No deseches las flores marchitas: cómo transformarlas en una deliciosa y aromática infusión

Si son comestibles y están libres de pesticidas, algunos tipos de flores se pueden convertir en infusiones de forma muy sencilla y con grandes beneficios.
Infusiones.
Infusiones. Foto: Freepik.

Con el paso del tiempo, las flores comienzan a marchitarse, incluso si fueron muy bien cuidadas. En la mayoría de los casos, esto significa que terminarán en la basura, pero no siempre tiene por qué ser así: muchas de ellas pueden transformarse en aromáticas y sabrosas infusiones.

Las flores marchitas tienen una segunda oportunidad de vida ya que pueden aprovecharse después de ser cortadas. Si son comestibles y están libres de pesticidas, se pueden convertir en infusiones de forma muy sencilla y con grandes beneficios.

A pesar de su aspecto, algunas flores conservan nutrientes y compuestos bioactivos. Incluso marchitas, ciertas especies contienen antioxidantes, flavonoides y aceites esenciales. Flores como la lavanda, el tilo o la pasionaria son reconocidas por sus efectos relajantes, ya que ayudan a calmar el sistema nervioso, reducir el estrés y mejorar el sueño. Además, también pueden favorecer la digestión y el bienestar general.

Infusiones. Foto: Freepik.

Cómo transformar las flores marchitas en infusiones

  1. Elegir las flores: hay que asegurarse de que las flores estén limpias y libres de pesticidas. Las más elegidas para hacer infusiones son las de manzanilla, lavanda y rosa.
  2. Preparar el frasco: utilizar un frasco limpio, preferentemente de vidrio, y colocarle agua caliente.
  3. Añadir las flores: colocar las flores elegidas en el agua y dejarlas reposar durante unos minutos para que liberen sus esencias.
  4. Disfrutar la infusión: colar la mezcla y servirla en una taza. Se puede endulzar a gusto.

3 flores japonesas para cultivar en invierno y tener un jardín de ensueño

Incorporar especies de flores de otros rincones del mundo puede renovar por completo el estilo de un jardín. En especial, algunas plantas tradicionales de Japón combinan una belleza delicada con una sorprendente capacidad de adaptarse al clima latinoamericano. Además, si se plantan durante el invierno, se podrá disfrutar de su máximo esplendor en primavera.

Flor de ciruelo japonés (Ume)

Flor de ciruelo. Foto Unsplash
Flor de ciruelo. Foto Unsplash

La Ume es una de las primeras en florecer cuando el resto del jardín todavía parece dormido. Esta flor, que representa la esperanza y los nuevos comienzos, se adelanta al calendario y aporta color en pleno invierno. Su resistencia al frío la hace ideal para regiones de clima fresco, como muchas zonas de Argentina.

Camelia (Tsubaki)

Flor Camelia. Foto Unsplash
Flor Camelia. Foto Unsplash

Si buscás flores en los meses fríos, la camelia es una gran aliada. Con sus pétalos grandes y elegantes, comienza a florecer a fines del invierno y puede mantenerse hasta bien entrada la primavera. Es una planta que no requiere demasiados cuidados, aunque agradece un suelo rico en nutrientes y algo de protección en las heladas más intensas.

Flor de cerezo (Sakura)

Flor de cerezo. Foto Unsplash
Flor de cerezo. Foto Unsplash

De todas las flores japonesas, la Sakura es sin dudas la más emblemática. Su floración, aunque breve, crea un espectáculo visual único: los pétalos caen como una nevada suave, en un fenómeno conocido como hanafubuki. Cultivarla exige tiempo, espacio y cierta dedicación, pero el resultado es tan impactante como inolvidable.