Ese día varios golpistas decidieron que era hora de activar el trágico Proceso de Reorganización Nacional. Comenzaba la cuenta regresiva y ya no había vuelta atrás.
Por Canal26
Jueves 17 de Octubre de 2024 - 12:45
El 17 de octubre de 1945, el histórico Día de la Lealtad peronista; era un vívido recuerdo del pasado. Los viejos tiempos de Juan Domingo Perón en la cima del poder seguían en la retina de muchos argentinos; pero 30 años después, el 17 de octubre de 1975, las cosas eran muy diferentes.
La Plaza de Mayo volvió a reunir al pueblo justicialista, a la espera de otra icónica salida de sus líderes al balcón de la Casa Rosada, sede del Gobierno. Perón había fallecido más de un año antes y el Poder Ejecutivo estaba en manos de su tercera esposa, María Estela Martínez, más conocida por todos como "Isabelita".
Las nutridas columnas de las diversas organizaciones peronistas colmaron, poco a poco, aquel emblemático lugar de reuniones, el sitio elegido para celebrar los tradicionales rituales del peronismo. Sin embargo, ese día no era uno más; y a las pintoresca presencia de miles de devotos del peronismo, se fue sumando -primero tibiamente y luego de un modo más notorio y evidente- gran cantidad de personal policial y militar. Mientras no muchos lo advertían, se estaba gestando un clima de tensión en aumento, y eso tenía una oculta y secreta explicación. Algo de lo que la inmensa mayoría del pueblo argentino estaba completamente al margen.
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Se ajustó como nunca antes el aparato de seguridad. Se reforzaron los controles en cada punto de acceso a la Plaza de Mayo con un fuerte operativo cerrojo que pretendió evitar -o acaso presagiaba- los duros choques que estaban por llegar. En cuestión de minutos, todo estalló como una olla a presión y se pasó de una tensa calma a los golpes, corridas, decenas de heridos y una larga serie de detenciones como prólogo de un estado de cosas que -poco antes- nadie había llegado a imaginar.
Lo insospechado se estaba haciendo realidad. Aquella jornada, soleada -tal como decía el común de la gente- un "día peronista", se orquestaba desde las sombras una inminente asonada de las Fuerzas Armadas para quebrar -de facto y una vez más- el orden constitucional en la Argentina.
El 17 de octubre de 1975, se convertía lenta y dramáticamente en la antesala del futuro golpe militar.
A varios kilómetros de allí, muy lejos de la Plaza de Mayo, en una apartada zona del río Tigre y a bordo del yate "Itatí", se reunían el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier Héctor Fautario; pero el encuentro no era de camaradería, sino que ocultaba el más oscuro plan por detrás, destinado a hacer de la Argentina una auténtica tierra arrasada. Ese mismo día -juntos- los más altos jefes del Ejército, la Armada y la Aeronáutica, decidieron que había llegado la hora de derrocar al gobierno constitucional.
El eco de los conspiradores llegó, de algún modo, a la primera línea de sus subordinados, quienes aprovecharon la oportunidad que les daba la masiva movilización popular para hacer una no tan encubierta demostración de musculatura, una suerte de boceto de la represión que pocos meses después ellos mismos iban a desatar.
Los movimientos más sugestivos tuvieron lugar a espaldas de la Casa Rosada, la zona elegida por la cúpula castrense, infectada de golpistas, para desplegar una decena de unidades blindadas y tanques, junto a vehículos policiales listos para actuar.
Mientras la presidenta de la Nación aún hablaba desde los balcones, efectivos del ejército cabildeaban con amenazantes maniobras y movimientos poco claros, sospechosos y más que intimidantes. El golpe militar, el trágico Proceso de Reorganización Nacional; estaba decidido y ya no había vuelta atrás.
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