hombre: Donald Trump.
La crisis global, interconectada de forma peligrosa, es en parte posible por la falta de un nuevo liderazgo. Visiones nuevas que no vean al prójimo como enemigo. Está claro que estamos en la era en la que el multilateralismo como religión de la democracia está siendo enterrado.
Cada “líder” tiene responsabilidad sobre un determinado territorio, solo unos pocos tienen influencia en más de uno. Por esta razón, la acción u omisión de estos personajes todopoderosos, que pueden modificar más de una realidad a la vez, tienen un rol crucial.
En este contexto tan complejo, sin duda el peor en décadas, es increíble ver cómo los presidentes y primeros ministros de naciones “aliadas” de Estados Unidos llevan adelante constantes halagos hacia Trump: esto se vio en infinidad de cumbres, como la de la OTAN, o esta semana, cuando por segunda vez la Corona británica le puso todas las alfombras al presidente estadounidense, un hecho atípico.
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Pero, como dicen: en tiempos excepcionales, medidas excepcionales. Gran Bretaña sabe la debilidad de Trump hacia la realeza. El Rey Carlos fue el encargado de liderar la “operación seducción”. El objetivo, si bien pudo ser buscar buenos acuerdos comerciales, fue más importante aún: alejar a Trump de las redes de Vladimir Putin .
En esta realidad estamos, en un mundo donde quienes se dicen socios de Trump y el país que representa, y en pleno auge de la guerra en Europa, desconfían de su comandante en jefe y por esta razón buscan mantenerlo del lado aliado todo el tiempo que se pueda.
Tarea difícil en una personalidad cambiante y hambrienta de los continuos e infantiles halagos públicos. Todos bailan al compás de la música de Donald Trump mientras buscan cómo prepararse para la guerra.