José Luis Espert afirmó: "Gobiernan los que lucran con la pobreza"

El ex candidato presidencial hizo declaraciones sobre como ve hoy el país y cuales son sus predicciones para una Argentina gobernada por Fernandez.

Por Canal26

Domingo 3 de Enero de 2021 - 13:38

Debate presidencial, José Luis EspertJosé Luis Espert.

En una entrevista con Jorge Fontevecchia el ex candidato a presidente José Luis Espert mostró su completo desacuerdo con las políticas de gobierno que lleva adelante el gobierno de Alberto Fernández.

 

En tu último libro, que escribiste junto a Luis Rosales, “No va más”, se dice que “el corpus político reacciona al outsider como el cuerpo humano al virus”. ¿Son outsiders Donald Trump, Jair Bolsonaro o incluso Sebastián Piñera o Mauricio Macri?

 

Soluciones.“La película del proteccionismo industrial, la defensa del Estado presente, la justicia social, la mejora en la distribución de ingreso está hecha de mentiras”. Son personas que en algún lugar siguen en ese derrotero. No me inspiré en ninguno de los que nombraste para denirme como antisistema. Me considero antisistema no en el sentido de creerme un extraterrestre sino una persona que cree que el sistema que Argentina abrazó hace casi un siglo está destruyendo el país.

 

Abracé la economía como una ciencia, casi como una ciencia dura en la tradición de Chicago. El CEMA sigue la tradición de Chicago. El criterio es un punto de vista cientíco. Se hacen propuestas económicas desde postulados cientícos más que ideológicos. Mi propuesta es antisistémica en el sentido de cambiar el sistema que ha destruido el país. Es nuestra idea política.

 

En cuanto a su vinculo con Domingo Cavallo y el menemismo, Espert dijo: "Con Cavallo tuve correspondencia por mail. No recuerdo si lo conozco personalmente. Le envié uno de mis libros y él me envió el último suyo. Me pareció muy bueno. Pero coincidiendo con muchas de las cosas que se hicieron durante la convertibilidad, particularmente lo que era la reforma del Estado y una apertura diferente al mundo, fui muy crítico de la convertibilidad, y eso está documentado. No tanto incluso por el tipo de cambio sino por la inconsistencia que detectaba entre un sistema muy rígido desde el punto de vista cambiario/monetario y muy laxo en materia scal. La realidad terminó dándome la razón. Argentina terminó desembocando en la peor crisis de la historia como consecuencia del desequilibrio scal que acumuló durante la convertibilidad. Y por si fuera poco, al financiarse con deuda externa, atrasó tanto el tipo de cambio, abarató tanto el dólar y encareció tanto a la Argentina en dólares, que terminamos provocando el
segundo industricidio del último medio siglo argentino. El primero había sido el de José
Alfredo Martínez de Hoz.

 

Al consultarle Fontevecchia sobre el qué tuvimos un diciembre más tranquilo que otros en materia de conectiva social?. Espert respondió: "Gobiernan los que lucran con la pobreza. Este es el drama argentino, pero al mismo tiempo es lo que explica que en el corto plazo no tengamos un diciembre con el país prendido fuego. Si gobernara un no peronista, un no kirchnerista, podría ocurrir".


¿Cuál es tu postura personal sobre temas como el matrimonio igualitario, el aborto, el divorcio?
—Estoy a favor del matrimonio igualitario. Totalmente a favor de la ley de divorcio. Y en
materia de aborto, como espacio político, rechazamos tanto el proyecto de Mauricio Macri
como el de Alberto Fernández. Lo vemos mal intencionado desde el punto de vista
político, como para correr la atención del lugar donde debería estar, que es en los niveles
de pobreza infames que tiene Argentina. El tema del aborto es tan delicado que no es para
que lo decidan los políticos. Es un tema de toda la sociedad.

—¿Y vos en lo particular qué pensás?
—Estoy a favor.


