El río más largo y caudaloso de la Tierra está en medio de la selva y en Sudamérica: los secretos de este tesoro natural

Su equilibrio sostiene la vida de millones de personas y de especies que no existen en ningún otro lugar.
Silueta de un hombre sobre el río Amazonas en los humedales de Tarapoto, Amazonas, Colombia. Foto: Reuters.
Silueta de un hombre sobre el río Amazonas en los humedales de Tarapoto, Amazonas, Colombia. Foto: Reuters.

En lo más profundo de Sudamérica se extiende un territorio donde la naturaleza alcanza su máxima expresión. Una selva densa, interminable, cubierta por un dosel verde que parece no tener fin. Allí, la vida se multiplica en todas sus formas: desde los árboles más altos del planeta, los insectos más diminutos, hasta el río más largo del mundo.

Se trata del río más poderoso de la Tierra, cuyas aguas dan origen a un fenómeno casi imposible: olas que avanzan contra la corriente, desafiando las leyes naturales. Este espectáculo, conocido como pororoca, simboliza la fuerza y el misterio del Amazonas, el sistema fluvial más extenso del mundo.

El Amazonas peruano. Foto: REUTERS
El Amazonas peruano. Foto: REUTERS

Pero más allá de su belleza, la selva amazónica cumple un rol vital para la estabilidad ambiental global. Actúa como el gran regulador climático del planeta, produce una enorme cantidad de oxígeno y captura millones de toneladas de dióxido de carbono cada año.

Su equilibrio sostiene la vida de millones de personas y de especies que no existen en ningún otro lugar. Sin embargo, este tesoro natural enfrenta amenazas constantes por la deforestación, la minería y el cambio climático.

El gigante acuático que modela Sudamérica

El río Amazonas es el eje vital de esta vasta selva tropical. Nace en los Andes peruanos y atraviesa más de 7.000 kilómetros antes de desembocar en el Atlántico, cruzando Brasil, Colombia y otros países que comparten su cuenca. Su caudal es tan inmenso que, en la desembocadura, el agua dulce se extiende decenas de kilómetros mar adentro.

Su cuenca hidrográfica cubre alrededor de siete millones de kilómetros cuadrados, una extensión que representa casi el 40% de América del Sur. Este sistema fluvial alimenta innumerables afluentes, algunos tan grandes que por sí solos serían ríos principales en cualquier otro lugar del planeta.

El Amazonas no solo define la geografía del continente: también moldea su clima. Su humedad regula las lluvias que fertilizan regiones agrícolas a miles de kilómetros de distancia, y sus bosques funcionan como una esponja natural que modera las temperaturas extremas.

Entre sus fenómenos más asombrosos destaca la pororoca, una ola que se forma cuando las mareas del océano Atlántico empujan el agua río adentro. Este encuentro entre fuerzas opuestas genera olas que pueden superar los tres metros de altura y avanzar varios kilómetros, recordando la poderosa conexión entre el río y el mar.

El amazonas. Foto EFE.
El amazonas. Foto EFE.

Un ecosistema que sostiene al planeta

La selva amazónica y su río son más que un paisaje exuberante: constituyen una red de vida interdependiente que influye directamente en el equilibrio ecológico del planeta. Su vegetación libera aproximadamente una quinta parte del oxígeno mundial y mantiene los ciclos del agua que determinan el clima global.

Además, el Amazonas alberga alrededor del 10% de todas las especies conocidas, muchas de ellas todavía sin clasificar. Cada pérdida de bosque o de hábitat representa un golpe a la biodiversidad mundial y al futuro de la humanidad.

Proteger este ecosistema significa preservar la vida en todas sus formas. El Amazonas es más que un río y una selva: es el corazón que late por la Tierra entera, un recordatorio de la fuerza y la fragilidad de la naturaleza que nos sostiene.