Impacto mundial: tras el desarrollo de nuevos misiles de largo alcance, China tendría la capacidad de hundir los portaaviones de EEUU

El DF-21D y el DF-26B, conocidos como “asesinos de portaaviones”, pueden alcanzar objetivos a más de 1.500 y 4.000 kilómetros respectivamente.
Los nuevos misiles de largo alcance chinos.
Los nuevos misiles de largo alcance chinos. Foto: Wikipedia.

Los portaaviones son cruciales para Estados Unidos porque funcionan como bases aéreas móviles que proyectan poder aéreo a nivel global, permitiendo operaciones militares lejos de territorio nacional sin depender de aeródromos en otros países. Esta capacidad los convierte en un símbolo de su poderío militar y diplomático, siendo el centro de sus fuerzas de combate. Pero China tiene otros planes.

Aunque el gigante asiático está invirtiendo y creciendo rápidamente en su capacidad naval, Estados Unidos sigue teniendo una superioridad numérica en portaaviones. Sin embargo, China está desarrollando una fuerza marítima cualitativamente más poderosa, incluyendo la tecnología nuclear, lo que representa un desafío a la hegemonía naval de Estados Unidos.

Portaaviones USS George Washington. Foto: NA
Portaaviones USS George Washington. Foto: NA

En este sentido, recobra importancia el desarrollo de misiles balísticos antibuque (ASBM) como el DF-21D, apodado “carrier killer”, capaz de alcanzar blancos en movimiento desde más de 1.500 kilómetros de distancia y a velocidades hipersónicas superiores a Mach 10.

A este se suma el DF-26B, conocido como “Guam Killer”, que amplía el rango de ataque a más de 4.000 kilómetros e incorpora variantes de doble uso contra objetivos terrestres y navales.

Un DF-21 en su vehículo de transporte. Foto: Wikipedia.

Un estudio advierte que, gracias a estos nuevos misiles, China consolidó una capacidad real de hundir a las naves estadounidenses, símbolo de la supremacía naval de Washington desde la Segunda Guerra Mundial.

China preocupa a Estados Unidos por la vulnerabilidad de sus portaaviones

Más allá de los misiles, el verdadero factor crítico es la creación de una amplia red ISR (inteligencia, vigilancia y reconocimiento).

Pekín desplegó satélites ópticos y de radar, radares transhorizonte, drones como el WZ-8 y una flota pesquera y submarina que funcionan como nodos de información. Este entramado integrado permite detectar y rastrear a los grupos de portaaviones para dirigir ataques coordinados con misiles balísticos e hipersónicos.

Durante casi un siglo, los portaaviones simbolizaron 100.000 toneladas de soberanía estadounidense proyectadas en mares lejanos. Sin embargo, ese modelo ahora enfrenta un desafío estratégico completamente distinto: operar tan lejos de la costa china que sus cazas pierdan efectividad o arriesgarse a quedar dentro del alcance de un enjambre de misiles.