—¿Cómo denirías el sistema de Argentina?
—Tiene tres patas. Es una trinidad maldita, una troika maldita. Una de esas patas es el
punto nodal de los tres: una clase empresaria que dene la política económica. No me
reero a los empresarios en general sino a una parte de la clase empresaria mínima, pero
con un enorme poder de lobby. Son empresaurios, empresarios prebendarios, una suerte
de grandes beneciarios de un capitalismo de rapiña. Son los Steve Jobs, los Bill Gates.
Son los Lázaro Baéz, los Cristóbal López y otros que no rayan la delincuencia o el delito,
como Ignacio de Mendiguren o los Roggio. Gente que hizo negocios al calor del Estado
directa o indirectamente, ya sea a través de la obra pública, las concesiones o el
proteccionismo industrial, como es el caso de De Mendiguren. La segunda pata es la
política. La política se ha enajenado por completo de los intereses de la sociedad. Por eso
hablo de la corporación política. Una corporación es un conjunto de individuos que se han
desconectado por completo de los intereses que supuestamente deben representar. La
política funciona así. La tercera pata es la de los sindicatos y funciona como una
corporación mucho más maosa. Si bien debajo de lo visible hay un sindicalismo mucho
más razonable, el sindicalismo que uno ve por la televisión, que ve que toma decisiones,
es maoso, delincuente, fascista. Estas tres corporaciones son las que conforman este
sistema que tenemos que cambiar si queremos que la Argentina abandone su tendencia a
ser la villa miseria más grande del mundo en medio siglo más.


—En “No va más” dicen que “descubrimos que éramos una especie de Uber de la
política”. ¿Qué signica?


—Uber en su momento fue el enemigo del sindicato maoso. Lo decimos en el sentido de
que estábamos fuera del sistema corporativo.


—En el caso de ustedes, sería estar fuera de la política.


—Por primera vez en treinta años, orgullosos, defendimos las ideas liberales. La última
vez que había ocurrido esto fue cuando volvió la democracia en Argentina, con Álvaro
Alsogaray. Luego de él, nuestro país no tuvo una candidatura presidencial que defendiera
con orgullo las ideas liberales. Argentina tiene que cambiar de sistema hacia uno como el
de la Constitución del 53, para que abandone el triste camino que comenzó hace casi un
siglo.


—Se acaban de cumplir tres años de aquella conferencia de prensa de n de diciembre
de 2017 en la que Mauricio Macri, después de haber ganado las elecciones de octubre,
haber logrado reducir la inación al 24% del 40% del año anterior, tener un trimestre
con crecimiento del 5%, tomó una serie de medidas que, podríamos decir, acabaron o
marcaron el n de su presidencia. ¿Qué pasó en ese diciembre?

—Fue un punto de inexión. Pero no fue la causa del fracaso económico en el cual termina
Macri. Fracasaría de todas maneras, pero fue el disparador. La causa del fracaso
económico de Macri no es tan diferente del fracaso de Raúl Alfonsín, del menemismo, del
kirchnerismo de Néstor y Cristina, del fracaso de civiles y militares en el pasado.
Económicamente, Macri no es muy distinto del fracaso histórico de la Argentina.


—Macri, o su familia, es parte de los empresarios prebendarios a los que te referías.
—La familia Macri es el arquetipo del empresario prebendario argentino. No entiendo
qué pensó aquella parte de la sociedad que fantaseó con que Macri, Mauricio, iba a ser
algo diferente a Franco.


—¿Qué eran ideológicamente Juntos por el Cambio y el macrismo?


—Juntos por el Cambio es una versión del radicalismo un poco remixada. Como buen
gobierno radical, terminó en el fracaso. Tuvieron buenos modales para hacer lo que
históricamente siempre terminó mal: el populismo.


Inversiones en Argentina. “A mis clientes les aconsejo apretar el freno con la inversión nueva. Hay que ver qué pasa con las elecciones y cuál es la respuesta del Gobierno frente al resultado electoral”.

