Compañerismo y diversión: un estudio reveló que las mascotas influyen en el desarrollo emocional de los niños

La relación que forjan los niños y sus mascotas podría impactar positiva o negativamente en su desarrollo emocional y conductual. Qué dice la ciencia al respecto.
Perros, niños, mascotas. Foto: Pixabay.
Perros, niños, mascotas. Foto: Pixabay.

Los niños suelen ser grandes amantes de los animales y, por lo general, se dice que tener mascotas en casa puede ser muy estimulante para ellos. De hecho, la ciencia sumó nuevas pistas de cómo el vínculo entre un animal y un niño puede impactar en su bienestar, sobre todo en sus primeros años de vida.

Según la investigación realizada por el Proyecto Infancia y Medio Ambiente, realizada por la Universidad del País Vasco junto junto a otros investigadores españoles, se resolvió que tener una mascota en los primeros años de vida puede ser crucial para el buen desarrollo emocional y conductual. El trabajo analizó cómo diferentes tipos de mascotas —como perros, gatos, pájaros y animales menos interactivos, entre ellos peces, roedores o reptiles— se relacionan con la salud emocional de los niños entre el primer año y los 7 u 8 años.

Perros, niños, mascotas. Foto: Pixabay.
Acariciar a un perro reduce el cortisol, hormona asociada al estrés. Foto: Pixabay.

Los resultados fueron publicados en el World Journal of Pediatrics, se basan en datos recopilados de 1.893 familias de Valencia, Sabadell, Asturias y Gipuzkoa. Según los investigadores, convivir de manera continua con animales considerados menos interactivos, como peces o roedores, podría ejercer un efecto protector frente a problemas emocionales, especialmente síntomas de ansiedad o tristeza.

En este mismo sentido, no encontraron diferencias significativas entre los niños que convivían con perros y gatos, ya que estas mascotas también influyen en su bienestar, porque son compañeras y protectoras.

Perro, animal. Foto: Freepik.

Mascotas y niños: un estudio revela que el bienestar varía según el animal y la edad del menor

Uno de los hallazgos más llamativos surgió al observar la convivencia con gatos. El estudio detectó que tener un gato entre los 4 y 5 años se asoció con una ligera presencia de síntomas emocionales o conductuales, aunque esta relación no se mantuvo en otras edades ni se replicó con otras especies.

“La relación con animales menos demandantes puede ser más estable y favorecer el desarrollo de la responsabilidad, el afecto y la empatía”, explicó Ainara Andiarena, investigadora de la universidad.

Los autores advierten que estos resultados no deben interpretarse como causalidad. Llúcia González, primera autora del artículo, destacó que elementos como el apego hacia la mascota, las rutinas familiares, la pérdida del animal o las condiciones del hogar también influyen en el desarrollo emocional infantil.

Gato, mascota. Foto: Grok AI

Por otro lado, otro estudio publicado en Behavioural Sciences analizó cómo el apego entre un niño y su perro se relaciona con la regulación emocional y la psicopatología infantil, y halló que el vínculo entre el niño y su perro está asociado a mejores mecanismos emocionales, menos problemas conductuales, una actitud más abierta a integrarse en la sociedad y una mayor regulación emocional.

Encontró que un vínculo seguro con el perro está asociado a mejores mecanismos emocionales: menos problemas conductuales, más conducta prosocial y mejor regulación de las emociones.