Día de los Muertos: la “mesa de las almitas” y otros rituales que honran a los difuntos en el norte argentino

Cada 2 de noviembre, las mesas de ofrendas, las visitas a los cementerios y los panes con formas simbólicas expresan un vínculo profundo entre la vida y la muerte, donde recordar es también un modo de mantener presentes a los que ya partieron.
Las costumbres ancestrales que honran a los difuntos en el norte argentino.
Las costumbres ancestrales que honran a los difuntos en el norte argentino. Foto: Pixabay.

Cada 2 de noviembre, el norte argentino se viste de flores, aromas y rituales en honor al Día de los Fieles Difuntos. En esta jornada, las comunidades recuerdan a sus seres queridos con ceremonias que fusionan la fe católica con las antiguas creencias andinas, dando lugar a una de las expresiones culturales más ricas y simbólicas del país.

Lejos de concebir la muerte como una separación definitiva, los pueblos del norte la interpretan como una continuidad. Se cree que las almas regresan ese día para visitar a los vivos, alimentarse de las ofrendas y renovar el lazo con sus familias.

Vela. Foto Unsplash
Las costumbres ancestrales que honran a los difuntos en el norte argentino.

El silencio con el que llegan no resta presencia: su paso se percibe en los aromas, en las luces de las velas y en la emoción de quienes los esperan.

Una de las costumbres más arraigadas es la mesa de las almitas, preparada cada 1 de noviembre. Sobre ella se colocan comidas, bebidas y panes artesanales con formas simbólicas: escaleras para que las almas bajen del cielo, cruces para el rezo y figuras de animales o elementos personales que evocan la vida del difunto.

La mesa permanece tendida toda la noche para recibir a las almas visitantes, en un gesto que expresa tanto devoción como afecto.

Las costumbres ancestrales que honran a los difuntos en el norte argentino. Foto: IA GEMINI

El modo de realizar este ritual varía según la zona. En la Quebrada de Humahuaca, la ceremonia se reserva para los fallecidos recientes, mientras que en la Puna se desentierran las cruces de los cementerios para ubicarlas sobre la mesa de difuntos, antes de devolverlas a las tumbas tras la celebración.

En todos los casos, el acto implica una forma de reciprocidad: los vivos ofrecen alimento y memoria; los muertos, a cambio, brindan protección y compañía espiritual.

Durante el Día de los Muertos, los cementerios se transforman en verdaderas ciudades de encuentro. Familias enteras los visitan con flores, cartas, fotografías y comidas, decorando las tumbas con colores y símbolos. Allí se reza, se comparte y se celebra la vida de quienes partieron, en una atmósfera de respeto y ternura que contrasta con la idea de la muerte como ausencia.

Las costumbres ancestrales que honran a los difuntos en el norte argentino. Foto: Pixabay.

Estas prácticas, transmitidas de generación en generación, revelan una visión del mundo en la que la muerte no representa un final, sino una continuidad dentro del ciclo vital.

En el norte argentino, cada 2 de noviembre no se llora a los muertos: se los invita a volver a casa, a comer, a ser parte una vez más de la vida familiar. Y así, entre panes, flores y velas, se renueva cada año la certeza de que los vínculos más profundos no conocen fronteras.