 

—¿El problema estuvo más asociado al radicalismo?

—Ya en la campaña 2015, cuando empecé a escuchar a Macri hablar dije: “Cuidado. Esto
es kirchnerismo de buenos modales”. Terminó siendo eso. Es más, el gobierno de Macri
terminó tomando un montón de medidas típicamente kirchneristas: defaulteó la deuda,
controló los precios, atrasó el tipo de cambio, congeló tarifas, subió las retenciones. Son
cosas que dije en campaña. No ahora, con el diario del lunes.

 

—José Luis, Rosales, tu compañero de fórmula y coautor del libro, dijo que “el sueño
de Marcos Peña y Jaime Duran Barba era que Mauricio Macri fuera un líder new age al
estilo de Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá desde 2015, cuando por su
origen calabrés y su fortuna Mauricio Macri estaba más próximo de Berlusconi”. Se
dijo que el suyo sería el gobierno de los CEO. ¿Pueden ser buenos administradores
públicos?


—El gobierno de CEOs en sí mismo no fue la causa del fracaso de Macri. Ser buen CEO, un
empresario competitivo, no signica que uno sepa de macroeconomía y de los problemas
estructurales de Argentina. La condición necesaria para que a algún gobierno le vaya bien
es entender de economía. Tiene que tener economistas con preeminencias en la gestión.

—¿Por qué se les da un lugar subalterno a los economistas? En Brasil, Paulo Guedes
funciona como un primus inter pares.

—Acá hay un sistema en el que las elites política, empresarial y sindical tienen la sartén
por el mango. El ministro de Economía tiene que responder y depende de ese sistema,
está preso de él. La única vez que tuvimos un ministro de Economía fuerte y bastante pro
mercado como Domingo Cavallo, fue después de dos cosas, dos hitos que es poco
probable que se repitan en la historia argentina al menos treinta años para adelante, que
fueron: la caída del Muro y la hiperinación argentina. Cavallo es un emergente de esa
destrucción mundial y de Argentina por la hiperinación. Roberto Lavagna fue un
ministro fuerte, pero nada pro mercado. Lavagna es el emergente de la crisis 2001/2002.
Para que existan ministros de Economía fuertes tiene que haber una crisis económica
previa muy grande.


—¿Para que haya un ministro de Economía fuerte tiene que haber un presidente
economista?

—No sé si un presidente economista. Ronald Reagan no era economista. Era un mediocre
actor de cine. Pero tuvo claridad para mirar el mundo hacia adelante. No se necesita ser
economista, sino que se precisa a alguien con dotes de estadista, como Julio Argentino
Roca en su momento. Vio el mundo y se planteó eso para la Argentina. Con aquella
generación del 80, fue de los países más ricos del mundo.

—En un reportaje como este, Juan José Sebreli describió a Mauricio Macri como liberal
de izquierda. ¿Se puede ser liberal y de izquierda?

—No creo que haya liberalismo de izquierda. El liberal es liberal. El liberalismo o la
libertad es un continente. Uno no puede agarrar partecitas y quedarse con lo que más le
gusta y desechar lo que no le gusta. Si es liberal tiene que respetar la libertad de culto, de
elección de sexo, de elegir la carrera, dónde vacacionar y también ser liberal en lo
económico.

—En Estados Unidos se dice del Partido Demócrata que son los liberales. Allí una
persona liberal es de izquierda.

—El liberalismo en Estados Unidos o el liberalismo como lo vemos acá, que no son los
liberales, es el republicano por supuesto. Macri es un empresario que hizo plata en base a
negocios que son la causa de la decadencia argentina, así que de liberal no tiene nada. En Argentina está la confusión de que si tenés plata es porque sos liberal. Por eso se piensa
que un liberal va a favorecer los intereses empresarios. Si hay algo que nosotros somos es
enemigos de los intereses empresarios prebendarios. No tenemos nada que ver con Macri.

