Este paraje, ubicado a 55 kilómetros de Coronel Suárez y 15 kilómetros de Coronel Pringles, fue fundado en 1910 como una importante estación ferroviaria en el recorrido entre Rosario y Puerto Belgrano.
Por Canal26
Lunes 24 de Febrero de 2025 - 21:15
Quiñihual, Buenos Aires. Foto: Google Maps
En la provincia de Buenos Aires, a 502 kilómetros de la capital y a 55 de Coronel Suárez, existe un pueblo que vive atrapado en el tiempo. Este pequeño rincón, que alguna vez albergó a más de 700 habitantes, se transformó en un escenario casi desierto donde solo un habitante mantiene viva la tradición.
Fundado en 1910, Quiñihual nació como una parada estratégica del ferrocarril que unía Rosario con Puerto Belgrano. Su nombre, de origen mapuche, significa “roble único” y evoca la fortaleza del cacique que lideró tribus locales contra el Ejército Argentino en la Conquista del Desierto.
Quiñihual recibe a ciclistas y motociclistas que recorren la ruta 76. Foto: Google Maps.
El declive comenzó en la década de 1990, cuando el cierre del ramal ferroviario dejó a Quiñihual sin conexión. La estación, que alguna vez fue el corazón del pueblo, cerró definitivamente en 1994. Los pocos residentes que quedaban se marcharon, excepto Pedro Meier, quien decidió quedarse y mantener abierto el almacén que su familia compró en los años 60.
Aunque los trenes dejaron de llegar hace tres décadas, el almacén de Meier sigue siendo un punto de encuentro. Desde allí, atiende a trabajadores rurales y a los turistas que se aventuran a conocer este pueblo casi deshabitado. El lugar se convirtió en una parada obligada para ciclistas y motociclistas que recorren la cercana Ruta 76.
Sin energía eléctrica en el pueblo, Pedro utiliza un generador para mantener encendido su almacén. Así pudo, por ejemplo, seguir los partidos del Mundial de Fútbol de 2022 y celebrar la victoria de la Scaloneta en soledad, acompañado únicamente por sus perros, que ladraban al escuchar sus gritos de gol.
El almacén de Pedro Meier, único habitante de Quiñihual (Buenos Aires). Foto: Google Maps.
El almacén, que conserva más de 130 años de historia, sigue atrayendo a curiosos que buscan revivir los tiempos dorados del pueblo. Pedro abre todas las tardes, no sólo para atender a los turistas que se acercan a conocer el lugar, sino también a los trabajadores rurales de las estancias cercanas.
Todos ya se acostumbraron a que el lugar esté surtido de provisiones y abierto hasta tarde para abastecerse y conversar. Es por su resistencia que, a pesar de estar casi deshabitado, este pueblo todavía tiene una historia que contar.
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