8M Parafraseando a Freud: ¿qué quieren las mujeres?

Con la fuerza del #MeToo y las reivindicaciones de la mujer, Diario26 le da una mirada psicoanalítica al universo femenino en una entrevista exclusiva con la Licenciada Adriana Santagápita.
Adriana Santagápita - Mujeres
Adriana Santagápita - Mujeres

Cada 8 de marzo las mujeres celebran su alianza inquebrantable para la defensa de los derechos conquistados y dejan oír su voz contra las desigualdades y los abusos que aún persisten y deben sufrir. Este año no ha sido la excepción.

Con el impulso que el #MeToo le da a las reivindicaciones de las mujeres en todo el mundo, se llamó este jueves a lanzar una huelga que implica movilizaciones y protestas -también silenciosas- en diferentes ámbitos.

Para acompañar esta jornada histórica, Diario 26 habló en entrevista exclusiva con la Licenciada Adriana Santagápita tras el objetivo de dar una mirada diferente a la realidad de la mujer de hoy.

Licenciada en Psicopedagogía (USAL), psicoanalista, miembro de la Comisión Organizadora de las Jornadas de Discapacidad en la Fundación Campos del Psicoanálisis e integrante de equipos de Orientación Escolar y artista plástica que refleja de otro modo al mundo femenino, Adriana Santagápita analiza el complejo mundo de la mujer actual bajo la óptica moderna del psicoanálisis, e incluso va más allá.

Parafraseando a Freud, se permite preguntar: ¿Qué quieren las mujeres?

Lo explica en diálogo con Diario 26:

Como profesional, pero seguramente también como mujer, muchas veces te habrás preguntado ¿qué quieren las mujeres?. Claro que esa es una pregunta que también se habrá hecho Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. ¿Tuvo éxito?Freud estudió intensamente la psiquis femenina llegando por momentos a algunas posibles conclusiones y aun así siguió preguntándoselo. Y yo agrego que también para el sexo femenino es una incógnita. Somos muchas veces un mar de dudas y desconocimiento, y solo llegamos a conocernos por instantes más o menos largos según el caso, tras arduas búsquedas buceando a veces en aguas transparentes rodeadas de corales y bellos peces de colores, y en otros, casi hundidas en las profundidades del océano mas turbio, a tientas, cual Doris, la amiga de Nemo, con su síndrome de pérdida de memoria a corto plazo que no sabe donde va ni para qué. Pero cuando el hallazgo sobre que queremos nos sorprende cual epifanía ¡Que celebración!

Adriana Santagápita - Mujeres
Adriana Santagápita - Mujeres

¿Y entonces, qué podemos hacer para comprender mejor el complejo mundo de la mujer?
Por eso, y no para oponer hombres y mujeres, o hablar de LAS mujeres y LOS hombres, ni de una mujer a lo largo de toda su vida de encuentros y desencuentros consigo misma, podría ensayarse alguna idea de por dónde queremos –o podemos!- rumbear.
Decir las mujeres, es una generalización y como tal, imposible que sea certera, pero habría algunas pistas al estilo de Jumanji para más o menos ir acercándose a la idea, si es que existiera algún resquicio por donde tal vez, capaz, ponele fuera posible por un instante evanescente y fugaz entender algo. Una vez más las generalidades son simplificadoras de la cuestión pero también pueden ser cierta guía para seguir pensando, o suponer que la cuestión va por ahí.
Hablar de algunos modos de ser mujeres no implica que los varones queden excluidos de estas cuestiones. Somos personas en constante búsqueda y como tal, nos pasan a la mayoría más o menos cosas similares, cuando se trata de saber qué se quiere. Después habría que pensar la parte II, y ensayar hipótesis de como se hace para ir hacia eso que se quiere. ¡Uf!

En la tarea de entrar en la mente femenina, podríamos llegar a perdernos. ¿Habrá manera de comenzar a desandar el camino sin el riesgo de quedar en el intento?
Parecería que el psicoanálisis, la historia, el arte y la literatura dejan algunas miguitas de pan al estilo de Hansel y Gretel que marcan algún camino por donde animarse a pasar, donde esperan lindos efectos, y a la vez dejan al descubierto por donde ni de casualidad se las suele encontrar a estas mujeres de las que hablo, por mas viento a favor, sensación térmica agradable y despliegue del estilo James Bond que se intente.
Por aquí algunas “miguitas de pan (integral)” –ni más ni menos- para nuestro amigo Sigmund y para quien quiera intentar asomarse a la caja de Pandora:
Las mujeres en las que pienso, hablamos mucho, para explicar e indagar cualquier cosa, propia o ajena, sirva o no después para algo, como una necesidad que nace desde las profundidades de la tierra y nos toma, por momentos, en toda nuestra humanidad.
(Viene unida al punto anterior) Cualquiera que se ajuste a esa regla casi condición sine qua non, es decir, ser interlocutor y parlante a la vez, es bienvenido a compartir largos periodos de tiempo. Ergo, quien no, poco a poco pero irremediablemente ira siendo desestimado y corrido de la lista de favoritos. Terminando en un enorme aburrimiento como sensación más frecuente y potente.