—El sociólogo Carlos de Angelis escribió en su columna de PERFIL que la candidatura
de Patricia Bullrich en la Ciudad sería para contrarrestar el crecimiento del espacio
político que compartís con Javier Milei. ¿Por qué Juntos por el Cambio los ve como una
amenaza?

—Una parte de la población nos ve pescando de la misma pecera que Juntos por el
Cambio. Si uno hace una primera subdivisión, uno podría decir: kirchnerismo y el resto.
Pero en el resto hay dos especies completamente diferentes. ¿Somos el espacio no
kirchnerista Espert, Rosales y Milei? Sí, claramente. Dentro del espacio no kirchnerista
hay una clara diferencia entre Juntos por el Cambio y lo que fuimos Despertar o lo que
actualmente somos Avanza Libertad. Somos liberales en serio, además de ser tan
defensores de la república como Juntos por el Cambio, sí somos liberales en lo económico,
en el sentido de las profundas reformas económicas.

—¿Juntos por el Cambio es liberal en lo político, pero no en lo económico?

—Con el radicalismo y con la Coalición Cívica adentro, es casi imposible que Juntos por el
Cambio sea liberal. Podrá captar un liberalismo marginal, pero de ninguna manera será
liberal.

—En el 89, la Ucedé de Álvaro Alsogaray logró 7,17% como candidato a presidente. En
el 99, Domingo Cavallo, 10,22%. En 2003, López Murphy logró 17,37%. ¿El 41% que
logró Macri en 2019, más el agregado del 3% entre tus votos y los de Gómez Centurión,
que llegaría al 45%, absorbe ese crecimiento?

—La elección de 2019 se explica por diferentes razones. Primero, inar el miedo al no
republicanismo del kirchnerismo. Meter miedo: “República o Venezuela”. Como estamos
viendo, Alberto Fernández no nos lleva en principio a Venezuela sino que será un
mediocre kirchnerista. Venezuela no es la idea de Alberto. Podrá ser la de Cristina en todo
caso, pero el presidente es Alberto Fernández. Juntos por el Cambio hizo lo imposible para
que los liberales no estemos en la elección de 2019. Las hicieron todas, hasta un par de
tiros que tuvimos en la camioneta donde yo viajaba junto con Luis Rosales. Se dijo
ocialmente que fueron piedras, pero nadie creyó esa versión. Nos bajaron los candidatos
en todas las listas en la provincia de Buenos Aires. Además de la campaña sucia de Marcos
Peña diciendo que yo era el mejor candidato de Cristina.

 

—¿Ese 41% contiene ese 17% de López Murphy, ese 10% de Cavallo, ese 7% de
Alsogaray?

—Encierra un voto antiperonista, gorila. Nosotros no lo somos.

—¿Alberto Fernández representaría un voto radical o socialdemócrata?

—Sin pandemia, Alberto Fernández era un socialdemócrata europeo. Con la pandemia y
la cuarentena cavernícola que decidió, empezó a tener tics de Nicolás Maduro,
kirchneristas, venezolanos. Pero en la elección que viene no está habilitada la discusión
república o Venezuela. Se trata simplemente de una composición del Congreso mejor o
no.

—¿Cómo se resolverá la tensión entre las ideas de Alberto Fernández y Cristina
Kirchner?

—No se resolverá. Tendremos esta tensión durante todo su mandato. Va a ser difícil de
soportar para él. Está en una situación casi insostenible.

—Apenas ganó Alberto Fernández dijiste que entre los economistas cercanos a él hay
gente razonable como Guillermo Nielsen y cavernícolas como Matías Kulfas. ¿Cómo
denís la ideología del Presidente con ese popurrí de economistas que lo asesoran?

—Alberto Fernández es parte de este sistema que destruyó el país. Por eso ha hecho una
cuarentena cavernícola que destruyó la economía, la cabeza de la gente y, por si fuera
poco, terminó con un fracaso sanitario absoluto.

