Qué se sabe del gusano “come carne” que preocupa a las autoridades de Estados Unidos
Las alertas sanitarias de Estados Unidos se encendieron luego de que se hallara un parásito carnívoro en un paciente que viajó desde El Salvador. Es que, por primera vez en muchos años, se detectó un caso humano de gusano barrenador en territorio norteamericano.
Aunque el riesgo para la población general es muy bajo, la preocupación es grande dado que El Salvador es un país que enfrenta un brote activo de este parásito.

No se trató solo de un episodio aislado en un viajero, sino de la reaparición de una enfermedad que Estados Unidos había logrado erradicar hace décadas. La miasis, provocada por larvas de mosca que se alimentan de carne viva, volvió a instalarse en la agenda sanitaria nacional.
Aunque cabe destacar que el paciente recibió atención médica inmediata y logró recuperarse sin complicaciones posteriores, el impacto de la noticia fue considerable. Por un lado, reveló que las fronteras sanitarias no son impermeables frente a parásitos endémicos de regiones tropicales; por otro, recordó la amenaza económica que el gusano barrenador representa para la ganadería, una de las industrias más valiosas de Estados Unidos.
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El gusano “come carne” que atemoriza a Estados Unidos
El gusano barrenador es temido y difícil de controlar por su forma de vida. Se trata de la larva de una mosca que pone sus huevos en heridas abiertas o en las mucosas de animales de sangre caliente. Cuando los huevos se abren, salen larvas blancas que perforan y se alimentan del tejido vivo del animal.
Este problema, llamado miasis, provoca dolor, hinchazón, fiebre y heridas con sangre. Si no se trata a tiempo, las lesiones se agrandan y pueden causar infecciones graves, incluso la muerte del animal.
En la cría de ganado, como vacas, ovejas y cabras, este parásito es un gran peligro. Puede propagarse muy rápido entre los animales y generar pérdidas económicas enormes.
En los humanos, los casos son mucho menos comunes y la gravedad radica en la velocidad con la que las larvas destruyen los tejidos blandos. Por eso, un diagnóstico temprano y una intervención rápida resultan determinantes para la recuperación.