Pero... ¿de qué mujeres hablás? Como dicen ellas de los hombres: ¿Son todas iguales?
Las mujeres de las que digo lo que digo, cuando quieren es al modo de “Una mujer con sombrero” que nos canta Silvio Rodríguez, cuando cuenta que “una mujer con sombrero, como un cuadro del viejo Chagall, corrompiéndose al centro del miedo…” va tomando las decisiones que la llevan donde la espera el tesoro al final del arcoíris, tantas veces como quiera buscarlo. Los tesoros son variados y van desde su amor, su profesión, sus hijos hasta las plataformas de Bruna Bellini. Cuando se trata del amor, son de las que piensan “Que me tenga cuidado el amor, que le puedo cantar su canción” convencidas de que “la cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes” porque “los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan allí. Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar”.
Las mujeres que les cuento, al son de “antes muerta que sencilla” cuentan para sí mismas y son capaces de salir de ciertos estados poniéndose labial y rímel, vestidos con flores, stilettos o sus chatitas hindúes, un bolso lleno de objetos que nunca encuentra cuando se necesitan (¡porque son miles!), y sentirse la más bella del mundo solo porque en ese instante se enteró de lo que quiere. Y va por ello. Así sea helado de Freddo.
Para las mujeres que voy nombrando, hay una serie de prioridades bien delimitadas, que pueden ir variando, no obstante según el momento vital, y que van en pa-ra-le-lo. O sea, varias prioridades en el primer escalón, haciendo honor a un rasgo frecuente en la mayoría de las cabezas femeninas (de las mujeres de las que hablo, claro) donde coexisten con más o menos conflicto muchas cosas a la vez y todas ellas, dignas de ser atendidas con la misma intensidad. Y ya. Quien ose intentar poner en cuestión alguna de esas “prioridades” tendrá que vérselas seriamente con la diosa Afrodita que guiña el ojo desde un rinconcito del inconciente.

Adriana Santagápita - Mujeres
Adriana Santagápita - Mujeres

¿Y qué cosas están entre las prioridades de la mujer de hoy?
La amistad está entre estos varios “primer punto” de circunstancias vitales. Por lo tanto, es total y absolutamente necesario estar presentes, de todos los modos posibles, real, imaginaria y simbólicamente, cada vez que el impulso llama en rings coincidentes con el llamado de la amiga/amigo por whatsApp, teléfono, mensajes, telepatía, gestos, o lo que sea que funcione como help en el código compartido. Es importante tener claro no intentar oponerse, repito, no intentar oponerse cuando ese llamado aparece porque no hay argumentos posibles para no acudir. Sea la hora que sea, en la circunstancia que sea, allá vamos con artillería de sobra para hacer de red.
La simpática novela de Agatha Christie “Los elefantes pueden recordar” según Wikipedia se basa en la idea de que “los sospechosos y los testigos son llamados para hablar del hecho y Misstres Oliver los llama elefantes por recordar destacados aspectos del suceso”. Forma parte de la sabiduría popular la fama ganada de la memoria a largo plazo en las mujeres. Se dice por ahí que podemos disculpar pero no olvidar. Entre las mujeres de las que hablo, con esa “memoria de elefante”, cada palabra, detalle, gesto, mueca, entonación, ausencia, falta de registro, (la lista es laaarga!) son guardados y custodiados por Pandora, y aunque hagamos el intento de que ESO ya no esté molestando por ahí, es bastante posible que alguna escena que roce algo de “aquello” arme en un nanosegundo una concatenación rizomática que, claro, solo para nosotras tiene sentido. Pero que tiene la potencia de 25 elefantes. Consejito para aquellos que quieran la cercanía de estas mujeres, y para tener una vida sana psíquicamente hablando: abstenerse de estar distraídos sobre aquellas pistas que ellas se ocupan sigilosamente de ofrecer para indicar con letrero luminoso lleno de leds que definitivamente, no es por ahí el mapa que lleva a buen puerto.