—Guillermo Moreno dice que Fernández es neoliberal.

—La de Moreno es la misma estrategia de todo el sistema: los fracasos son liberales o
neoliberales. Es muy interesante desde el punto de vista del marketing.

—¿Martín Guzmán es razonable o cavernícola?

—Martín Guzmán es un buen asistente de Joseph Stiglitz en su cátedra en Columbia.
Argentina tiene que terminar con estos casos de gente que no tiene la menor idea de
política económica, que solo estuvo frente a un pizarrón, a veces mal, a veces bien. La
sociedad no puede nanciar su aprendizaje. Guzmán llegó alegremente, inó el default de
la deuda externa. Se dio cuenta de que era un desastre, fue para atrás y nos sacó del
default. Pero la estrategia no deja de ser muy mala.

—En un reportaje como este, Miguel Kiguel, también académico de Ucema, dijo que
hay un leve giro a la ortodoxia por parte del Gobierno. ¿Lo hubo y se volvió a cambiar?

—Si alguien piensa que puede haber ortodoxia con 7 puntos del producto de décit scal,
está totalmente equivocado. No acuerdo para nada con esa frase.

—¿Guzmán seguirá siendo ministro de Economía después de las elecciones de octubre
próximo?

—Es ciencia ficción.

—¿Vencerá el oficialismo?

—No va a ser fácil que gane. Vamos a un salto inacionario muy importante el año que
viene. Como mínimo, la inacción del año que viene va a duplicar la que está en el
presupuesto, del 29%. La economía va a crecer algo, pero creo que con el salto de la
pobreza, de la inacción, será muy difícil la elección para el Gobierno.
Macri. “La causa del fracaso económico de Cambiemos no es tan diferente del fracaso de Raúl Alfonsín, del menemismo, del kirchnerismo de Néstor y Cristina, del fracaso de civiles y militares en el pasado”.


—¿Crecerá un 5,5% pero la inación va a ser del 50 y pico?

—La sensación térmica de la gente no será que la economía está creciendo un 4% o un 5%
porque vamos a tener un salto inacionario. La economía va a crecer un 4% o un 5% si es
que no nos encierran de nuevo. La vacuna puede ser un disuasivo para que nos encierren
otra vez. Si nos llegan a encerrar, habrá menos crecimiento e inación más baja. En
cualquier caso, la gente no percibirá una gran mejora.

—¿Frente a una eventual derrota, habrá cambios ministeriales de política económica?
—Frente a la derrota, algún chivo expiatorio habrá. Me extraña que no se le haya pedido
la renuncia a Ginés González García, el ministro de Salud, con el desastre sanitario que
hizo. También sorprende que el consejo de notables en materia de salud siga en el mismo
lugar. Somos uno de los países con más muertes por covid-19 por millón de habitantes,
sin testeos prácticamente para un país como el nuestro. Es una vergüenza.

—¿Habrá una máxima devaluación en este 2021? ¿Un 100% de devaluación?

—No veo al dólar duplicándose el año que viene. Con el dólar libre es algo que no
descartaría.

—¿No descartarías que la brecha aumentase al punto de que duplique la brecha
actual?

—Podríamos volver a ver eso. Y que se supere también. No es un pronóstico, pero puede
pasar.

—¿Podremos llegar a un dólar ocial de $ 100 y uno paralelo de $ 300?

—Puede ocurrir. No digo que necesariamente pase. Pero no es descabellado.

—Posible, pero no probable.

—Exacto. Todavía está muy abierto el año que viene. Depende de cómo vaya el proceso
electoral, cómo arranque la inación el año, cuál sea el resultado de las elecciones.

 

“La verdadera opción al peronismo debería ser el liberalismo; el peronismo al final es
menos nocivo que los radicales.”


—¿Qué les aconsejas a tus clientes respecto de la inversión en la Argentina?

