Una segunda juventud: qué es la “sexalescencia”, la tendencia cada vez más común entre adultos mayores

Cuando se piensa en la vejez, muchas veces se reduce esa etapa de la vida -a la que todas las personas aspiran a llegar- a patrones comunes como cobrar la jubilación y cumplir su rol de abuelos.
Sin embargo, algunos hombres y mujeres que tienen entre 60 y 70 años entran en el marco de lo que se denomina “sexalescentes”. Se trata de una tendencia diferente en el modo de experimentar y transitar esta edad, que surge en oposición al hecho de “resignarse a mirar pasar la vida”.

Estos “eternos jóvenes” de espíritu, saben cómo mantener la llama encendida, esa que los deja sentirse plenos, integrados, autónomos, motivados y comprometidos con la vida. Amigados con la vejez, en cada una de sus acciones dejan ver lo significativo y valioso de esta etapa de la vida.
De este modo, la reivindicación de la vejez aleja a los adultos mayores de la pasividad y el retiro, abriendo la puerta a la plenitud y nuevos proyectos.
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Qué es la sexalescencia
El término que es tendencia entre los adultos mayores resulta de una combinación de las palabras “sexagenario” y “adolescencia”, por lo que remite a aquellas personas que se sienten jóvenes sin intentar aparentarlo.
Esta concepción se distancia de la antigua imagen de las personas mayores de 60 años que, tras la jubilación, se volvían pasivas o se desconectaban del presente. Los individuos que transitan la sexalescencia viven esta nueva etapa de su madurez del modo opuesto: con una notable energía, curiosidad y un profundo deseo de seguir creciendo personal y emocionalmente.

Quienes se reconocen bajo este concepto no abandonan su protagonismo dentro del ámbito afectivo, laboral y social; profundizan y accionan en aquello que los gratifica y despierta su interés; continúan forjando proyectos de vida que los convoca a mantenerse actualizados y activos; y son capaces de abordar las nuevas tecnologías con empeño y deseos no sólo de aprender a utilizarlas, sino también de emplearlas en su beneficio.
Incluso, es común que emprendan viajes soñados, exploren nuevos hobbies, participen en más actividades culturales, continúen aprendiendo nuevas habilidades, se abran a nuevas relaciones amorosas y vivan su sexualidad con mayor fluidez.
Se rompe así con el mito de que el deseo sexual disminuye o desaparece con la edad, una noción que relegaba la sexualidad al ámbito de la juventud. Hoy se comprende que, lejos de apagarse, en la madurez se transforma, se enriquece y hasta se vive con mayor libertad y disfrute que en etapas anteriores.