COP30: cómo llega Argentina a la Cumbre de Cambio Climático que se celebra en el Amazonas de Brasil

Del 10 al 21 de noviembre será en Belém do Pará, en el corazón de la Amazonia Brasileña, la COP 30, Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. A tres décadas de la primera Cumbre del Clima y a 10 años de haberse firmado el Acuerdo de París, este encuentro pondrá el foco en el financiamiento climático, el rol de América Latina y de Brasil, la adaptación al cambio climático, la transición energética y una nueva geopolítica del clima.
En este marco, la delegación Argentina, que protagonizara un antológico papelón en la anterior cumbre climática cuando el presidente Milei ordenó retirar a la delegación oficial, plantea una verdadera incógnita.
Sin una postura definida, “Argentina llega a esta cumbre con más interrogantes que certezas sobre su rumbo climático”, analizó Camila Mercure, coordinadora del área de Política Climática de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).
Si bien el país mantiene compromisos internacionales como el Acuerdo de París y sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs, por sus siglas en inglés), la implementación de sus metas muestra un fuerte retroceso.
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“Desde diciembre de 2023, el gobierno nacional implementó recortes presupuestarios de hasta un 80% en áreas ambientales; paralizó programas clave, interrumpió las acciones de adaptación e impuso un discurso negacionista de la crisis climática, debilitando la credibilidad internacional del país”, sostuvo la especialista.
Objetivos sin cumplir
Según datos del Observatorio Nacional de Acción Climática, más del 70% de los objetivos climáticos asumidos por la Argentina a 2030 están lejos de cumplirse.
Esta plataforma de datos impulsada por Sustentabilidad Sin Fronteras (SSF) y un grupo de ONG ambientalistas, evaluó 100 objetivos climáticos según su estado de avance, y mostró que hay un 11% sin información, 17% son imposibles de cumplir en el plazo establecido, 20% no registraron avances en los últimos cinco años, 36% muestran un avance leve, 10% un avance moderado, y solo 6% están en vías de cumplirse en los próximos cinco años.

El no cumpliento de estas metas “expone a la Argentina a riesgos concretos en competitividad, acceso a financiamiento y calidad de vida”, señaló Mariano Villares, cofundador de SSF.
“El retraso en las medidas de adaptación agrava las pérdidas por eventos extremos, los daños a la infraestructura y a las cadenas de suministro, eleva costos de seguros, afecta la salud y la productividad, y tensiona la seguridad hídrica y alimentaria”, subrayó.
A esto se suma la degradación del (ex) ministerio de Ambiente a una Subsecretaría; el desfinanciamiento de Ley de Bosques, a la que el presupuesto nacional 2026 apenas le asigna el 3,5% de los fondos necesarios; el traslado del Programa de Manejo del Fuego desde el área de Ambiente al área de Seguridad; y los recortes en las partidas para el saneamiento del Riachuelo, la promoción de energías renovables y la eficiencia energética, por mencionar solo algunos.

Bosques, metano y transición energética, las prioridades de la COP30
Además del financiamiento para adaptación, mitigación y pérdidas y daños que ya está provocando el cambio climático, habrá tres temas centrales en la COP 30: la transición energética que implicará el abandono de los combustibles fósiles, el cuidado de los bosques y la reducción de emisiones de gas metano.
Como CEO de la COP30, la economista brasileña Ana Toni, destacó que centrar los esfuerzos en disminuir las emisiones de metano es crucial para frenar la velocidad y la magnitud del calentamiento global.
El metano es un gas de efecto invernadero 80 veces más potente que el dióxido de carbono en un horizonte de 20 años y, según el documento “Mitigación de emisiones de metano desde el sector energético en Argentina” publicado por FARN, es responsable del 25% del calentamiento global.
En Argentina, más del 60% de las emisiones de metano provienen del sector agropecuario, un 29% del sector energético —principalmente por fugas en la producción y transporte de petróleo y gas— y alrededor del 7% del manejo inadecuado de residuos, con más de 5.000 basurales a cielo abierto en todo el país.

“Aunque el país adhirió en 2021 al Compromiso Global del Metano, comprometiéndose a reducir sus emisiones un 30% para 2030, aún no existen metas sectoriales ni un monitoreo sistemático. Al mismo tiempo, la expansión de Vaca Muerta y los proyectos de gas natural licuado en el Golfo San Matías avanzan sin una evaluación de sus impactos ambientales y sociales y sin respetar principios de transparencia, información accesible y participación ciudadana”, advirtió Giselle Munno Dithubide, responsable del área de Legales de FARN.
Más riesgo de retrocesos que expectativas de avance
A más de 30 años del comienzo de las COP (Conferencia de las Partes) climáticas (la primera fue en 1995 en Berlín, Alemania), la Cumbre de Belém puede marcar un punto de inflexión. No solo porque es la primera en realizarse en el Amazonas, sino porque, a diferencia de las cumbres anteriores, en las que se impulsaban compromisos climáticos más ambiciosos, “hay una amenaza real de retrocesos en materia ambiental”, señaló el embajador de Brasil en Argentina, Julio Glinternick Bitelli, durante un encuentro de capacitación para periodistas organizado por la Red Argentina de Periodismo Científico (RAdPC), Periodistas x el Planeta (PxP) y la Embajada de Brasil en Buenos Aires.

Dada la configuración del panorama político internacional, con la presencia de líderes negacionistas del cambio climático como Donald Trump en Estados Unidos y Javier Milei en Argentina, las posibilidades de avanzar en acciones climáticas están en riesgo.
Por otro lado, es de esperar que el lobby de los sectores petroleros, que se hizo sentir en las dos COP anteriores (organizadas en Bakú, Azerbaiján y en Dubai, Emiratos Árabes Unidos), continuará bloqueando las iniciativas que apunten a un fin de los combustibles fósiles.
No obstante, frente al debilitamiento de las políticas nacionales y las presiones de los grupos de interés, los gobiernos locales y las organizaciones comunitarias y de la sociedad civil serán clave. También se espera que jueguen un rol esencial los pueblos originarios, de quienes mucho tenemos que aprender en cuanto al cuidado de la naturaleza.