—Mi consejo es apretar el freno con la inversión nueva. Las empresas indefectiblemente
tienen que reponer el capital, obviamente. Lo están haciendo, y mi consejo es hacerlo,
pero apostar más, hundir más plata acá en este momento, no.

—En Brasil conduce la economía uno de los últimos grandes egresados de la
Universidad de Chicago, Paulo Guedes. ¿Cómo ves su economía?

—Lo de Guedes es algo muy bueno para Brasil, con Bolsonaro dándole todo el apoyo
político. Rescato mucho a Bolsonaro como presidente, como líder, y a Guedes como
ministro de Economía.

—¿A quién hubieras votado en Estados Unidos?

—A Donald Trump. Hay cosas de él que no me gustan. Me parece grosero, maleducado,
pero tiene algo que los Estados Unidos necesitan. Se plantó bien contra el sistema. A mí
eso me gusta, más allá de las formas. Hay que ser rme contra el sistema.

—¿En Brasil hubieras votado por Bolsonaro?

—Aunque no me gustan mucho las formas, me parece que lo que encarnan Bolsonaro y
Trump es para rescatar. Sebastián Piñera en Chile está haciendo un buen papel.

—¿Boris Johnson en Inglaterra?

—Más o menos. Me parece muy positivo lo de Luis Lacalle Pou en Uruguay.
—¿Cómo se acomodará después de la pandemia el equilibrio entre China y Estados
Unidos?

—Por más que la economía china pueda transitoriamente ser la más grande del planeta,
el papel de líder indiscutido del mundo, y ni hablar de Occidente, lo va a seguir teniendo
Estados Unidos, para mí.

—China tiene una economía cercana al liberalismo y un sistema político totalmente
contrario al liberalismo, ¿qué reexión te produce? ¿Se llegará a un sistema político
diferente?

—No necesariamente. El sistema que yo quiero es un liberalismo como continente, no
liberalismo económico y fascismo político. Quiero el liberalismo como un todo. No
necesariamente el liberalismo económico en China acabará en un liberalismo político.
Hay muchos ejemplos dentro del sudeste asiático de países que son muy liberales.

—¿El coronavirus generó algún nuevo desafío para el capitalismo?

—Entiendo que ante situaciones así aparezcan espíritus rebeldes que piensen que el
capitalismo está en crisis, que se terminará o que debe cambiar. En Argentina nos encanta
cada vez que hay una crisis mundial decir que es una crisis del capitalismo. Es de
Perogrullo. El capitalismo es el único régimen que persiste en el mundo. Casi no quedan
países comunistas. No me parece que estemos a la vera de grandes cambios en el mundo
capitalista.

—Algunos de tu sector se autocalican como trotskistas de derecha…

—Quizá sea por el sentido de ser muy rmes en la defensa de las cosas que creemos.
Somos muy abiertos a las personas, a los partidos y a los frentes que quieran acercarse.
También somos muy duros a la hora de defender nuestros ideales. Por ejemplo, no me
interesa el radicalismo que uno ve, socialista, intervencionista, regulador, del Estado
presente, de los sindicatos maosos. Pero si hay radicales que deciden aferrarse al
liberalismo, en el sentido de tener un sistema económico abierto al mundo, de un Estado
de un tamaño razonable para cobrar impuestos razonables y de un sindicalismo recontra
democrático con menos costos laborales, sí. Si un día Nicolás del Caño decide hacerse
liberal y quiere defender estas ideas, encantado de la vida, que se sume. Defendemos
cuestiones prácticas. No pretendemos instaurar en Argentina un régimen que no existe en
el mundo. Los que están chiados son los que deenden el sistema que nos destruye. Lo
que nosotros queremos hacer en Argentina no es una cosa que no exista en el mundo.
Uruguay y Chile existen en el mundo. Ni Australia ni Inglaterra están en un paraíso
inexistente, sino en la Tierra. Lo que sucede es que nuestro sistema está muy corrido a la
izquierda.

