Aunque la historia oficial apunta a la relación entre el entonces príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles como la causa central del divorcio real, otras revelaciones hablan de un factor mucho menos conocido, marcado por una intensa conexión con el mundo esotérico.
Diana Spencer, Lady Di, realeza británica. Foto: Pinterest.
Durante décadas, la figura de Diana Spencer, la inolvidable Lady Di, fue objeto de admiración, intriga y controversia. Su historia con el actual rey Carlos III fue contada innumerables veces, la mayoría de ellas centradas en la infidelidad con Camilla Parker Bowles, quien actualmente es la reina consorte.
Sin embargo, en los márgenes de ese relato tradicional, emerge una nueva perspectiva: el profundo interés de Diana por la astrología y lo esotérico, una pasión que, según expertos e investigaciones, habría generado una grieta insalvable en su ya tensa relación con la realeza británica.
El costado espiritual de Lady Di fue el que irritó a Carlos III. Foto: X.
Era 1995 cuando Diana ofreció su entrevista más explosiva a la BBC. En ella, con una franqueza poco habitual dentro de los muros del palacio, dijo: “éramos tres en este matrimonio”, en referencia al vínculo persistente entre Carlos y Camilla.
Aquella frase se volvió icónica, resumiendo en pocas palabras la humillación que sintió y el rol que la traición jugó en la caída del "cuento de hadas" real. No obstante, nuevas investigaciones sugieren que la crisis matrimonial tuvo más de una arista.
Según el diario británico Daily Mail, además de la infidelidad, hubo una fuente de tensión más profunda y menos explorada: la creciente inclinación de Diana hacia el mundo espiritual.
El camino espiritual que alejó a Lady Di del entonces príncipe Carlos. Foto: X.
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La princesa consultaba astrólogos, tarotistas, e incluso asistía a sesiones con médiums en busca de orientación y consuelo. Esa práctica, lejos de ser bien vista por la realeza, generaba incomodidad y rechazo en un entorno que se conoce por ser racional, protocolar y tradicional.
La fascinación de Diana con la astrología, particularmente durante los años más oscuros de su matrimonio, fue interpretada por algunos como una vía de escape y, por otros, como un síntoma de paranoia.
Patrick Jephson, su exsecretario privado, llegó a declarar durante la investigación judicial por su muerte que la princesa se aferraba a estas prácticas con intensidad. Según él, sus astrólogos alimentaban sus temores con predicciones que incluían atentados, complots y sucesos sobrenaturales.
“Cuanto más terribles las predicciones, más las escuchaba”, reveló Jephson ante un jurado.
Lady Diana Spencer nació el 1 de julio de 1961 a las 19:45 en Sandringham, Inglaterra. En la astrología, su signo solar era Cáncer. Foto: X.
Entre las predicciones que más la perturbaban, se encontraba la idea de que su entonces esposo jamás llegaría al trono, o que sería reemplazado por el príncipe Andrés.
También temía que sus frenos fueran saboteados o que sus conversaciones estuvieran intervenidas por los servicios de inteligencia del Reino Unido. La investigación del medio The Economic Times expone que estos miedos no eran solo producto de su imaginación, sino que se nutrían de lo que sus asesores esotéricos le indicaban.
Uno de ellos era conocido como “la bruja de Fergie”, una adivina vinculada también a Sarah Ferguson, duquesa de York. La relación de la princesa con estas figuras no solo aumentó con el tiempo, sino que condicionó algunas de sus decisiones más importantes, tanto dentro como fuera de la familia real.
Su Luna en Acuario y su Ascendente Sagitario podrían explicar su fuerte inclinación a explorar caminos alternativos y la necesidad de libertad emocional y filosófica. Foto: Garrad.
Su agenda, especialmente a finales de los años 80 y principios de los 90, estaba plagada de encuentros con médiums, consultas astrológicas y actividades espirituales. Lejos de ser simples curiosidades personales, estas prácticas eran vistas por la realeza con desdén y preocupación.
La vida de Diana fue, en muchos sentidos, una lucha constante por encontrar su lugar dentro de una estructura que nunca terminó de aceptarla. Su búsqueda espiritual puede leerse como un intento de reconstruirse a sí misma desde el dolor y el aislamiento, pero también refleja la profunda fractura entre su sensibilidad personal y la rigidez del entorno en el que vivía.
Con el paso del tiempo, el relato sobre Lady Di siguió ampliándose, y su trágica muerte en 1997 dejó una huella imborrable en el pueblo británico y en el mundo. No obstante, también dejó preguntas sin responder: ¿Cuánto pesaron esos intereses en el colapso de su matrimonio?
El príncipe Carlos y Lady Di en noviembre de 1992 en Seúl. Ese sería el último viaje oficial de la pareja. Foto: Getty Images.
Lo cierto es que, más allá de los titulares y las versiones oficiales, Diana fue una mujer compleja, sensible y profundamente humana. Y quizá fue esa humanidad inquieta, contradictoria y espiritual, la que terminó por distanciarla irremediablemente del trono que nunca quiso ocupar.
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