¿Y qué otras cosas aman las mujeres?
Las mujeres de las que algo voy diciendo adoran el sexo, lo usen o no en “modo genital” según el tiempo de sus vidas por donde estén paseando. No es privativo de los varones como hasta hace pocos años se intentó convencer. Es pulsión de vida, libido, posición deseante, y muchas hormonas trabajando para saborear uno de los más dulces y endorfínicos placeres de la vida. Cerati lo contaba en su “Juego de Seducción”. Podríamos tatuarnos en un hombro “Mujer, ni sumisa, ni devota. Te quiero linda, libre y loca”.
Las mujeres de las que escribo son aquellas que disfrutan de miradas tiernas y palabras dulces en la linda y varonil voz del hombre que pase el tiempo que pase, sigue diciendo susurros amorosos. Se dice lo que se piensa, el inconciente se produce en la medida en que se habla, y no entra como opción erotizante cuando lo que se dice y se piensa va perdiendo el hechizo que acaricia cuando llama a mirar y enlazar. A ver chicos, sorry pero no es que con el tiempo ya no es necesaria la seducción. Es más, en el preciso momento en que el acostumbramiento pasa a ocupar el lugar que antes custodiaba lo amoroso y el deseo, empieza el proceso de deserotización que más vale no preguntar cómo termina.
¡Buenas noticias!, las mujeres de las que digo lo que digo están siempre abiertas a las buenas intenciones del sujeto en cuestión, y así como se van deserotizando, pueden volver a sentirse erotizadas y atraídas por los aromas hipnóticos del amor y/o el deseo.
Las mujeres que me interesa hoy nombrar, quieren mensajitos románticos, música, algún tema dedicado tal como Héroes, de David Bowie donde nos cuentan que somos sus reinas. Mimos, mimos, mimos, sexis, tiernos, dulces, fuertes, suaves, en tonos musicales, en colores, en sabores variados. Mimos.

¿La mujer de hoy es muy demandante de esas cosas que ama?
Y no sólo al principio, o a veces… sino cada vez que queremos. ¿Cuándo? Ahhh, eso abre otro capítulo. Poder pescar cual es el estado para ir al reservorio de mimos es un poco más complicado. Pero básicamente, creo que es la mayor parte del tiempo salvo cuando la histérica que también nos habita empieza a decir que necesita más espacio.
Esta clase de mujeres a las que me voy refiriendo, cuando aman lo hacen con pasión “Sofialorenezca”, y podrían matar –simbólicamente claro!- a quien lastime a sus amores. OK?
Lo mismo, de más esta decirlo, va para cuando alguien osa lastimarnos sabiendo que lo hace. Pero para quienes rodean a las mujeres de las que hoy digo algunas cosas, es útil saber que El Padrino es un libro de cabecera, y hay infinitas técnicas de las que, para no aburrir, sólo mencionaría una de una tal Lorena B., especialmente usada en casos de lectura de traición. Claro, al ladito y nivelando están Chopra y Gandhi. Sorry, pero mejor estar bien preparadas por las dudas que las pistas que estas mujeres van dando, con aroma a azahares y música de Lennon cuando le canta al amor y al mundo en armonía, no hayan sido suficientemente ilustrativas y cuando “la pena empieza a crecer adentro”, como en los “Crímenes Perfectos” de Andrés Calamaro. Antes que implote…. mejor recurrir a Violencia Rivas que tiene una cuantas ideas interesantes para implementar.

Dicho así, da la sensación de que entender a la mujer es una tarea imposible de lograr...
En fin, no es taaaan difícil. En realidad las mujeres de las que estamos charlando quieren muchas cosas. El tema no es saber que quieren las mujeres, sino que se hace con toda esa demanda.
Finalmente las mujeres a las que me refiero y a las que decido pertenecer somos las Afroditas del Siglo XXI, rasgos más, rasgos menos, ya que para la mitología griega es la Diosa del Deseo… “Allí, donde ella pisara brotaban hierba y flores. En Pafos, las Estaciones, hijas de Temis, corrieron a vestirla y adornarla. Se echa a volar acompañada de palomas y gorriones”.

Adriana Santagápita es autora del libro "Cuestiones de lazos" - Testimonios de un psicoanálisis (Editorial Dunken - 2016).Registro profesional Nº 658207 - Matrícula Nº 111124.