—Ir hacia un sistema que funciona en todas partes del mundo.

—Exactamente. Lo que en Argentina es antisistémico en el mundo es ser conservadores.
Queremos importar ese sistema que en el mundo no se discute, ese conservadurismo.
Pero como el sistema que rige en Argentina es un sistema de explotación de tres
corporaciones hacia toda la sociedad, es ser antisistémico pretender competir con el
mundo, pretender un Estado más pequeño para que se cobren menos impuestos y que
deje de haber esclavos impositivos, y que los sindicalistas no sean señores feudales,
maosos, delincuentes y algunos hasta asesinos. Queremos un sistema que benecie al
grueso de la gente, un sistema que le dé la tranquilidad al comerciante, que el industrial
pueda producir, que el sindicalista deenda los intereses de los trabajadores.

—¿Cómo analizás la declaración de Javier Milei, que dijo: “Voy a meterme en el
sistema para dinamitarlo”?

—Javier Milei es un ciudadano común enojado. Dice las cosas que enuncia la gente por la
calle. ¿Dinamitar este sistema? Sí. ¿Hasta cuándo vamos a seguir con este sistema?
Tenemos la mitad de la población pobre, dos tercios de los chicos son pobres, tenemos
droga como nunca tuvimos, 4 millones de personas viviendo en villas miseria. Estamos a
punto, cuidado, de no tener retorno. Por eso es urgente el cambio.

—¿Qué sería ese no retorno? ¿Venezuela?

—Argentina puede terminar siendo pobre como Venezuela sin un dictador como Maduro.
Sucederá si Argentina sigue alternando kirchneristas con Juntos por el Cambio ad innitum, como fue radicalismo y peronismo antes, o antes civiles y militares. La grieta
que insuan kirchneristas y Juntos por el Cambio es falsa y nos lleva a niveles de pobreza
estrafalarios.

—Criticaste al radicalismo. ¿El peronismo es diferente?

—El radicalismo es un peronismo de buenos modales, pero es socialista, como gran parte
del peronismo. Son intervencionistas y rechazan el libre comercio.

—¿La única diferencia es estética, entonces?

—Sí. En manos de radicales hemos terminado en crisis. En manos de peronistas también.

—¿Hay alguno de los dos que te resulte más simpático?

—Menem tiene un lado muy oscuro que es su décit scal nanciado con deuda externa,
que terminó hundiendo la convertibilidad. Pero tiene un medio vaso lleno muy rescatable,
para mí, que es haber tenido la habilidad para leer lo que venía en el mundo con la caída
del Muro de Berlín.
Martín Guzmán. “Argentina tiene que terminar con estos casos de gente que no tiene la menor idea de política económica,
que solo estuvo frente a un pizarrón, a veces mal, a veces bien”. (Foto: Sergio PIemonte)

—¿Entonces el peronismo nalmente termina siendo menos nocivo que el
radicalismo?

—Sí, porque la verdadera oposición frente al peronismo debería ser el liberalismo. Por
vergüenza, el radicalismo nunca asumió ese rol porque si el peronismo es, más allá de su
espíritu poco republicano, economía cerrada, Estado presente, sindicalismo corporativo, la oposición a eso debería ser economía abierta, Estado razonable para cobrar impuestos
razonables y sindicalismo sumamente democrático.

—¿Cuál sería tu propuesta para el empleo?

—Apertura al comercio, pero no para provocar industricidios como tuvimos con Martínez
de Hoz y con Menem. La protección se hace con medidas civilizadas. No la cosa
cavernícola de aranceles prohibitivos por importar o restricciones cuantitativas. La
manera de proteger es a través de dos reformas estructurales gigantescas que hacer. Una
es una profunda reforma del Estado para reducir su tamaño, bajar el décit primero y los
impuestos después. Ahí el problema es toda la corporación profesional política que vive
del Estado. Y la otra reforma estructural que hay que hacer es una profunda reforma
laboral. Argentina tiene 6 millones de trabajadores trabajando en negro por culpa de estas
leyes laborales fascistas. Argentina tiene que ir a una reforma laboral total, y eso ayudaría
a que las empresas pudieran competir y no quebrar. Luego, el dólar, una vez que uno abre
la economía al comercio, tiene que ser bien caro para justamente proteger de manera
civilizada la industria.

