De un proyecto colonial británico fallido al riesgo de desaparición: el archipiélago del Pacífico que enfrenta un duro presente
Las Islas Fénix, un archipiélago en Kiribati, tienen una historia marcada por la colonización británica y un fallido proyecto de reasentamiento, mientras que su presente se define por ser una zona protegida de importancia mundial que podría desaparecer por el cambio climático.

En medio del Pacífico central, las Islas Fénix -un conjunto de atolones poco poblados- parecen un punto perdido en el mapa. Pero detrás de su apariencia tranquila cargan una historia singular: fueron el último intento de colonización del Imperio Británico y, hoy, uno de los territorios más vulnerables al cambio climático dentro de Kiribati.
Aunque actualmente casi nadie hable de ellas, las Fénix tuvieron un papel curioso en la estrategia colonial británica. A fines del siglo XIX fueron anexadas y, ya en 1938, Londres impulsó un proyecto sorprendente: el Phoenix Islands Settlement Scheme.

La idea era trasladar familias desde islas sobrepobladas a este archipiélago deshabitado, con la esperanza de generar comunidades autosuficientes. Pero la realidad fue menos optimista.
Un objetivo secundario era aumentar la presencia británica en el Pacífico occidental en respuesta a la creciente influencia estadounidense, especialmente en Canton (más tarde, Kanton), donde se estaba estableciendo una base marina comercial de hidroaviones.
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Los tres atolones, Sydney, Hull y Gardner, fueron renombrados en gilbertés como isla Manra, atolón Orona e isla Nikumaroro respectivamente.
El clima resultó implacable, las sequías eran frecuentes y la falta de recursos básicos hacía la vida casi insostenible. Con la Segunda Guerra Mundial golpeando a la región y una población muy reducida, el sueño colonial se fue desvaneciendo. Para 1963 la mayoría de los colonos había abandonado el lugar, y más tarde, con la independencia de Kiribati en 1979, las Fénix quedaron definitivamente desligadas del dominio británico.
El presente de las Islas Fénix, entre la desaparición y una reserva marina impresionante
Hoy, su presente está marcado por un contraste fuerte: casi no están habitadas, salvo un pequeño grupo en la isla Kantón, pero poseen una de las reservas marinas más importantes del mundo. El Phoenix Islands Protected Area (PIPA) es un santuario gigantesco, reconocido por la UNESCO, donde sobreviven arrecifes coralinos intactos, peces de múltiples especies, aves marinas y montañas submarinas formadas por antiguos volcanes. Es, para muchos científicos, un laboratorio natural que muestra cómo era el océano antes de la intervención humana.
Sin embargo, ese mismo entorno que durante décadas se mantuvo casi intocable enfrenta ahora una amenaza que no respeta fronteras: el cambio climático. Kiribati es uno de los países más frágiles frente al aumento del nivel del mar, y las Fénix no son la excepción.
Con islas que apenas superan los dos metros de altura, la salinización del suelo, la erosión costera y la pérdida de agua potable ya afectan a sus comunidades y ecosistemas. Si la tendencia continúa, algunos de estos territorios podrían quedar sumergidos, obligando a desplazamientos humanos que ya se discuten como una forma inevitable de migración climática.
Así, las Islas Fénix cuentan dos historias en un mismo paisaje. Una pertenece al pasado: la del último intento de colonización británica en un rincón remoto del mundo. La otra se escribe hoy: la de un archipiélago que lucha por sobrevivir en un planeta que cambia a un ritmo acelerado.
















