Colocar clavos oxidados alrededor del limonero: para qué sirve este truco recomendado por jardineros
El limonero puede beneficiarse de un truco hogareño poco conocido que aprovecha materiales que suelen desecharse. Conocé las utilidades y el modo de aplicación de esta técnica ancestral para implementarlo durante el verano.

Con el aumento de las temperaturas de la mano del verano y la prolongada exposición al sol, los cuidados del patio y sus plantas vuelven a ocupar un lugar central entre quienes buscan mantenerlas en óptimas condiciones.
En este contexto, un método tradicional empieza a recuperar protagonismo: colocar clavos oxidados en la tierra del limonero para mejorar su salud y potenciar su desarrollo. Si bien la técnica circula desde hace décadas en ámbitos rurales y hortícolas, en los últimos años volvió a popularizarse gracias a su bajo costo y facilidad de aplicación.

El fundamento principal de este recurso es simple: el hierro, al oxidarse, libera de manera progresiva micronutrientes esenciales como el hierro y el zinc, fundamentales para la fotosíntesis y el fortalecimiento del follaje.
Estos elementos ayudan a revertir el amarillamiento de las hojas, un síntoma frecuente de deficiencia nutricional, y contribuyen a que el árbol crezca con mayor vigor. Algunos especialistas incluso señalan que un aporte equilibrado de estos minerales puede favorecer la floración, condición clave para mejorar la producción de frutos.

Sin embargo, los expertos aclaran que este truco no reemplaza a un plan de fertilización adecuado ni al manejo básico que requiere cualquier frutal, como el riego correcto, la poda y la protección frente a plagas. Más bien, se trata de una medida complementaria que puede ser útil en suelos pobres o en ejemplares debilitados.
Fácil y sencillo: cómo realizar este truco casero
Su aplicación es sencilla. Solo se deben utilizar clavos de hierro comunes, evitando los galvanizados o de acero inoxidable, preferentemente con óxido visible, ya que este es la fuente de los micronutrientes.

Pueden colocarse enterrados alrededor del tronco o insertarse superficialmente en la madera a unos centímetros del suelo, sin perforar en exceso. Una vez ubicados, se dejan actuar para que la liberación mineral ocurra de manera gradual durante varios meses.
Mientras algunos jardineros habituales consideran esta práctica como un gesto de “nutrición casera”, otros la reconocen como parte de un conjunto de técnicas ancestrales que buscan aprovechar al máximo los recursos disponibles. Lo cierto es que, lejos de ser un mito, este truco continúa vigente y, aplicado con criterio, puede convertirse en un aliado útil para mantener el limonero fuerte, frondoso y productivo.