—Y también dijiste que “la teoría del comercio internacional señala que los países
tienden a especializarse” ¿La solución sería volver a ser el granero del mundo?

—Ahí hay un presupuesto falso. Pensar que si uno se especializa en commodities, por
ejemplo, que sería la natural especialización de Argentina, es una cosa estática y nunca va
a cambiar. Eso es falso. En la primera etapa es donde el país se especializa. Si Argentina se
abriera en serio al comercio, se especializaría en la producción de commodities. Pero
Argentina tiene ventajas comparativas enormes en turismo, en energía eólica, en petróleo,
en el resto de las energías, en la cantidad de arándanos, caña de azúcar, yerba mate, el
agro. Tiene también recursos en software muy importantes para hacer. Si se abriera al
mundo, el primer paso lo darían estos sectores. Pero no signica que Argentina toda la
vida va a ser solamente commodities sino que el segundo estadio es que Argentina apenas
empieza a hacerse rica con la producción de las commodities esenciales, empieza a
encontrarles la vuelta a otras cosas. Empieza a haber muchos Mercado Libre, muchos
Marcos Galperin. Es lo que pasó en Chile. El problema de Argentina es como si a Messi, el
mejor jugador de fútbol del mundo, lo ponés a jugar de pilar de Los Pumas, en lugar de 10
de la selección argentina de fútbol. Messi sigue siendo el mejor jugador de fútbol del
mundo pero se lo arruina jugando de pilar de Los Pumas.


—¿Cómo se hace para muchos de tus planteos no queden en lo declamativo? ¿Qué
tendría que pasar para que fuera instrumentable?

—Estamos frente a una oportunidad importante con las elecciones del año que viene. Es
una elección legislativa donde no está en juego el futuro del país de corto plazo. La gente
debería relajarse y votar aquello que más le gusta. Si sacamos 10 puntos el año que viene,
seríamos como el liberalismo alemán, que no gobierna pero la cantidad de votos que saca
es crítica para que el gobierno que gana la elección haga algo razonable con el país. Como
mínimo, aspiramos a eso. Si el sistema no nos destruye, como trataron el año pasado,
estamos en condiciones de hacer una muy buena elección el año que viene.

—¿Cómo se llegaría a ese 10%? ¿Se empieza con los votos de Juan José Gómez
Centurión?

—No tenemos mucho que ver con Gómez Centurión, que tiene dos epicentros, el aborto o
no aborto y Malvinas. Nosotros creemos que hay que parar la tendencia de la Argentina a
ser una gigantesca villa miseria. Estamos obsesionados con los chicos vivos que se
mueren de hambre hoy.

—Las encuestas te daban un 6%. Pero el resultado electoral fue otro.

—Es que el sistema trató de destruirnos, hasta físicamente. Pero este año estamos con
más armas que el año pasado. Este año el equipo se ha agrandado mucho, tenemos
muchos partidos que están acercándose al frente, hemos crecido mucho en masa crítica,
en cuerpo, en desarrollo territorial. No somos los del año pasado. El año pasado
empezamos en enero una campaña presidencial de la nada. Tenemos un camino
recorrido. Acá fracasaron Patricia Bullrich, Mauricio Macri, Eduardo Duhalde, los
Kirchner. Argentina tiene que hacer otra cosa completamente diferente a lo que viene
haciendo. Afortunadamente, lo que tenemos que hacer, si bien acá parece ser mandar un
cohete a la Luna, es lo que hacen los países en los que a la gente le va bien. En este país,
eso es el antisistema.

 

Fuente: Diario Perfil.

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