Polémica en Francia: prohibieron la apertura de restaurantes de comida rápida

El pueblo francés de Fère-en-Tardenois, a una hora de París, aprobó un llamativo decreto que busca frenar la expansión de locales de comida rápida y proteger a los pequeños comercios. El caso abrió un debate en toda la comunidad francesa sobre la uniformidad gastronómica y la pérdida de identidad local.
Este pequeño pueblo tiene solamente 3.000 habitantes y está ubicado en el departamento de Aisne, al norte de Francia. Allí, el alcalde Jean-Paul Roseleux decidió declararle la guerra a los restaurantes de comida rápida, que cada vez abundan más en la gastronomía local. La medida fue formalizada mediante la municipalidad y prohíbe la apertura de nuevos locales de este tipo en la calle principal, donde (según el propio edil) “la oferta se volvió monótona y está desplazando a los comercios tradicionales”.

“Sin ánimo de ofender, la calle principal se ha convertido en la calle de los kebabs. Tenemos que parar”, dijo Roseleux al diario Le Figaro. En la plaza central del pueblo, de los cuatro restaurantes abiertos, tres son hamburgueserías, pizzerías o kebabs, lo que ilustra el problema que el ayuntamiento quiere frenar.
El detonante de esta medida fue el cierre de un pequeño local gastronómico que trabajaba con productos regionales. Luego de ese suceso, el alcalde insistió en que las cadenas baratas de fast food le hacen mal a la gastronomía del pueblo. “En un pueblo como el nuestro, los negocios tradicionales luchan por sobrevivir”, lamentó Roseleux. “No se trata de estar en contra de nadie, sino de proteger lo que nos queda”.
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La prefectura de Aisne calificó el decreto como “inadmisible”, al considerar que restringe la libertad de comercio. En este sentido, el mismo Roseleux reconoció que esperaba esa respuesta, pero asegura que su decisión busca abrir un debate nacional sobre la saturación de locales de comida rápida en pueblos pequeños.
El alcalde incluso afirma que ha recibido el apoyo de otros municipios de Francia que están interesados en adoptar medidas similares, preocupados por la homogeneización de sus calles comerciales. De hecho, insistió que hubo una comprensión entre los propios dueños de los locales y resaltó: “Ellos mismos reconocen que la multiplicación de locales está arruinando el negocio”, afirmó.

Roseleux ahora busca el respaldo de senadores y diputados franceses para establecer una regulación a nivel nacional, que limite la cantidad de restaurantes de comida rápida por número de habitantes. “Podríamos fijar un máximo de locales por cada 1.000 habitantes. Así se evitaría la saturación y se daría una oportunidad a los negocios tradicionales”, propuso el alcalde.











