Alguna vez fue símbolo de avance en las telecomunicaciones, pero ahora se convirtió en un arma letal en el frente.
Por Canal26
Sábado 31 de Mayo de 2025 - 10:11
La guerra entre Rusia-Ucrania y la utilización de los drones. Foto: Reuters.
La guerra entre Rusia y Ucrania mantiene una tensión persistente que genera un desgaste físico y psicológico notable. En ese sentido, la incorporación de las nuevas tecnologías y de nuevos tipos de armamentos también creó un escenario destructivo que hasta hace poco tiempo atrás no se conocía tanto.
A comienzos de enero, The New York Times destapó una verdad que ya no podía ocultarse en los frentes de batalla: la fibra óptica se había infiltrado en el conflicto con un papel inesperado y devastador. Capaz de evadir la guerra electrónica, esta tecnología ahora permite a los drones cruzar el cielo sin ser detectados, sin interferencias, y con una precisión quirúrgica.
Consecuencias de ataques con drones de Rusia a Ucrania. Foto: Reuters/Nina Liashonok.
Ya no basta con bloquear señales o saturar frecuencias. Ahora, los drones conectados por cables de fibra óptica -físicamente unidos a su operador por kilómetros de hilo casi invisible- vuelan sin emitir ondas de radio, lo que los hace indetectables para los sistemas de defensa convencionales. Rusia, con el tiempo, perfeccionó el uso de esta táctica hasta convertirla en una herramienta de asedio.
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La reciente ofensiva en la localidad ucraniana de Rodynske, al oeste de Donetsk, lo deja claro. Allí, a escasos kilómetros de la sitiada Pokrovsk, las tropas rusas han intensificado su presión con bombardeos constantes y drones guiados con una precisión letal.
Una bomba planeadora de 250 kilogramos impactó en el corazón del pueblo, destruyendo edificios administrativos y residenciales, y dejando un paisaje desolador, como si el tiempo se hubiera detenido en medio del humo y los escombros.
Según un reciente informe de la BBC, la situación en Rodynske forma parte de una maniobra mayor: Moscú intenta rodear Pokrovsk, una ciudad que aún resiste, pero que sufre un asedio cada vez más cerrado. Al cortar rutas de abastecimiento y desplegar drones desde territorios recién capturados, las fuerzas rusas extienden su alcance y difuminan las líneas de combate.
Ataque con drones de Rusia a Ucrania. Foto: Reuters/Gleb Garanich.
La fibra óptica, utilizada tradicionalmente en telecomunicaciones civiles, se ha transformado en un arma de guerra. Y como ocurre con toda innovación tecnológica en un conflicto, su eficacia genera una carrera contra el tiempo. Ucrania, que ha liderado avances significativos en guerra electrónica, ahora enfrenta el desafío de combatir una amenaza que no hace ruido, no se ve y, a menudo, llega demasiado tarde.
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Este hilo fino, casi invisible, que conecta a los drones rusos con sus operadores que es la fibra óptica escapa a los intentos de interferencias, bloqueos de señal y sabotajes digitales que eran herramientas clave para evitar que los drones enemigos encontraran su objetivo. Pero los drones guiados por cable de fibra óptica han convertido a ese escudo en una inutilidad.
A diferencia de sus predecesores, estos aparatos no necesitan transmitir señales por el aire. Están físicamente conectados con sus operadores, lo que los vuelve prácticamente inmunes a la detección y al sabotaje electrónico. Pueden moverse en silencio, sin emitir ondas que los delaten, incluso dentro de edificios. La posibilidad de que un dron se cuele por una ventana y busque directamente a un combatiente ucraniano ya no es una escena de ciencia ficción.
Mientras Ucrania aún probaba los primeros modelos, Rusia ya los desplegaba de manera sistemática. Esa diferencia de tiempo se ha traducido en una ventaja táctica concreta. Los drones rusos con fibra óptica operan a distancias de hasta 30 kilómetros, mientras que los ucranianos apenas alcanzan los 15 o 20.
Empero, esta tecnología tiene sus desafíos: estos drones son más lentos y su cable puede enredarse fácilmente, especialmente en zonas boscosas. Pero su capacidad de infiltración y precisión compensa esos riesgos. Además, se requiere gran habilidad para manejarlos, ya que cualquier error puede convertir un vuelo en una pérdida costosa o, peor aún, en una explosión accidental.
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Frente a esta amenaza, algunos soldados ucranianos han comenzado a cargar tijeras en sus mochilas: una herramienta improvisada para cortar los cables de fibra óptica cuando detectan un dron cercano. Es una imagen elocuente de hasta qué punto la guerra ha obligado a improvisar.
El control total de Donetsk aún le resulta esquivo a Rusia. Pero mientras el ejército ucraniano sufre la falta de municiones, personal capacitado y una producción estandarizada de alta tecnología, la brecha se amplía.
En el cielo de Ucrania, los drones ya no solo vuelan. Se deslizan por hilos invisibles, conectados a una red letal que redefine las reglas del combate moderno. Y en cada vuelo, lo que está en juego no es solo una posición o una trinchera: es el límite cada vez más difuso entre la tecnología y la muerte.
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