Entre almacenes y pulperías: el pueblito rural que se volvió un destino gastronómico de culto cerca de CABA

A poco más de 130 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, entre campos llanos y caminos de tierra, se encuentra un destino que supo, más allá del paso del tiempo, mantenerse fiel a su historia.
En el partido de Roque Pérez, los parajes de La Paz y La Paz Chica se presentan como guardianes de un tiempo detenido, donde los almacenes de ramos generales, las pulperías y los bodegones no solo sobreviven, sino que renacen como atractivos turísticos.

Lejos del turismo masivo y los circuitos tradicionales, estos pueblos preservan una arquitectura de adobe y un ambiente rural que remite al siglo XIX.
Es justamente esta autenticidad la que da origen cada enero a la Noche de los Almacenes, una celebración que convoca a turistas de toda la provincia para recorrer, bajo las estrellas, los antiguos espacios de encuentro social, mientras se degustan platos típicos, se escucha música y se revive la memoria colectiva del campo bonaerense.
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Entre los referentes gastronómicos se destaca el Almacén La Paz, fundado en 1859 y convertido en un museo viviente. Conserva una cancha de bochas, otra de pelota paleta y una colección de objetos que narran la historia comercial de la región.

En su predio aún subsiste una antigua construcción habilitada como pulpería por el gobernador Juan Manuel de Rosas en 1832, según documentos históricos.
Otro ícono es el Almacén San Francisco, un restaurante construido en adobe que funciona desde 1930. Allí se ofrecen empanadas, quesos, fiambres caseros y espectáculos culturales con el fin de transmitir el espíritu criollo del lugar. “Queremos que el almacén sea un punto de encuentro, un refugio de la cultura que nos vio nacer”, cuenta su encargado.

A escasos metros del Cine Club Colón, el bodegón “Lo de Nelly” completa el circuito con su cocina criolla, donde se sirve asado con cuero, lechón, pan casero y vino tinto. Nelly Albanesi, su fundadora, sostiene el espíritu del lugar con música en vivo y matinés campestres que reflejan el alma festiva del paraje.
Con su fuerte impronta gastronómica, su patrimonio rural y el calor de su gente, La Paz y La Paz Chica se consolidan como destinos ideales para una escapada distinta.
